A ver: ¿Qué preferís: el hormigón o el césped; el asfalto o las flores? Creo que no necesito leer vuestras respuestas. Me las imagino unánimes. Pero como casi nunca hay unanimidad en nada, yo, como aquel dentista de cada diez que sí recomendaba chicles con azúcar, voy a pronunciarme hoy por el hormigón y por el asfalto y en contra de los vegetales.
Y es que el ABC nos cuenta con gozo la gran noticia de que la primera fábrica de FIAT, en Turín, se convierte en el jardín colgante más grande de Europa. ¡Bravo! (Si no te dicen nada más).
Pero para muchos de nosotros esa fábrica de la FIAT no es solo un mamotreto de hormigón con una capa de asfalto en la cubierta, al que hay que dignificar y suavizar con verde. Para muchos de nosotros ese mamotreto es una obra maestra de la arquitectura, de la tecnología y del espíritu humano de todos los tiempos.
En 1926 la casa FIAT creó en el barrio de Lingotto, de Turín, su primera fábrica. Era fábrica, eran oficinas y era ¡circuito de pruebas en la azotea!
El ingeniero Giacomo Mattè-Truco, empleado de la casa en la sección de talleres mecánicos y fundiciones, diseñó un edificio larguísimo con una pista de carreras de mil doscientos metros en la azotea.