Hace unos meses hablamos de la arquitectura bolchevique, ¿os acordáis?
Era en febrero, y tratamos de la exposición que hacía el CaixaFórum de Barcelona. Hasta mayo no venía a Madrid y yo estaba ansioso porque llegara mayo.
El tiempo fluye incesante, que diría un estilista, y mayo llegó. Y me vi la exposición en los primeros días, y me pareció muy buena.
Está en Madrid hasta septiembre, y pensé que hasta septiembre había tiempo de sobra para volver a verla. Pero el estilista de antes nos recordaría cuán fugaces son los días. El caso es que ya estamos prácticamente en septiembre.
Se me ocurre que podríamos quedar en Madrid para ver la exposición. (Caixa Fórum Madrid, Paseo del Prado, 36, 28014-Madrid).
No soy profesor, ni pretendo dar una charla ni nada parecido, ni sé responder dudas. Pero me gusta decir en voz alta las mías, y pasmarme de lo que ocurrió en la URSS en los años veinte y treinta, que nunca entenderé, y a lo mejor entre varios nos intercambiamos pasmos y perplejidades.
Podríamos dejar correr el mes de agosto (por lo de las vacaciones) y quedar por ejemplo el sábado tres de septiembre a eso de las once de la mañana en la explanada de delante de la mole volante, al lado del jardín vertical.
Si preferís otra fecha, a mí me da igual. Dejadme comentarios y me adapto a quien se apunte (a la mayoría).
Seguiremos concretando en los comentarios de esta entrada.
Espero que se apunten una o dos personas (tampoco es como para más). Si no se apunta nadie, yo, en cualquier caso, veré la exposición.
Bueno. Esto es una blog-quedada en toda regla. Quizá bata un record y sea la quedada menos numerosa de la historia, pero casi mejor.
(Si en definitiva de lo que se trata es de tomarse unas cañas).
jueves, 28 de julio de 2011
domingo, 17 de julio de 2011
Los tres davides
No quiero dar una clase sobre historia del arte, por lo que me permito la acostumbrada ligereza expositiva, rayana en la falta de rigor.
No voy a exponer las características del primer Renacimiento, del Manierismo y del Barroco ni a ejemplificarlas con los tres magníficos davides correspondientes. Ya hay un montón de libros buenos, y esto es sólo un blog. Tan sólo voy a haceros notar un detallito que me llama mucho la atención y que me parece muy importante. Y con ese detalle hablaremos de arquitectura un día de estos.
Veamos el genial David de Donatello. Donatello busca el equilibrio clásico, la forma perfecta, y elige el momento de reposo final. Ya ha terminado todo.
No voy a exponer las características del primer Renacimiento, del Manierismo y del Barroco ni a ejemplificarlas con los tres magníficos davides correspondientes. Ya hay un montón de libros buenos, y esto es sólo un blog. Tan sólo voy a haceros notar un detallito que me llama mucho la atención y que me parece muy importante. Y con ese detalle hablaremos de arquitectura un día de estos.
Veamos el genial David de Donatello. Donatello busca el equilibrio clásico, la forma perfecta, y elige el momento de reposo final. Ya ha terminado todo.
David ha terminado su tarea. Tiene la cabeza de Goliath a sus pies y casi se contonea. Se apoya en la espada del gigante, que ha usado para cortarle la cabeza, y la otra mano se la apoya coquetonamente en la cadera. Tiene una pose poco heroica, incluso poco varonil, y ese sombrerito con flores no le ayuda nada.
Su cuerpo no tiene ninguna tensión. Es un adolescente sin terminar de formarse, pero ya se adivinan los músculos del que será un atleta en un futuro. Pero por ahora es poco más que un niño.
Bella imagen, equilibrio, tensión terminada, relajamiento.
Vamos ahora al extremo opuesto. Desde el incipiente Renacimiento damos un salto de dos siglos y nos vamos al Barroco de Bernini.
