miércoles, 28 de diciembre de 2016

Inocentes

Hoy, día 28 de diciembre, quiero dedicaros la entrada a todos vosotros, inocentes, y a mí mismo, inocente inocente.


Quiero dedicar esta entrada a estos entrañables días navideños que estamos viviendo, con esta estúpida televisión que nos acompaña, en esta idiota situación en la que permanecemos y con esta tonta sensación de que molamos y somos guays.
En nochebuena, después del intrascendente y casposísimo discurso de nuestro bien amado rey (en un casposísimo despacho que nos avergüenza a todos sus súbditos), las variadas televisiones que nos entretienen y cultivan nos volvieron a meter en el túnel del tiempo para darnos todo tipo de festivales de frikis, con humoristas sin gracia, cantantes antaño sexis y hoy convertidos en señoronas muy raras y retales de vergonzosos programas en los que simpáticos caricatos hacían de cantantes tan gloriosos como Julio Iglesias, Isabel Pantoja, David Bisbal o Rocío Jurado, en un desternillante espectáculo en el que la abuela casi se desorinó gritando: "¡Ay, si es igual igual!"

martes, 20 de diciembre de 2016

Criticones

Hace unos años leí un artículo estupendo, una crítica despiadada, lúcida y muy graciosa a la arquitectura moderna, o a buena parte de ella. Se titulaba "Satán es mi señor (parte I): ¡Tu vida va a ser un infierno!". (Si no lo habéis leído aún clicad en el título y lo podréis leer: Merece la pena).
Me gustó mucho. El artículo se hizo tan famoso que poco después se creó una página web con ese nombre: "Satán es mi señor" (SEMS) y también un grupo de Facebook que sigue muy activo.
Naturalmente, me uní inmediatamente al grupo de Facebook. Pero en seguida me sentí muy defraudado. Los umildes sierbos del Vajísimo, además de hacer divertidas faltas de ortografía a propósito (me encanta lo de "jormigón" y lo de "jormigonaco", lo de "majno grupo", lo de "adefisio" y lo del "Vajísimo") y de poner fotos de engendros tan horribles que hasta se daban la vuelta y resultaban muy atractivos, estaban cada vez más creciditos, lo confundían todo, lo ponían a parir todo sin ningún fundamento, lo cuñadeaban todo y me hacían sentir mal cuando atacaban alguna obra maestra a lo loco y a capricho. Un par de veces hice comentarios a favor de algún edificio admirable puesto en la picota sin ton ni son, pero me di cuenta de que eso era una tontería por mi parte, ya que la gracia de los SEMS es precisamente esa: poner a parir cualquier obra porque sí.
Así que me di de baja porque ya no me causaban ninguna alegría. Era siempre lo mismo: se denunciaba una obra, de la que se aportaba foto, y ya está. Daba igual que fueran las gominolas gigantes de las rotondas que Torres Blancas. Daba igual que fuera un nuevo centro comercial superferolítico que Ronchamp. Daba igual todo.

Portada navideña que actualmente tiene el grupo SEMS en Facebook

No me molesta en absoluto que se critiquen obras que tengo por fundamentales: Todo es criticable. Todo se debe poner en entredicho. Siempre. Si no criticamos nos quedamos en el nivel estupidizado del mero babeo elogioso o del mero cabreo refunfuñante. (Esas dos actitudes sí que me molestan, ya digo).
Toda obra es enriquecida constantemente por nuestros juicios, incluso (y tal vez sobre todo) por los negativos. Intentaré expresarme mejor: La obra está ahí y seguramente le dan igual nuestras apreciaciones; somos nosotros los que nos vemos transformados y enriquecidos por los sucesivos juicios que nos llegan de la obra y por los que emitimos.
Por eso mismo la crítica es necesaria. Poco le importan a Las Meninas al Quijote o al Cuadrado blanco sobre fondo blanco lo que yo diga sobre ellos, pero tal vez eso que yo diga le despierte a algún lector alguna idea, incluso -sobre todo- opuesta a la mía, alguna nueva perspectiva, algún enfoque que, aunque erróneo, tonto o disparatado(*), le sirva para enfrentarse a esas obras con sus propios ojos y su propio criterio: un criterio que se va formando constantemente con las distintas contaminaciones que le llegan. Por eso todo vale; toda crítica suma y aporta.
No puedo meterme sin más con los de SEMS y yo seguir aquí, tan pancho, escribiendo en este blog. Yo soy otro bocazas, otro "cuñado", otro bocachancla, y si me aburrieron los SEMS porque siempre eran lo mismo y no aportaban nada, igualmente os aburriré yo, nos aburriremos todos, hablando siempre de lo mismo.
Por eso siempre intento decir algo y explicar (como puedo y hasta donde llego) por qué lo siento o lo veo así. Creo que, haciéndolo de esa manera, se me puede permitir incluso estar equivocado, ya que la labor de la crítica no es tanto aportar la verdad como generar un ambiente de discusión.
(Bueno: No sé si soy capaz de llegar alguna vez a la categoría de "crítico" o me quedo simplemente en mero "criticón". Son cosas distintas).

