que tienen su constructiva paciencia.
He visto en twitter este clip de vídeo (clicad aquí) y después este otro (aquí) y me he quedado bastante desazonado.
Por si no se ven los enlaces que acabo de poner, o se pierden, os cuento lo que dicen:
Un simpático presentador de televisión (de la televisión pública del estado español, que gozosa y orgullosamente sostenemos con nuestros impuestos), ataviado de camisa cocheada de colores y de sonrisa irresistible, guapo y potente él, pone una foto de un edificio estrafalario -una iglesia- y se escandaliza con sus alegres contertulios de semejante insulto a la inteligencia y a la sensibilidad humanas.
Y, como debe ser en todo programa televisivo desenfadado que se precie, hay un descojone cruzado, total, exuberante, ante semejante despropósito.
Primer clip:
-Vamos a Francia. Atentos a esta "capillita" de territorio francés. El arquitecto dijo: "Yo quiero diseñar algo que no haya diseñado nadie", y, oye, ha triunfado, porque nadie ha diseñado algo tan feo como eso.
Así dice el presentador, y su gallinero cacarea de risas y de comentarios sobreabundantes. (Uno protesta tímidamente y dice que no es feo, pero se queda solo). Se escuchan risas.
El líder, crecidito, añade:
-Yo creo que el cura cuando (no entiendo el verbo, porque le pisan) la iglesia dijo: "Al arquitecto esto no se lo perdona Dios ni con sesenta padrenuestros ni con ochenta avemarías".
Segundo clip:
-...el arquitecto que ha hecho esto, porque Madre de Dios.
Sí, ya sé. Es lo de siempre. Y digo lo que he dicho otras muchas veces: A cada uno le gusta lo que le gusta y no le gusta lo que no le gusta. Estaría bueno. Pero una cosa es que algo no te guste, y no solo no te guste, sino que seas capaz de explicar por qué no te gusta, señales los defectos que le ves, lo critiques sea de quien sea y caiga quien caiga, y otra muy distinta es semejante ignorancia, semejante zafiedad, semejante ridículo.
Además, estos impresentables descubren ahora una obra señera de la arquitectura que ya lleva en el mundo más de sesenta años, y que deberían haber estudiado, siquiera de pasada, en el colegio. Entonces, sabiendo que el arquitecto es uno de los grandes, sí que podrían haberla puesto a parir. Pero con algo de información y de intención; no como una panda de indocumentados y de patosos que quieren hacer gracia y solo exhiben su triste inopia.
Oteiza se pasó la vida clamando por la educación estética del ciudadano, por la formación estética desde la niñez, ya que eso, sostenía con pasión, nos haría mejores en una sociedad mejor, y me duele que eso siga siendo un imposible en este país, tan ejemplar en tantas cosas, tan valioso y tan grande, pero con este tipo de fallos imperdonables.
Porque, para más humillación, estas escenas vergonzosas se han producido en el primer canal de la Televisión Española, en "la uno" de la televisión pública, que tiene algunos de los profesionales y de los programas más importantes, más cultos y más formativos que hay. Pero también tienen esto: la mamarrachada estúpida que se ríe de lo que no sabe ni le importa, y que busca la risa fácil de los espectadores más bobos (y que insisten en seguir siéndolo), que están ante una de las máquinas más prodigiosas de difusión de la cultura y de la producción de diversión, entretenimiento y pensamiento, pero que se destina durante horas y horas muertas, durante días y días vacíos, a producir olorosa y empalagosa mierda. Y lo hace con el dinero que pagamos todos los españoles.
Esta mierda se produce y se reparte con la convicción de que eso es lo que quiere el público, de que eso es lo más a lo que el caletre de los espectadores puede aspirar. No es verdad. La gente nunca aprenderá si no se la enseña; la gente no querrá cosas más elegantes si nadie ha intentado nunca ofrecérselas. Shakespeare no era un artista incomprensible: Era empresario teatral y le interesaba que sus obras fueran lo más posible del gusto de la gente (mucho menos formada que nosotros, e incluso con un altísimo nivel de analfabetismo). Cuando yo era niño ponían en la tele habitualmente obras de Ibsen y de Jardiel Poncela, de Albert Camus y de Chejov(1), y la gente las veía con pasión(2), pero ahora, cuando la enseñanza secundaria es obligatoria para toda la población y el nivel formativo ha subido tantísimo, resulta que hay que echarnos pienso y que "el arquitecto que ha hecho esto, porque Madre de Dios".