Si Donatello elegía el momento tranquilo en el que todo había terminado, Bernini nos lleva al instante en el que todo está ocurriendo. El momento decisivo, de tensión total, de desgarro.
David está lanzando la piedra. Su cuerpo está tenso, proyectándose al éxito o al fracaso. Se la está jugando.
La escultura es extraordinaria. Refleja perfectamente la acción, la violencia del gesto
y la cara de determinación y de fuerza tremenda. Se muerde los labios y su mirada da miedo.
Si Donatello nos mostraba un muchachito encantador que ya había terminado, que ya había pasado el mal trago, Bernini nos pone ante los ojos un hombre hecho y derecho, en plena violencia, en plena acción brutal.
Y en medio de los dos, entre Renacimiento y Barroco, el raro Manierismo, el sutil y alambicado estar en tierra de nadie, en la cuerda floja. El momento de transición, más flojo, más ambiguo, más indefinido, en el que no hay ideales tan rotundos ni tan fáciles de entender, en el que hay mucha ambigüedad y en el que los artistas suelen hacer juegos malabares, tonterías, ejercicios de estilo sin trascendencia y sin importancia alguna.
A no ser que uno sea un genio.
Porque precisamente el genio inclasificable se mueve como un pez en estas aguas revueltas. Miguel Ángel no se ciñe ni al Renacimiento ni al Barroco. Ni a nada ni a nadie.
viernes, 8 de julio de 2011
Cumplo un año
Acabo de comprobar que inauguré este blog el día 5 de julio de 2010. Hoy cumplo un año y tres días. (El mismo día de mi cumpleaños no me di cuenta).
Lo estrené en el peor momento profesional de mi vida (y muy malo también en lo personal), y en este año el blog no me ha dado más que alegrías. He conocido nuevos amigos, que me dicen cosas amabilísimas, y mantengo más estrecha mi relación con los amigos de siempre, que también.
En este año he tenido veintiséis mil quinientas veintiséis visitas (hasta este momento), cosa que no podía ni imaginar cuando empecé.
Es cierto que más de la mitad de las visitas son por error, pero eso no me importa. Como dice Vienna en Johnny Guitar: "Miénteme. Dime que me quieres". Pues eso.
Son visitas por error porque una vez se me ocurrió poner una imagen de un tatuaje espeluznante para ilustrar la tesis de Loos sobre el ornamento y el delito, como ejemplo de actitudes poco recomendables, y resulta que blogger me da una herramienta para saber cuántas visitas tengo cada día, a qué artículos, y con qué palabras de búsqueda dan conmigo; y todos los días la gran mayoría de los que entran aquí lo hace buscando tatuajes graciosos, que es justo lo que yo no quería. Se ve que entran, ven la foto y se van. No leen el texto, porque no he tenido comentarios ofensivos.
El único comentario ofensivio que tuve fue por mi burla de Punset. Ahí está, conservado. Pero después otro lector contestó a éste atacándole a su vez para defenderme a mí. Le agradecí el gesto pero le borré el comentario. Es el único que he borrado en un año. He tenido hasta el momento doscientos veinticinco. Gracias a todos.
No sabía cómo se hace un blog. Y sigo sin saberlo. Entré en blogger, elegí un fondo que me pareció bien (la estantería con libros) y apenas elegí nada más. Ni tipos de letra ni nada parecido. Poco a poco metí algunas cosillas en la columna derecha (las más obvias) y pare usted de contar. Me había hecho un dibujo para la cabecera, un logotipo de Arquitectamos locos?, pero no sabía cómo ponerlo, y se quedó sin estrenar. Y así todo lo demás.
Lo estrené en el peor momento profesional de mi vida (y muy malo también en lo personal), y en este año el blog no me ha dado más que alegrías. He conocido nuevos amigos, que me dicen cosas amabilísimas, y mantengo más estrecha mi relación con los amigos de siempre, que también.
En este año he tenido veintiséis mil quinientas veintiséis visitas (hasta este momento), cosa que no podía ni imaginar cuando empecé.
