sábado, 9 de abril de 2011

El arquitecto de los famosos

Hay un arquitecto que ha conseguido que la tele le haga un programa, no sé si semanal. Le llaman "el arquitecto de los famosos".
Yo no había oído nunca hablar de él, ni había leído nunca su nombre. Apenas lo retuve durante un par de minutos, y se me ha vuelto a olvidar. Sé que en unos segundos de google lo obtendría, pero no me apetece. De verdad; si lo recordara lo diría. No sólo no me importa decir nombres, sino que incluso me gusta. Pero no lo recuerdo, y no quiero falsear mi memoria buscándolo. Prefiero decir abiertamente que no lo recuerdo. Es la verdad.
Como se llame. Qué más da.
El caso es que ha logrado lo que ningún arquitecto logró nunca: que la tele se arrodille ante él y le proclame nuevo mesías. Salimos a uno por trimestre, pero nunca había sido arquitecto. Eso sí es una novedad.
Me dicen que además de salir en La Sexta, también es habitual del programa de pedorreo Territorio Comanche, en Telemadrid.
Pues qué bien.
Ahora que estamos todos sin trabajo, ahora que hasta los colegios de arquitectos descuidan los cursos de estructuras, de protección contra incendios, de accesibilidad, etc, para dedicarse casi en exclusiva a impartir cursos sobre cómo conseguir un puñetero encargo, este divo demuestra que es el rey de esta técnica. Sabe encandilar a los "famosos", y, con ellos, o por ellos, a los ejecutivos de las televisiones.
En este mundo profesional en el que los arquitectos liberales ejercemos tímidamente una prostitución vergonzante, este elemento es la triunfante y excelsa madame de la casa.
Este arquitecto no hace bodrios, sino casas elegantes (un poco pasadas de rosca), plásticas y "bonitas". Es un hombre con buena educación, buenas palabras y buen gusto. Puro kitsch. Seguro que huele divinamente. Aparece con un bloc y unos rotuladores de colores como un artista inspirado, que plasma en un boceto rápido la sublime idea (febril, perentoria) nacida para hacer feliz a su desprevenido cliente. Tiene la imagen que uno espera de un arquitecto, la imagen de arquitecto de una película de amor y lujo del Hollywood de los años cuarenta, por ejemplo.


El criterio definitivo para saber que es bueno es que hace casas "a los famosos". Ya está. No hay más que hablar.
En esta sociedad imbécil, el "famoso" es el no va más, el admirado, el ejemplo a seguir, el paradigma. Hemos sustituido al sabio por el famoso, al bueno por el famoso, al inteligente por el famoso... y sólo tenemos ojos para el famoso.
¿Qué o quién es el famoso? El futbolista, el cantante, el empresario que ya más que empresario es bailón anclado a todas las fiestas toreras, el playboy fino, el amante de marquesonas y marquesinas, el homo, el hetero, el bi, el tri, el esto y el aquello.
Todos estos son sus clientes potenciales. Y cada vez más, porque cada vez se hace más cuesta arriba que le haya hecho una casa a Pitita, a Pochi, a Borjajesús y a Fréderick, y a uno (cada vez más pringao) no se la haya hecho aún. Y hay codazos por ganar unos puestos en la cola y pedir la vez.
Hay que tener pasta, ese sucedáneo de la educación y de la cultura.
(Perdón. Es al revés. La pasta es el único dios verdadero. La educación y la cultura son sus pésimos sucedáneos).
Quiero excluir de esta categoría de "famoso" a uno que podría parecerlo: un futbolista.
Manolo Sanchís es un ex-futbolista excelso, que sabe, que estudia, que lee, que tiene oteizas y chillidas, y que ama la música clásica y puede discutir sobre vanguardias artísticas y sobre el post-modernismo como el más sabio de los críticos. Este "famoso" encargó a Sol Madridejos y Juan Carlos Sancho una capilla de hormigón que es una obra maestra de la arquitectura, y que ha sido exhibida en el MoMA de Nueva York.

La diferencia de Manolo Sanchís, un tío que sabe, con un famoso es la misma que hay entre la arquitectura responsable y sabia de Sancho y Madridejos (que no salen en la tele) y las pochocheces de este tio de los rotuladores de colores. Ahora bien: En lo de ligarse al cliente, embelesarle y fascinarle, un diez. Chapó. Olé sus... rotuladores.

4 comentarios:

  1. En uno de los programas, muestra su propia casa. No tiene desperdicio y no me refiero a la casa sino a su actitud.
    Proyecta una imagen de artista caprichoso difícil de superar.

    Sin embargo a mí siempre me gusta dar la vuelta a la tortilla. Lo que consigue es que la gente vea y oiga hablar de arquitectura. Buena, mala o regular, pero arquitectura. Materiales diferentes a los habituales, distribuciones, se habla de los soleamientos, de sensaciones, de espacios. Algo quedará.
    Personalmente, he tomado la cruzada de explicar a mi entorno que esas no son las ``mejores´´ casas. Son simplemente casas de famosos.Lo triste es que en el fondo no interesa tanto la casa sino a quién pertenece. Ya he tenido que oir varias veces el comentario : ``es normal, pero qué pena que a veces no digan de quién es la casa ´´.Horror.
    Ah, yo tampoco lo conocía.

    Pd: acabo de descubrir el blog. Los juegos de palabras me rechiflan así que ya tienes una nueva seguidora.

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  2. has fama y échate a dormir, soy estudiante de arquitectura y nunca he pensado en ello..

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  3. Todo esto forma parte del espectáculo, del juego de vanidades. Son histriones mediaticos interesados que nada tienen que ver con la arquitectura entendida como un servicio y como una disciplina artística rigurosa que busca mejorar el habitat humano.
    Salud
    Francesc Cornadó

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  4. Me alegro de que estés equivocado. He llegado a esta entrada con cinco años de retraso y Sancho y Madridejos ¡sí salen en la tele! He llegado a los últimos minutos de un programa de telemadrid y he esperado hasta el final para poder localizar sus nombres. ¿Lo mejor? Que a un profano como yo, que hace un año pasó por allí preguntándose qué era aquello, y seguro que a otros, el PAU de Vallecas sea una excursión obligada. Y ahora, a seguir buscando el google otras joyas como tu blog, mientras busco sobre esta pareja de arquitectos.

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