El cartero acaba de traerme estas acuarelas de Ekain Jiménez, amigo, arquitecto y dibujante-pintor.
Pensando en hacer un regalo de Reyes Magos le pedí que me mostrara qué tenía por ahí disponible y que me dijera precios.
Me mandó algunas imágenes por WhatsApp y un enlace a su Instagram, y mi mujer y yo nos pasamos un rato diciendo: "Qué buena esta". "Mira esta otra". "Qué bonita esa".
Al final preseleccionamos unas cuantas, y en una segunda vuelta nos quedamos con dos: una para el regalo "externo" que teníamos pensado y otra para autorregalo nuestro.
Luego empezó la parte más difícil: Los precios. Ekain sabe lo que es vender dibujos y acuarelas; no es un novato en esto, pero le queda una especie de pudor de pedir dinero por algo que hace como un desahogo, como un capricho y con una facilidad pasmosa. (Algunos de sus dibujos son elaboradísimos y muy muy minuciosos, pero otros son un pis-pas). Y ya empezamos: "¿Cuánto te cobro?" "Es que no sé qué decirte". Etcétera.
(Ahí hay un momento delicado, entre el "pero si yo hago esto sin ninguna intención económica" y "una buena acuarela hay que valorarla; no es ninguna tontería". Y de ahí podríamos pasar a la posible situación incómoda de que finalmente me dijera un precio mucho mayor que cualquiera que yo hubiera previsto, y en un punto en el que ya no habría una marcha atrás cómoda. En definitiva, una negligencia por su parte; con lo fácil que es hacer una web y tenerla actualizada con las cosas que tienes y sus precios. Así podría mirar quien quisiera, sin compromiso alguno, y comprar lo que le apeteciera. Tengo más amigos arquitectos-artistas y todos son un poco así. Y mira que me ofrezco a ser su marchante y a tenerles trabajando a base de látigo y con unos precios bien claros, pero no hay manera. Entre que de lo que ya les va quedando más "bonito" se cansan para empezar nuevos caminos, que no se ponen a ello con constancia y que cuando tienen algo bueno no saben ni cuánto dinero pedir por ello no hago carrera de ellos. Es que son muy tontos).