Hace tiempo se hizo muy famosa la estrafalaria bruja Lola, que adivinaba el futuro de los espectadores de la tele con el consabido éxito que tienen todos estos cantamañanas, y que, cuando alguien la pillaba en un renuncio clamoroso, saltaba airada y amenazante: "¡Te viá poné doh velah negrah!"
La bruja Lola y sus dos velas negras
Bueno, pues a mí no me han puesto dos velas negras, sino dos bandas negras. Y no sé qué es peor.
He terminado con una gran satisfacción una de las mejores obras que he hecho en mi vida (lo cual, dado mi irrisorio nivel, tampoco es decir mucho). Ha sido una experiencia buena en todo.
Desde el primer momento, cuando conocí a mi cliente, las cosas fueron bien. Venía con unas ideas claras y sencillas y a partir de ellas se dejó aconsejar por mí. Además estaba abierto a una imagen moderna de arquitectura y a mí me sentó estupendamente aparcar (siempre de manera provisional) los canecillos de hormigón imitando madera, los falsos arcos de ladrillo, las columnas de piedra, las balaustradas y toda la panoplia habitual de gadgets.
En este caso, además, esos adminículos paleto-clásico-rústico-pintorescos no fueron sustituidos por otros moderno-cool-pedantes, sino que las cosas fueron surgiendo como convenía y cuadraba, y todo salió de una forma muy natural.
Para colmo, el propietario, que tiene una pequeña empresa constructora y mucha curiosidad e iniciativa, introdujo en obra algunos elementos (siempre consultándonos al arquitecto técnico y a mí) que mejoraron notablemente el proyecto.
La obra se desarrolló muy bien, y yo, vanidoso al fin y al cabo, y muy necesitado de cariño, hice lo que no he hecho nunca: poner algunas fotos en las redes en las que ya se veía perfectamente todo, y faltaban solamente los últimos acabados.
Como el propietario-constructor se gana la vida haciendo otras obras y esta era para sí mismo y su familia, al final le iba dedicando ratos muertos, fines de semana y vacaciones, y parecía que nunca se iba a terminar.
Cuánto disfruté esta obra y qué ganas tenía de verla terminada del todo. No me podía esperar más.
Pero finalmente se ha terminado. Maldita sea.