(NOTA.- En Málaga a los toboganes se les llama chorraeras, un nombre muy gráfico, especialmente en este caso).
El genial alcalde de Estepona es abogado del estado, notario y registrador de la propiedad. Quizá sea el único español que haya alcanzado esos tres ochomiles. (Unos me dicen que es el único y otros que ya hubo uno antes. En todo caso, es un personaje de récord). Un talento inconmensurable.
¿Se puede ser una persona inteligentísima y preparadísima y al mismo tiempo un papafrita? Es obvio que sí. Lo estamos viendo cada día. Pero en este caso, dada la excelencia inalcanzable, la sublimidad olímpica del personaje, también su papafritismo es inconmensurable. Estamos ante un ser extremo, mitológico, legendario.
Y es que al giligenio se le ocurrió instalar una chorraera para salvar el enorme desnivel(1) que hay entre dos calles de Estepona, y que obliga a un largo camino para salvarlo. ¿Por qué no tirar por la chorraera de en medio? Y así lo hizo. Apenas veintiocho mil euros resolverían un problema urbano y además le darían vidilla y cachondeo a la población. La genial idea lo tenía todo.
La chorraera no estaba pensada solo para divertirse, ni solo para los jóvenes intrépidos con muy alta condición física, sino que era una instalación urbana de uso cotidiano apta para todos los públicos y para todas las necesidades: Para ir al mercado con el carrito de la compra, para ir al ambulatorio a lo de las recetas, para comprar una bombilla, para ir al ayuntamiento a las cosas del ayuntamiento (yatúsabeh)... Para todo. Una maravilla.
La cosa se las traía. Impresionaba un poquito: Una rampa demasiado empinada y demasiado larga, unos cambios de dirección demasiado bruscos, una chapa de acero inoxidable al sol (y no ha empezado el verano)... ¿Pero quién dijo miedo? ¿Es que acaso los esteponenses son pusilánimes? ¡Ja! ¡De eso nada! ¡Allá vamos!
(Ah, se me olvidaba decir que cuando un bicharraco de estos termina en el agua, pues qué bien, pero este, para colmo, termina en una explanada con zahorra extendida. ¿Qué podría salir mal?)
Algo ya se imaginaban muchos. No hay más que ver la gran cantidad de vecinos congregados para ver las leches.
No obstante, la gente se empezó a tirar.
¡La Virgen! ¡La que se armó!
No obstante, la gente se empezó a tirar.
¡La Virgen! ¡La que se armó!
IM
PRE
SIO
NAN
TE
DES
GA
RRA
DOR
DRA
MÁ
TI
CO
É
PI
CO
A PO CA LÍP TI CO
P'HA
BER
SE
MA
TAO
Todo lo que se diga es poco.
Los fordianos lo resumiríamos en:
IM
PE
TUO
SO
HO MÉ RI CO
PRE
SIO
NAN
TE
DES
GA
RRA
DOR
DRA
MÁ
TI
CO
É
PI
CO
A PO CA LÍP TI CO
P'HA
BER
SE
MA
TAO
Todo lo que se diga es poco.
Los fordianos lo resumiríamos en:
IM
PE
TUO
SO
HO MÉ RI CO
Pero, vamos a ver. ¿A quién se le ocurre semejante disparate?
La empresa "especializada" que construyó y montó la chorraera no sabemos exactamente en qué estaba especializada. ¿Sus técnicos y operarios sabían lo que estaban haciendo? ¿Y el bobo del alcalde? ¿Qué pretendía? ¿Qué esperaba que pasara?
¿Y los técnicos municipales? Estepona no es Villaarriba ni Villaabajo. Estepona tiene más de sesenta y siete mil habitantes. Más que alguna capital de provincia. No sé cómo funciona el ayuntamiento de Estepona, pero un municipio de ese calibre no tiene ni uno ni dos arquitectos, ni uno ni dos ingenieros. Un municipio de ese calibre debe de tener una plantilla y una estructura capaz de negarle la licencia de primera ocupación a un edificio de setenta viviendas porque la rampa del garaje, en la curva, medida esta por su línea central, no da un doce por ciento de pendiente, sino un doce coma tres. Y te montan un lío de padre y muy señor mío que te aboca a las puertas del suicidio.
¿Entonces cómo toleran esto? ¿Quién lo ha supervisado? Y, sobre todo, ¿quién lo probó antes de abrirlo al público? ¿Quién se tiró a ver qué pasaba? (Porque si no hay una norma específica sobre algo -y hay que ver lo difícil que es eso-, solo queda la opción de ensayarlo, a ver qué pasa).