Es cierto que más de la mitad de las visitas son por error, pero eso no me importa. Como dice Vienna en Johnny Guitar: "Miénteme. Dime que me quieres". Pues eso.
Son visitas por error porque una vez se me ocurrió poner una imagen de un tatuaje espeluznante para ilustrar la tesis de Loos sobre el ornamento y el delito, como ejemplo de actitudes poco recomendables, y resulta que blogger me da una herramienta para saber cuántas visitas tengo cada día, a qué artículos, y con qué palabras de búsqueda dan conmigo; y todos los días la gran mayoría de los que entran aquí lo hace buscando tatuajes graciosos, que es justo lo que yo no quería. Se ve que entran, ven la foto y se van. No leen el texto, porque no he tenido comentarios ofensivos.
El único comentario ofensivio que tuve fue por mi burla de Punset. Ahí está, conservado. Pero después otro lector contestó a éste atacándole a su vez para defenderme a mí. Le agradecí el gesto pero le borré el comentario. Es el único que he borrado en un año. He tenido hasta el momento doscientos veinticinco. Gracias a todos.
No sabía cómo se hace un blog. Y sigo sin saberlo. Entré en blogger, elegí un fondo que me pareció bien (la estantería con libros) y apenas elegí nada más. Ni tipos de letra ni nada parecido. Poco a poco metí algunas cosillas en la columna derecha (las más obvias) y pare usted de contar. Me había hecho un dibujo para la cabecera, un logotipo de Arquitectamos locos?, pero no sabía cómo ponerlo, y se quedó sin estrenar. Y así todo lo demás.
miércoles, 6 de julio de 2011
Uno de los grandes (viejos) maestros
Caigo en la cuenta de que las dos o tres veces que he escrito en este blog sobre Le Corbusier lo he hecho como con un aire de suficiencia e incluso de condescendencia hacia él, como restándole valor o vacilándole.
Pero, bueno. ¿Pero qué me he creido? ¿Pero arquitectoy loco?
Perdón, y perdón, y mil veces perdón.
Le Corbusier es uno de los más grandes arquitectos de la historia de la humanidad.
(Es tan grande, doy por hecho que es tan grande, que cuando descubro alguna cosilla suya que me parece más floja o más débil corro a contarla. Pero eso sólo se puede hacer con los muy grandes. Uno no se toma la molestia de señalar presuntos fallos de alguien mediano).
La cosa es que hoy, despistado, débil, confuso, hojeo su libro Hacia una arquitectura (1923) y en la segunda de las "Tres advertencias a los señores arquitectos", la de la superficie, (páginas 25, 27, 28 de mi edicion de Poseidón de 1978, qué joven era yo entonces) leo (subrayadas lejana, ya remortamente, por mí) algunas obviedades, pero qué hermosas y qué sabias obviedades (de 1923):
"La arquitectura no tiene nada que ver con los 'estilos'.
[...]
"Como la arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes reunidos bajo la luz, el arquitecto tiene por misión dar vida a las superficies que envuelven esos volúmenes [...]
"La superficie del templo o de la fábrica es, la mayoría de las veces, un muro agujereado por puertas y ventanas. Esos agujeros son con frecuencia destructores de la forma y es preciso hacer que ellos acusen la forma. [...]
"Todo conduce a la reinstauración de los volúmenes simples [...]. La superficie, agujereada por las necesidades del destino, debe tomar las generatrices acusatrices de esas formas simples".
Pero, bueno. ¿Pero qué me he creido? ¿Pero arquitectoy loco?
Perdón, y perdón, y mil veces perdón.
Le Corbusier es uno de los más grandes arquitectos de la historia de la humanidad.
(Es tan grande, doy por hecho que es tan grande, que cuando descubro alguna cosilla suya que me parece más floja o más débil corro a contarla. Pero eso sólo se puede hacer con los muy grandes. Uno no se toma la molestia de señalar presuntos fallos de alguien mediano).