Me pongo muy triste, y me enfado, y me da mucha rabia. Sé que en Radiotelevisión Española hay gente estupenda que hace un trabajo encomiable, amenísimo, riguroso y muy inteligente, y me honro con conocer a alguna de ella, ejemplar y fantástica, pero cuantitativamente hablando hay que asumir que forman un remanso, un refugio. Lo más extendido en todas partes es eso otro. Una pena.
También me honro y me enorgullezco de tener amigos fantásticos. Me ha pasado siempre. He tenido mucha suerte en mi vida en todas mis edades. Uno de ellos es un compañero formidable: David García-Asenjo, a quien ya he mencionado en alguna ocasión. Interviene en una de las secciones más existosas de uno de los programas de radio más exitosos de España: Territorio Comanche, de Julia en la Onda, de Onda Cero.
El programa no es un cultísimo reducto para tres elegidos sublimes, no. Es un magazine de tarde: Un cajón de sastre desenfadado y entretenido, como suelen ser los programas de éxito de la radio. En él, de vez en cuando (menos veces de las que yo quisiera), David habla de arquitectura. Habla para quien va conduciendo para recoger al niño de la clase de música, y para quien se está haciendo un café en la cocina, y para quien no puede trabajar sin tener la radio puesta. Habla para todos, y tiene la virtud de ser ameno, ligero y al mismo tiempo riguroso. ¿No podrían tomar nota los de "porque Madre de Dios"? Se puede ser entretenido y muy agradable sin ser plasta y a la vez diciendo cosas importantes, y sabiéndolas comunicar. Para tener a la gente entretenida no hay que estar dando volteretas y gritos estridentes todo el tiempo. Eso se hace (y aun cosas peores) para distraer al niño pequeño que no se quiere comer el puré, pero el público no es un niño pequeño (¿o lo están convirtiendo en tal cosa, llegando cada vez a niveles de idiocracia más profundos? En cierto modo parece que sí).
Envidiadme, porque doy clase con David. No solo somos compañeros de claustro en la URJC: es que además damos juntos la asignatura Diseño y Viabilidad de Proyectos, y os aseguro que es una delicia comprobar en cada clase cuánto sabe y qué bien lo explica.
En esa misma línea, David también ha colaborado en un texto de Educación Plástica de 4º curso de la ESO (concretamente la lección 11: "El diseño de espacios: urbanismo y arquitectura").
He leído esa lección y no habla de qué arquitecto hizo aquella "capillita" porqueMadredeDios, sino de qué hace un arquitecto, cómo trabaja, cómo desarrolla sus ideas y les va dando forma, qué estrategias utiliza, y me parece que los adolescentes que hoy estudien eso y lo comprendan, mañana no darán gritos porque Madre de Dios, sino que -ojalá- serán capaces de entender un poco y de ver el trabajo de los arquitectos con algún respeto y con alguna atención. Y entonces ya sí: Si son capaces de prestar algo de interés a esa "capillita" y de intentar analizarla o comprenderla, y con todo eso les parece un bodrio, entonces ya sí: A ponerla a caldo, pero sin piedad. No hay nada incriticable ni imponible a parir, pero hay que tener un mínimo de yoquésé, un algo de yatúsabeh.
Supongo que en paralelo a lo que David ha hecho en el libro de plástica otros lo habrán hecho en otro similar de Historia del Arte, de Ciencias Sociales o algo así, y habrán sido capaces de hablar de esa "capillita" explicando muy someramente quién fue su autor y englobándola con otras obras maestras de la arquitectura, no para que los alumnos sean expertos en arte ni en arquitectura (algunos lo serán en el futuro), sino para que todos ellos sepan que hay cosas dignas de ser apreciadas y disfrutadas, y que el mundo está lleno de ellas.
