Me acabo de acordar de que hace unos años vino a mi estudio un profesional sanitario a pedirme presupuesto para hacerse su vivienda-consulta.
La traía ya dibujada en plantas sótano, baja y primera en unas hojas cuadriculadas.
¡Mierda! ¡Conocía la técnica del papel cuadriculado! Durante generaciones, durante siglos, los arquitectos hemos guardado celosamente ese, nuestro más preciado secreto profesional, y nos hemos juramentado para no contarlo jamás a los profanos, pero hace unas décadas algunos idiotas se fueron de la lengua y ya se ha extendido hasta un punto de no retorno y de pérdida absoluta de control, lo que ha devenido en el actual colapso de nuestra profesión.
Sí: nuestra otrora digna y respetable profesión está muerta. Ahora ya cualquiera puede dibujar los planos de un edificio, y por lo tanto ya no nos necesita para nada.