jueves, 8 de diciembre de 2016

El Prado sin prado

Le dedico esta entrada, con más miedo que vergüenza,
al siempre lúcido Jaume Prat.
También a mi amigo Pablo, amigo del museo, que me invitó
y me acompañó, y me ayudó a abrir los ojos en muchos detalles,

El otro día fui al Museo del Prado con mi amigo Pablo. Hacía muchos años que no iba; tantos que ni siquiera había visto la ampliación de Moneo (que, por cierto, no me pareció nada de nada: unas cuantas salas dispuestas para exponer, una escalera larga, unos ascensores, unos aseos... o sea, lo correcto; no sé si es para tanto, pero tampoco sé si se puede hacer mejor).
Vimos las exposiciones temporales de la metapintura, de José de Ribera y del Maestro Mateo. Fantásticas pero agotadoras. De pie derecho (y a "paso museo") más de cuatro horas. Me dolían las piernas y la espalda. Y aún tuvimos humor (y Pablo la paciencia) de subir al claustro elevado (operación pop donde las haya) de los Jerónimos para ver la exposición de las ocho propuestas finalistas para la nueva ampliación del museo, consistente en la adaptación del Salón de Reinos.
Digo todo esto para ponerme el parche antes de la herida y para pedir disculpas antes de opinar. Estaba agotado, y el análisis de los paneles requería una atención, una lucidez y un tiempo que no tenía. No obstante sí que pensé un par de cosas, y como soy un inconsciente y un irresponsable las voy a decir aquí.
Creo, para empezar, que se trata de un concurso imposible, en el que el planteamiento es más que discutible, por no decir directamente que es erróneo. Se está constituyendo un grandísimo museo por adición de cagaditas. Por lo tanto, da igual cómo se resuelva cada cagadita: son cagaditas.
El Salón de Reinos no es una gran obra arquitectónica (ni siquiera es muy buena), y no es digna del Museo del Prado. A este paso, si el museo va necesitando nuevos espacios podría ir adquiriendo cualquier local -un Palacio del Pollo Asado, un Museo del Jamón, un McDonald's...- e ir convocando concursos de arquitectura a los que se presentarían las más grandes eminencias.
Dicho lo cual, cualquiera de las ocho propuestas que se exponen me ha parecido bastante más digna que el edificio original, y a la vez todas absolutamente inútiles. Pero no es culpa de los arquitectos que las han presentado. Ha sido la convocatoria del concurso, las bases mismas, que no permitían solución.

Croquis muy elocuente e inteligente de la propuesta ganadora,

No puedo analizar una por una. Sí diré que el croquis a mano alzada de Foster-Rubio me ha parecido inteligente y pícaro, muy elocuente y muy atractivo ante tanto render 3D y tanto exceso. El gesto casi para niños, dibujando hasta la manita que quita la cubierta y la que quita dos forjados como si fueran dos naipes o dos tarjetas rojas, me ha parecido encantador, y hábilmente dirigido a un jurado cansado y saturado.
La propuesta de B720-Chipperfield me parece muy elegante, pero flojita; la de Souto-Hernández-Riaño magistral, pero como es magistral un arpegio de Bach, apenas un distraído y automático do-mi-sol-do. Es Bach, sí, pero no es la Pasión según San Mateo, sino un mero borrador, un apunte. Cruz y Ortiz también muy elegantes, como siempre... Sí: todas las propuestas son muy buenas, pero...

Pero la consabida fachadita sur es lo de siempre, la "plaza" que relacionaría en superficie el Museo inicial, la ampliación de Moneo, el Casón y este Salón del Reino es anodina -interesante la de SoutoHdezRiaño y escamoteada astutamente por FosterRubio-, y la relación subterránea entre todo ello, que a mi juicio sería la verdadera clave de cada propuesta, es evitada concienzudamente.

En la primera pasada los paneles de OMA me parecieron una salida de pata de banco. Pero reflexionando un poco me parecen los más coherentes con la incoherencia de todo el planteamiento, y si pecan de algo es de ser demasiado comedidos y de haberse quedado cortos en su pretendida provocación. Al final se peinan, quitan los codos de la mesa y hasta bendicen los alimentos que todos vamos a tomar.

