Cámara de gas de la prisión de San Quintín. La auténtica
La escena era muy buena: El asesino (pero aun así digno de lástima y de comprensión, y casi de simpatía), encarnado magistralmente por Fred MacMurray, a punto de ser ejecutado, mira a su amigo y compañero Edward G. Robinson, que le ha descubierto y entregado, y que está al otro lado, al lado de la ley, al lado de los buenos (pero nos cae peor).
Las dos miradas lo dicen todo: Mac Murray muestra arrepentimiento, respeto y, a pesar de todo, cariño por su amigo. Robinson, incorruptible, tenaz y férreo, le mira con ojos duros, y con esa boca fina y horizontal, de pez feroz, incluso cruel. Las dos miradas de despedida cierran la película. Fin.
(Ah, ¿que no habéis visto la película? ¿En qué estáis pensando? Corred, insensatos. Meteos entre los ojos y las orejas esa barbaridad de película, esa maravilla que -aunque lo pueda parecer- no os he destripado).
Escena de Perdición (Double Indemnity) suprimida por Billy Wilder
Cuando, una vez montada, Billy Wilder la vio, se dio cuenta de que esa escena magnífica no aportaba nada a la historia, y la suprimió. Se habían gastado un dineral en ella, y además, como he dicho, estaba magistralmente interpretada y realizada. Era estupenda y transmitía una intensa emoción.
Pero en realidad ya había quedado todo claro con la confesión del asesino (sigo sin destripar nada). Ya estaba todo dicho. No había que añadir nada más. Qué risa, con el dinero que se habían gastado los productores, con el talento que habían demostrado todos, desde los decoradores a los actores. (Los productores se aguantaron porque Billy Wilder era una fuente inagotable de beneficios, y confiaban en su instinto para contar historias y, por lo tanto, para llenarles a ellos la caja).
Estoy de acuerdo con Billy Wilder. He visto varias veces la película y nunca he echado nada de menos. No le falta nada o, lo que es lo mismo, si tuviera esa escena final le sobraría y sería peor película.
¿Y si yo hubiera hecho esa escena sería capaz de suprimirla? ¿No me daría mucha pena? Seguro que más de un director mataría por haberla filmado, y sin embargo el que la filmó la desechó.
Otro ejemplo:
Veamos este magnífico aguafuerte de Rembrandt:
Rembrandt. Las tres cruces. Estado I
Es un trabajo delicado, complejo, muy rico. (Clicad la imagen para verla más grande y apreciar sus detalles).
Sin embargo, Rembrandt no estaba satisfecho y siguió trabajando la plancha. Buscaba el efecto de luz que ya se muestra desde el principio, pero quería acusarlo, exacerbarlo. Quería reflejar ese estado terrible y lleno de desesperación que describen los evangelios, con las tinieblas adueñándose de todo y el cielo abriéndose literalmente. Hizo varios cambios. Puso y quitó personajes y lo dejó estar,
Pero años después volvió furiosamente sobre la plancha y dejó la estampa así:
Rembrandt. Las tres cruces. Estado IV