La cosa es que hoy, despistado, débil, confuso, hojeo su libro Hacia una arquitectura (1923) y en la segunda de las "Tres advertencias a los señores arquitectos", la de la superficie, (páginas 25, 27, 28 de mi edicion de Poseidón de 1978, qué joven era yo entonces) leo (subrayadas lejana, ya remortamente, por mí) algunas obviedades, pero qué hermosas y qué sabias obviedades (de 1923):
"La arquitectura no tiene nada que ver con los 'estilos'.
[...]
"Como la arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes reunidos bajo la luz, el arquitecto tiene por misión dar vida a las superficies que envuelven esos volúmenes [...]
"La superficie del templo o de la fábrica es, la mayoría de las veces, un muro agujereado por puertas y ventanas. Esos agujeros son con frecuencia destructores de la forma y es preciso hacer que ellos acusen la forma. [...]
"Todo conduce a la reinstauración de los volúmenes simples [...]. La superficie, agujereada por las necesidades del destino, debe tomar las generatrices acusatrices de esas formas simples".
sábado, 2 de julio de 2011
La mano abierta de Chandigarh
He escrito estas semanas una "trilogía de las manos" para preparar esta entrada, y ahora veo que me desborda. Me pierdo, me colapso. No sé por dónde empezar.
Vamos poco a poco y sin aturullarnos:
La independencia de la India es uno de los episodios más importantes del Siglo XX. Hablar de ese tema sobrepasa de largo las pretensiones de este blog. Sólo mencionaré muy de pasada que el primer ministro Nehru, entre las muchísimas medidas que tomó (y quizá una de las más insignificantes), decidió fundar una nueva capital del estado indio del Penjab: Chandigarh. Y le encargó el proyecto a Le Corbusier.
(Perdonad que vaya tan rápido. Os dejo enlaces para que leáis con calma si tenéis interés).
El sueño de un arquitecto: Construir una ciudad entera, y además una ciudad con una gran carga política y simbólica. Hizo el Parlamento, el Secretariado, el Palacio del Gobernador, el Palacio de Justicia, etc. Una ciudad surrealista, de hormigón visto y vacas y turbantes. Una imagen poderosísima y riquísima, llena de contrastes y contradicciones.
Y, como colofón, un monumento, un símbolo de la ciudad que ha trascendido la propia ciudad y se ha convertido en una imagen universal: la mano abierta.
Le Corbusier era un grandísimo arquitecto, pero era todavía mejor publicista. La mano abierta ha quedado como imagen de marca, como símbolo de modernidad y, aun más, de amistad, de bondad, de generosidad, de alegría... qué sé yo.
Vamos poco a poco y sin aturullarnos:
La independencia de la India es uno de los episodios más importantes del Siglo XX. Hablar de ese tema sobrepasa de largo las pretensiones de este blog. Sólo mencionaré muy de pasada que el primer ministro Nehru, entre las muchísimas medidas que tomó (y quizá una de las más insignificantes), decidió fundar una nueva capital del estado indio del Penjab: Chandigarh. Y le encargó el proyecto a Le Corbusier.
(Perdonad que vaya tan rápido. Os dejo enlaces para que leáis con calma si tenéis interés).
El sueño de un arquitecto: Construir una ciudad entera, y además una ciudad con una gran carga política y simbólica. Hizo el Parlamento, el Secretariado, el Palacio del Gobernador, el Palacio de Justicia, etc. Una ciudad surrealista, de hormigón visto y vacas y turbantes. Una imagen poderosísima y riquísima, llena de contrastes y contradicciones.
Y, como colofón, un monumento, un símbolo de la ciudad que ha trascendido la propia ciudad y se ha convertido en una imagen universal: la mano abierta.
Le Corbusier era un grandísimo arquitecto, pero era todavía mejor publicista. La mano abierta ha quedado como imagen de marca, como símbolo de modernidad y, aun más, de amistad, de bondad, de generosidad, de alegría... qué sé yo.
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