viernes, 28 de febrero de 2020

Querida Rocío:

Querida Rocío:

En estos tiempos de zozobra, de turbiedad y de inquietud te escribo esta carta para manifestarte todo mi apoyo y toda mi admiración, que raya en pura envidia (sanísima, eso sí).

Eres un ejemplo para todos: una mujer de voz dulce e incluso meliflua, pero de convicciones firmes; una persona elegante, atractiva, activa y eficiente; una emprendedora; una luchadora optimista, que no le teme a los recovecos de la vida.
No puedo evitar verte como una suerte de monja seglar, como una santa guerrera, una Juana de Arco, una adelantada y una Arya Stark dispuesta a todo por salvar a su familia, a sus huestes y a su reino.


Has sido arquitecta antes de ser arquitecta, una profesional eficacísima que ha pergeñado imaginativas figuras administrativas y legales, una emprendedora, una gran creativa más allá de la supuesta (y tan reducida, y tan manida) creatividad de los arquitectos.
Según ha contado el Pepe de Los Pepes, que fue tu catedrático de proyectos, eras una alumna ejemplar, incluso brillante, y a mí no me extraña: No hay más que verte. Te imagino en clase, atenta, trabajadora, afable, educada... Un ejemplo para todo el alumnado, siempre tan disperso y despistado, tan patán. Tú no; tú ibas a lo tuyo con una claridad de ideas y una determinación pasmosas.

domingo, 23 de febrero de 2020

Pérdida de

Dentro de un par de meses cumpliré sesenta años, que es una cifra rotunda que no me termino de creer (qué rápido ha pasado todo; me parece mentira). Fui arquitecto a los veinticuatro años (a punto de cumplir los veinticinco), y he trabajado ininterrumpidamente como tal desde entonces (qué difícil es esto para los jóvenes de ahora), sin haber construido jamás nada de valor. O de bastante valor. O de mucho valor. O yo qué sé.
Siempre me ha apasionado la arquitectura, pero, aunque he tenido muchos clientes y muchas oportunidades, las he desaprovechado todas.
Alguna cosa digna sí he hecho, y de dos o tres (bueno: a lo mejor diez) me siento razonablemente satisfecho, pero en todo caso no son para tirar cohetes ni dar saltos de alegría.
Sigo teniendo curiosidad por muchísimas cosas, pero a lo mejor no por las que tenían que ser. Bueno; en fin; es todo muy lioso.
En este panorama, y desde mi situación personal y bajo mi exclusiva responsabilidad os cuento lo que sigue. Es, repito y volveré a repetir, mi punto de vista y mi circunstancia aquí y ahora. No lo extendáis a la cosa en sí, sino a mi mirada sobre la cosa.

Hace unas semanas un amigo y compañero nos preguntó en twitter a quienes no hubiéramos entrado aún en el BIM(1) por qué no lo habíamos hecho: si por miedo, por pereza, por el esfuerzo, por el coste, por incomprensión, por incredulidad...
Le contesté a bote pronto:

No me cabe en un tuit todo el vértigo, el hastío y el cansancio.
Solo digo que cuando sea estrictamente necesario para poder seguir trabajando me jubilaré.
(Este año cumplo 60. Tengo Autocad 2004 porque en 2005 dije: "Ya vale". "Hasta aquí").



Naturalmente, mi amigo me pidió explicaciones, ya que no podía entender mi actitud (puesto que tiene la generosidad infinita de creer que no soy un completo imbécil). Y se las esbocé:

En un tuit no puedo. Ni en cinco.
Hay cansancio existencial, fracaso incondicional (¿para qué todo), aversión al cacharreo, nostalgia, impotencia, conciencia de inutilidad, mal enfoque de objetivos, clientes, baja de honorarios, pérdida de status, falta de perspectiva, pérdida de

(Lo escribí de corrido, sin pensar -e incluso sin cerrar la interrogación después de abierta- y hasta el límite de caracteres. Acabé en "pérdida de" (repitiendo la palabra recién utilizada) y ni me acuerdo de qué era esa pérdida. Pero creo que se entendía lo que quería decir).

domingo, 16 de febrero de 2020

Planos de arquitectura

Veo que en muchos proyectos de arquitectura los planos se separan por temas, y eso me parece muy bien. Lo que me parece fatal es que una de esas series de planos se llame "arquitectura".


Llevamos toda la vida sosteniendo que la arquitectura es un todo orgánico y que está constituida por la confluencia de las técnicas y destrezas más variadas: estructura, fontanería, climatización... Todo es arquitectura. O, mejor dicho, la arquitectura es el resultado de todo ello. Y así nos lo enseñan en las escuelas, en las que se nos da un alto nivel, muy exigente, en todas esas competencias.

Pues bien: Ahora resulta que nosotros mismos decimos que "arquitectura" son solo las plantas, las secciones y los alzados, y solo si no portan ninguna información "técnica".

Vaya una mierda. Nosotros mismos estamos diciendo que la arquitectura es solo la fruslería, el oropel y la martingala. Y luego nos queremos hacer respetar. Así nos va.

sábado, 8 de febrero de 2020

Esos seres pintorescos

A @arquimorgan.

Lo bueno de tener seguidores tan fieles y tan generosos como vosotros es que me sugerís muchos temas y muchas ideas para el blog.
Esta vez ha sido el tuitero @arquimorgan quien me ha enlazado (justo antes de que empezara a verlo por todas partes) este feliz tuit de Ana Isabel Jiménez, alcaldesa de Alcalá de Guadaira (Sevilla):


Está muy orgullosa por haber dotado de una rampa adaptada (¿adaptada a quién?) al CEIP San Mateo, con la que "ganamos seguridad para los menores". Seguridad. Ya. Ya, ya, ya. 


La rampita se las trae. Está pidiendo un punto de avituallamiento en mitad de su desarrollo, como sugiere @arquimorgan, o incluso una parada y fonda.

Esa rampa podría valer para hacer alguna prueba paralímpica, porque es obvio que para poder utilizarla hay que ser un atleta.

Yo me canso solo con ver estas fotos. Me sofoco y me da como un ahogo. Qué mamotreto brutal.


Pero, ya puestos a inaugurar cosas y a presumir de obras públicas, lo suyo habría sido ir allí con una de esas pintorescas personas que van en sillas de ruedas (qué graciosas son) y, hala, haberla puesto a subir la rampita mientras la alcaldesa y sus acompañantes le lanzaban gritos de ánimo y se reían a carcajadas.

Me recuerda mucho a lo de la chorraera de Estepona, pero ahí la probaron (y entonces fue la gran juerga y la gran irrisión) y a esta rampa parece que aún no. Qué hermoso habría sido que acompañaran a un discapacitado (te tronchas) y lo pusieran a subir la rampa mientras ellos lo hacían por la escalera vitoreándolo:

-¡Venga, así, así!
-¡Muy bien! ¡Sigue!
-¡Sube!
-¡No te pares! ¡Ánimo!
-¡Venga, que ya casi has hecho la cuarta parte!
-¡Bravo! ¡Bravo!
-¡Un poco de ritmo, hombre, que no se diga!
-¿Pero qué haces? ¡No! ¡No! ¡Sigue, que casi estás llegando a la mitad!
-(¿Qué le pasa a ese gilí?)
-¡Pero dale!
-(Vaya un mierdecilla. Que me traigan otro).