martes, 28 de febrero de 2023

La reina de Somosaguas

A Agustín Ferrer Casas, que otra vez que le metí
prisas no solo conseguí que terminara un cómic insigne,
sino que incluso me mencionara en los agradecimientos.
A ver si con esto le vuelvo a animar. 


La Casa Carvajal está en venta por cuatro millones doscientos mil euros, y eso me hace pensar varias cosas que voy a intentar explicar aquí.

En el reportaje de El País dicen 4.200.000 €. En este
anuncio pone 3.950.000 €. (No sé si es que ya lo han rebajado).

La primera es que la casa "está en precio". Tan grande, con una parcela también enorme y en una urbanización de lujo, se está pidiendo por ella lo que vale el metro cuadrado en esa zona, sin ningún plus por ser una obra de arte (aunque en el anuncio inmobiliario presumen de ello con legítimo orgullo).

Pero es que el hecho de ser oficialmente una obra de arte no solo no hace que el precio suba, sino que la perjudica notablemente y los vendedores quisieran quitarle esa etiqueta para que los posibles compradores se animaran. Porque ¿quién quiere una obra de arte? Colgada en una pared está muy bien, y de adorno en un jardín también, pero para vivir en ella es una tortura.

lunes, 20 de febrero de 2023

Es fácil ser arquitecto

De vez en cuando aparece en mis redes sociales esta estupidez:

Es algo que me saca de quicio, que me pone de mal humor, que me incomoda muchísimo. Se trata de que alguien, orgullosísimo de haber conseguido llegar a ser arquitecto (se ve que no se lo cree ni él, y habría que ver cómo se sacó la carrera) enuncia una supuesta ironía: "Es fácil ser arquitecto", para luego añadir una retahíla de cosas que prácticamente nos convierten en superhombres.

domingo, 12 de febrero de 2023

Premio (con striptease)

Es una zafiedad y una ordinariez aprovechar que a alguien le dan un premio para arrimarse a él y exhibirlo como si nos perteneciera un poco, y hablar de él con una especie de camaradería con el premiado, como haciéndonos los cómplices. No, nada de eso, pero es que ayer sábado la academia de cine le ha dado el Premio Goya al mejor cortometraje de ficción a la película Arquitectura emocional 1959, y los profesionales y amantes de la arquitectura nos hemos puesto muy contentos, como si tuviéramos algo que ver con ello.

La vi hace unas semanas en una proyección especial en el auditorio del COAM, con asistencia de su director, Elías León Siminiani, entre otros. Me gustó mucho y, a pesar de mi pudor, me atreví a felicitarlo al final del acto. Estaba nominado a los Goya y todos le deseamos que lo ganara. Y mirad: lo ha ganado. Estupendo.

La película trata de la historia de amor entre dos jóvenes universitarios: Andrea, una chica de la alta burguesía, hija de un notario, que vive en un espléndido edificio del arquitecto Secundino Zuazo enfrente del Retiro de Madrid, y Sebas, un chico de clase obrera, hijo de un empleado de la EMT de Madrid , que vive casualmente en otro edificio del mismo arquitecto, tan espléndido desde el punto de vista de la sabiduría arquitectónica, pero mucho más modesto, pequeño y alejado del centro mollar de Madrid.

viernes, 10 de febrero de 2023

El técnico

La primera vez que alguien se refirió a mí como "técnico" me sentí muy raro. (Además fue en una situación muy desagradable que nunca olvidaré, y que me enseñó mucho). Acababa de terminar la carrera y fue en mi segundo trabajo como arquitecto.

Fijaos qué tontería: me habría sorprendido mucho menos que me llamaran "artista". Desde luego yo me sentía muy arquitecto y mucho arquitecto. Estaba muy orgulloso de serlo, de haber alcanzado ese estatus tan deseado. Y para mí por aquel entonces un arquitecto estaba mucho más cerca de ser un creador que de pasar datos a una tabla.

Debe de ser por la misma razón por la que siempre me he obstinado en hablar de "mi estudio" y no sucumbir a la tendencia cada vez más generalizada de llamarlo oficina. Un estudio es mucho más bohemio. Un estudio es el sitio de un pintor, de un poeta, de un músico, y una oficina es el de un contable, un agente de seguros, un auxiliar administrativo. En un estudio puede morir Mimi, en una oficina te pueden compulsar una fotocopia.

Pues bien, este artista que aquí veis no ha hecho en su vida ni una obra de arte, mientras que pasa horas y horas descargando fichas catastrales. La profesión era esto.

Y a mucha honra. Como decía Antonio Machado y yo repito a menudo,

a mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho donde yago.

jueves, 2 de febrero de 2023

Dos hitos, dos mojones

Quiero comentar aquí dos episodios paralelos y creo que muy aleccionadores para todos, pero especialmente para los arquitectos, que muy a menudo nos presentamos a concursos y que, de una u otra manera, siempre estamos sometiendo nuestro trabajo a la aprobación de los demás. 

Lo voy a ejemplarizar con dos carteles que creo que son dos hitos, dos piedras miliarias, dos mojones, dos referencias en el camino de la creación y de la apreciación de la obra de los diseñadores por el público.

Ruta de los mojones. Pina de Ebro (Zaragoza)

El primero de ellos es el de la tradicional Fiesta de la Aceituna de Martos (Jaén). Para elegir el del año 2022 se convocó un concurso, como cada año, y lo ganó la artista fuenterrobleña Silvia Viana Chaves, una ilustradora con mucha experiencia y con una gran potencia expresiva.

Hizo un cartel que a mí me parece muy sugerente (y se ve que al jurado también): un gesto insistente de rayar y rayar con lápiz de color aceituna en un movimiento elíptico, obsesivo, directo y brutal, para recordar la forma de una aceituna. Y, sobre este grafismo elemental y a la vez frenético, una buena tipografía en rojo y negro y los logos exigidos.

Ya está. Todo intención. Pura sencillez y potencia:

Silvia Viana Chaves, cartel ganador de la
XLII Fiesta de la Aceituna de Martos (Jaén)