Hoy os voy a contar una bonita historia de hurbanismo patrio. (Para el concepto de hurbanismo clicad aquí).
En el año 2005 la Junta de Extremadura, consciente del raro valor ecológico que tenía un islote del embalse de Valdecañas, lo declaró ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves) y lo incluyó en la Red Natura 2000 de la Unión Europea. ¿Por qué? Pues porque las aves lo tenían como lugar de anidación y de cría. Y es que claro: Era un lugar fantástico.
¿Pero qué pasó con tan fantástico lugar? Pues que si los pájaros no son tontos para elegir un sitio agradable los pajarracos tampoco lo son. Y les gustó el sitio.
No hay en el mundo un lugar tan bonito que no se pueda mejorar con un campo de golf, unas villas, unos hoteles y un embarcadero. Todo ello de lujo; eso no hay ni que decirlo. Y así lo propuso un importante grupo empresarial, que por la magia del hurbanismo convirtió ese terreno (bueno para los pájaros, pero nada más), que podría valorarse en 0,00 €, en un paraíso para ricos valorado en muchos millones y, sobre todo, atractor de muchas y muchas millonadas. Millonadas for everybody, oh com'on baby súbiri súbiri dubi dubi yeah.
He sido incapaz de encontrar una foto del islote de Valdecañas antes de la hurbanización.
Una vez más estábamos ante el milagro de la multiplicación de los panes y los peces y el de la gallina de los huevazos de oro.
Y una vez más las autoridades políticas abrazaron el proyecto. Porque era muy respetuoso con el medio ambiente, porque RESPETABA todo: la vegetación, los bichitos, las amapolas, el canto de los pájaros y la puñetera ZEPA.
Ampliad el mapa y veréis el respeto.
Todo el proyecto fue considerado "de interés regional" (dinero, puestos de trabajo y desarrollo de un islote de mierda que hasta entonces solo tenía cardanchas y piojos). Todos los informes exigibles fueron favorables y en un esfuerzo hurbanístico sin parangón se aprobaron Planes Generales, Planes Parciales, Planes Especiales y hasta Planes de Pensiones en un tiempo récord.
Pero ahí seguía la ZEPA y la inclusión en la Red Natura, que tanto había gustado a los políticos locales cuando aún nadie les había perfumado con el nuevo aroma. Qué fastidio. El asunto pareció arreglarse definitivamente cuando la Junta de Extremadura declaró favorable el estudio de impacto ambiental y decidió que las aves eran muy dueñas de seguir pasando por allí y de anidar en tees, bunkers, roughs y greens, por lo que toda esa operación no afectaba en nada su calma ni sus hábitos reproductivos. Era obvio que una Zona de Especial Protección de Aves no estaba reñida con hoteles, villas, campo de golf y embarcadero. Es más, era obvio que la mejor -qué digo la mejor: la única- forma de darles a esas aves una especial protección era con hoteles, villas, campo de golf y embarcadero.
Pero Ecologistas en Acción tuvo que venir a joder la parva. Presentaron un recurso contencioso y la liaron. Con lo contentos que estaban todos. Armaron un argumento absurdo sobre que tan brillante y feliz operación conculcaba la legislación urbanística extremeña y las disposiciones y exigencias de la Unión Europea para con los espacios incluidos en la puñetera (¡ay, Señor, en qué hora!) Red Natura 2000.
El Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJEX) dio la razón a los ecologistas en 2011: El plan del islote de Valdecañas vulneraba la legislación autonómica del suelo, que estaba clasificado como no urbanizable de especial protección. Así que el TSJEX ordenó que se deshiciera todo y que se restituyera el islote a su estado original. Uf, un palo bastante fuerte. Un palo tremendo. Pero los emprendedores y valientes políticos se sobrepusieron al disgusto de una forma ejemplar. ¿Sabéis lo que hicieron? Cambiaron la legislación autonómica del suelo ¡con carácter retroactivo! ¡Y lo hicieron por unanimidad de todos los partidos políticos! ¿Habrá algo capaz de frenar el talento de nuestros dirigentes cuando está en juego la felicidad del pueblo?
El Parlamento de Extremadura dijo que con esa jugada el proyecto ya tenía soporte legal. Hala, problema resuelto.
Entonces el TSJEX envió el paquetito al Tribunal Constitucional, porque la pintoresca modificación de al ley autonómica del suelo no la dejaba muy coherente con la ley estatal en un par de detallitos, como por ejemplo que el suelo no urbanizable de especial protección tiene que ser de especial protección. También había un par de cosillas que entraban en conflicto con la propia Constitución Española.
La Junta de Extremadura acudió al Tribunal Supremo y perdió en 2014. Otro palo.
La cosa finalmente parece que no tiene vuelta de hoja y ahora vienen los lloros del dineral que va a costar deshacer todo lo hecho y dejar el islote como estaba. Y a ver de dónde se saca tanto dinero, ahora que ya no es para más ganar, sino para más perder.
Con el asunto en esta situación, el otro día el periódico El Mundo publicó un artículo cuyo titular me dejó atónito y me pareció inaudito, tremendo, una auténtica lección para dar en las escuelas de periodismo: "Valdecañas: de cómo los ecologistas con prejuicios contra la jet set están a punto de cargarse el paraíso de los fines de semana". ¿Prejuicios? ¿En serio? ¿Prejuicios? ¿Cargarse el paraíso? No hay más preguntas, señoría.
Confieso que al ver este pantallazo en Twitter pensé que era una falsificación. Pasa mucho. Tenía que ser no solo un bromista, sino alguien con muy mala baba contra el periódico para amañar un falso titular como ese. Pero no: Busqué en Google El Mundo Valdecañas y ahí sigue, tal cual. No pongo el enlace por dos motivos: El primero porque los titulares en la web están vivos y pueden cambiar cualquier día (fiaos de mi palabra; lo he comprobado y ahí sigue aún hoy, varios días después de su publicación), y el segundo porque los medios en internet viven de las visitas que tienen sus publicaciones, y no me da la gana "generar tráfico" a ese basurero. ¿Cómo se puede titular así? Ya puestos, podrían forzar un poco más la situación: "Los asquerosos y vengativos ecologistas perroflautas con prejuicios contra la gente decente se quieren cargar todo lo bueno de la sociedad".
Confieso que creo en buena medida que los arquitectos tenemos un componente antiecologista en cuanto que pretendemos mejorar la propia naturaleza con nuestra obra. Somos unos soberbios y unos prepotentes, aunque es cierto que en ciertos casos felicísimos se ha conseguido. La propia arquitectura y el propio urbanismo son eso, y no por un indeseado efecto colateral, sino por su misma razón de ser. También confieso que a lo largo de mi vida profesional he hecho urbanismo y me he indignado por cualquier pega que ha puesto la administración pública a mis propuestas, y me he solidarizado con mi cliente hasta el punto de pensar como él y de hacer mías sus pretensiones, y no solo por los interesantes honorarios profesionales comprometidos, sino porque de verdad he llegado a creer en la bondad de nuestra pretensión.
(También hay que ver qué tipo de pegas y puñeterías les ponen las administraciones públicas a los técnicos y a los agentes urbanizadores de escala pequeña o mediana y qué alfombras rojas extienden ante determinadas macrobestialidades).
Vamos, que yo, intentando hacer urbanismo, he podido hacer a veces algo de hurbanismo, lo confieso, pero es que esto de Valdecañas ya es hhhurbanismo, y lo de El Mundo me ha parecido perihodismo. (Pero reconozco que pueden ser solo prejuicios míos).