Ojalá unos cuantos alumnos aplicados, inteligentes y creativos que estudien hoy esto dentro de unos años tengan un programa divertidísimo en la tele. Ojalá.
¡Madre de Dios! ¡Cuanta incultura y cuánta mierda a nuestro alrededor!
ResponderEliminarTienes razón. Es la era de la idioticracia.
ResponderEliminarLo mejor es contar estás cosas y que al difundirse, a la generación I (los indio...) Le entre curiosidad para saber y conocer, disfrutar y tener criterio para rebatir o contestar a opiniones como esas.
¿Qué más se puede esperar de laguien que permite y alienta el "embrutecimiento global"? Todos enrasados por abajo, ahí vamos.
ResponderEliminarNi que decir tiene que estoy muy enfadado con que en una cadena pública como RTVE se trate la obra de Le Corbusier en Ronchamp en esos términos, con tanta estúpida frivolidad. Hace años que quiero ir por ahí y todavía no he encontrado el momento. Si no espabilo, se me pasará el arroz.
ResponderEliminarY me alegro de que haya gente, como tu buen amigo García-Asenjo, que en los libros escolares "rompa una lanza" y explique bien qué es esto de la arquitectura. En los que manejaba cuando daba clase en el instituto nunca encontré un intento similar. Cuando estudiaba bachillerato, sí. Hemos progresado negativamente, vislumbro.
Dice Miguel Ángel Cajigal Vera ("El barroquista" en Twitter) en su "OTRA HISTORIA DEL ARTE (No pasa nada si no te gustan "Las meninas"):
«Aquí tenemos toda una paradoja: si reconoces que no te gusta la obra cumbre de Velázquez, corres peligro de que se te trate como a un paria cultural, pero esa misma opinión dirigida hacia obras fundamentales del arte de los siglos XX y XXI no solo se esgrime con total naturalidad y orgullo, muchas veces aderezada con pretendidos argumentos de peso, sino que mucha gente ha hecho de esa postura su bandera, hasta convertir el rechazo al arte de vanguardia en una posición políticamente correcta en determinados círculos».
Discrepo un poco con lo de que muchos aderecen su opinión con argumentos de peso. Yo eso no lo he visto casi nunca. Pero en lo demás estoy plenamente de acuerdo. En efecto, criticar el arte y la arquitectura de vanguardia es gratis total, y cualquier imbécil lo tiene a gala. Y los que escuchan a esos pontificadores individuos se sienten reafirmados en su desprecio. Mal asunto.
Critican, se ríen de lo que desconocen, hacen gala de su "burrez". Todo esto no hace nada más que fomentar la idiotez colectiva. Entre risitas y zafiedad, la televisión pública subvenciona la indigencia cultural.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por contar y estimular a reflexionar y responder, Josè Ramón… ánimo
ResponderEliminarA tus lectores a qué se dirijan al Defensor de la Audiencia de RTVE (o mejor Defensora, es María Escario, y doy fe de que responde cuando presentas una reclamación …)
Un abrazo
Animo, animo con ánimo…
ResponderEliminarEstá perfectamente recogida la reflexión, muy necesaria... Aunque este circo amarillo de verborrea y opinión gratuita esté tristemente generalizado, prefiero quedarme con los 'brotes verdes' que se siguen produciendo, como apuntas. En radio y televisión y en horarios de máxima audiencia donde, no desde un púlpito de pedante erudición sino para que lo pueda valorar todo el mundo, como es el caso de David, arquitectos hablan de arquitectura, filósofos hablan de filosofía, músicos hablan de música y (¡oh!) políticos hablan de política. Creo que merece la pena no dejarse arrastrar por el entretenimiento vacío y saber encontrar estos reductos de conocimiento, que los hay. Cada vez es más fácil dispersarse; gracias por recordarnos dónde estamos y dónde nos gusta estar.
ResponderEliminarCasi que mejor así. La exclusividad aumenta el valor del objeto. Con la cultura ocurre lo mismo.
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