Seguramente el Museo del Prado sea un problema sin solución -como lo son el Louvre, el Metropolitan, el British...-, un monstruo imposible, un terrible acúmulo del talento de la humanidad. ¿Cómo se hace un museo así? ¿Cómo se le da sentido en esta época en la que el mero atesoramiento de obras de arte y su exhibición no tienen ya tanto sentido como antaño?
Yo solo veo dos modelos de museos, y los dos me parecen muy problemáticos:

Uno sería el mamotreto monstruoso, con hectáreas y hectáreas construidas, y con previsión de más y más hectáreas ampliables. En este caso no tiene mucho sentido conseguir esa inmensa mole por adición de edificios separados que se ligan mediante galerías subterráneas. (Y, repito, ahí el verdadero proyecto son esas galerías, que en este concurso no se ven). Sería mucho mejor hacer un grandísimo edificio de nueva planta. Tal vez aún se podría reconsiderar lo de la Peineta para el Atleti y adaptarla y requeteampliarla para Museo del Prado. O hacer por fin el gran EurovegasPrado, o el inmenso ParqueWarnerPrado, en algún municipio del sur de Madrid. En el Quiñón de Seseña quedaría de miedo un enorme PoceroPrado.

El otro sería hacer ese Museo del Prado en sedes dispersas, repartidas por toda España. Un verdadero Museo Nacional del Prado. Cada sede podría tener unos fondos fijos y existir además un gran fondo circulante, o bien que todo el fondo del museo fuera circulante a base de exposiciones temporales que se alternarían con actividades culturales, conferencias, ciclos de cine y de teatro, festival de jazz renacentista y lo que hiciera falta. Quiero decir hacer un museo marca, una especie de SuperGuggenheim, un Prado sin prado, sin el cateto Salón del Prado al que los madrileños (bizarrísimas damas y bien dispuestos caballeros) salían a pasear sin daños ni perjuicios, ni deshonestidades.

Qué viejo es todo esto, qué paleto. (Por cierto, que veo en los paneles esos cuartetos de cuerda callejeros, esos caminantes bizarrísimos, esos señores y señoras principales y noto el tufillo chulapón y castizo, y me da tiritona).

Siempre me pasa igual: Me lanzo a escribir, me entusiasmo y me pongo a disparatar. Sólo quería decir que sí, que un concurso de arquitectura más, que vigas blancas de gran canto y cerchas vistas a lo povera (junto con la más pija sofisticación), o dobles alturas con vigas en equis allá arriba, o estucos malvas, rosas, blancos, o cubiertas de chapa o de policarbonato, o chapados de granito o de uglass, o de hormigón blanco.
La verdad es que sí, que todo es muy bonito y que los arquitectos concursantes han hecho buenos trabajos.
Permanezcan atentos a las nuevas ampliaciones. Cuando lleguen a la Puerta de Alcalá va a estar muy bien.


(Si te ha gustado esta entrada clica el botón g+1 que aparece debajo. Muchas gracias).

jueves, 1 de diciembre de 2016

Platero

¡Uno, dos y tres!
¡Por David García-Asenjo Llana,
por todos mis compañeros
y por mí el primero!
(Del juego del escondite)


Estoy muy enfadado, mucho más que el otro día con el lector anónimo que dejó el comentario que os conté. Y estoy tan enfadado porque voy a tener que darle la razón al final.
(Con la de apoyos vuestros que tuve y lo arropado que me sentí y resulta que no, que no tenemos razón. Quien la tiene es ese anónimo).

El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) está en proceso de elaboración (e inminente aprobación) de sus nuevos estatutos, y uno de los miembros de la Junta de Representantes, arquitecto de cierto renombre y alguna responsabilidad institucional, escribe a dos manos con otra compañera esta ¿carta?, ¿invectiva?, ¿queja?, ¿propuesta?, ¿qué?
¿Apoyan a la Junta de Gobierno del COAM? ¿La critican? ¿Critican a las voces críticas?
¿Qué coño quieren decir?

(Clica si te atreves y lo verás más grande)

¿Qué hacen los autores? ¿Qué mensaje quieren comunicar? No tengo la menor idea.
Lo único que constato, una vez más, es que los arquitectos somos los más estupendos del mundo, los más exquisitos. Ya no es que meemos colonia, es que no meamos: osmotizamos néctar y ambrosía formando un cuerpo místico delicuescente.
¿Me quejé el otro día de que me llamaran gilipollas? Poco me llamaron. Soy un megagilipollas. Acabo de aceptar un proyectito de reforma de escalera en un chalet, con unos honorarios ridículos, y el colegio me cobra más cuota de la que esperaba, dejándome con el culo al aire. La cuota del seguro me parece excesiva y constato, una vez más, que me he equivocado en mis cálculos y que si todo me sale bien y a la primera, y en la obra todo se da sin el más mínimo problema igual hasta me quedan ciento cincuenta euros limpios. Culpa mía, por supuesto. No culpo a nadie.
Pero tengo un colegio que me sube y me sube las cuotas y que cada vez me da menos, y que inventa constantemente conceptos nuevos, cosas no incluidas que hay que pagar aparte, y mientras tanto publica estas cosas para... ¿Para qué? Para volvernos locos. Para desafectarnos completamente de todo el aparato. Para asquearnos del todo y para echarnos al monte.