La gente acabó con magulladuras, contusiones y quemaduras, y el ayuntamiento clausuró la llamativa y curiosa infraestructura urbana a las pocas horas de su inauguración. Asunto terminado. Chimpún.
¿Y la inversión de los veintiocho mil euros tirados a la basura?. "De eso nada", nos dirán. "Esos veintiocho mil euros le han supuesto una publicidad a nuestro pueblo que no se podría pagar ni con un millón". Sí, bueno, una publicidad de mermados y faltitos, ¿pero qué más da? Lo que importa es que hablen de uno, aunque sea bien.
Y sí: Todo el mundo ha hablado de Estepona.
Y muchísimas más bromas. Así que, efectivamente, una gran campaña de publicidad. Estupendo.
Pero, precisamente ahora que estamos en campaña electoral para las elecciones municipales, si lo pensamos un poquito en serio... Uf: Si lo pensamos en serio se nos caen los palos del sombrajo.
¿En manos de quiénes estamos? ¿De una panda de gilipollas? ¿De unos psicópatas? ¿De unos gamberros? ¿De unos iluminados? Seguramente de una mezcla de todo eso.
¿Qué es una ciudad? ¿Qué piensa un alcalde que es su ciudad? ¿Y qué son los ciudadanos? Todo es como una broma, como un concurso de televisión, como una gimkana disparatada y enloquecida. Días de la bicicleta, maratones urbanos, paellas gigantes en la plaza, procesiones religiosas, procesiones laicas, concentraciones moteras, luces de navidad, competiciones, rayos láser, saraos, abelescaballerismos varios... Todo eso está muy bien y es muy divertido, y le da vida a la ciudad y alegría a los ciudadanos (a los que se alegren con esas cosas), pero parece como si la ciudad solo pudiera ser espectáculo y desafío extremo, excitación perpetua, desconstrucción espacial con desdibujamiento funcional. Y parece como si los ciudadanos solo pudiéramos ser actores de esas performances, monigotes en esas escenografías.
Porque toda la ciudad se convierte en una escenografía, en un parque temático, en una broma, y los habitantes dejan de ser ciudadanos con derechos (sobre todo con el derecho a estar tranquilos y a que no se les toquen demasiado las gónadas) para pasar a ser figurantes y comparsas.
Y ya da igual que tu ciudad tenga unas plácidas arboledas, un convento con un retablo de Gil de Siloé, unos estupendos kioscos de prensa y unas exquisitas churrerías. Ya da igual que tu estúpido sueño para un domingo sea salir a desayunar, pasear, comprar el periódico, leerlo a la sombra de los álamos y descansar. Y ya da igual que tú solo quieras un alcalde soso y eficaz y que tu tímida pretensión sea que el autobús urbano pase a su hora y que la recogida de la basura sea correcta. No. Hay show. Siempre hay show. Tiene que haberlo para que el alcalde llene su vacío y su estupidez, para que se le note, para que no te olvides de volver a votarle, tú, so mierda, so súbdito, so figurante, so mindundi.
Tírate por el tobogán, desuéllate los muslos y sigue divirtiéndote, mamarracho. Y vota a tu alcalde, que te instala un tobogán y muchas diversiones, y solo quiere que no pares de divertirte, que no te pares a pensar, que no te sumerjas en lo profundo. Porque si lo haces es muy posible que te acabes convirtiendo en un soso. Y los sosos no le votan.
¿Y los técnicos municipales? Estepona no es Villaarriba ni Villaabajo. Estepona tiene más de sesenta y siete mil habitantes. Más que alguna capital de provincia. No sé cómo funciona el ayuntamiento de Estepona, pero un municipio de ese calibre no tiene ni uno ni dos arquitectos, ni uno ni dos ingenieros. Un municipio de ese calibre debe de tener una plantilla y una estructura capaz de negarle la licencia de primera ocupación a un edificio de setenta viviendas porque la rampa del garaje, en la curva, medida esta por su línea central, no da un doce por ciento de pendiente, sino un doce coma tres. Y te montan un lío de padre y muy señor mío que te aboca a las puertas del suicidio.
¿Entonces cómo toleran esto? ¿Quién lo ha supervisado? Y, sobre todo, ¿quién lo probó antes de abrirlo al público? ¿Quién se tiró a ver qué pasaba? (Porque si no hay una norma específica sobre algo -y hay que ver lo difícil que es eso-, solo queda la opción de ensayarlo, a ver qué pasa).
La gente acabó con magulladuras, contusiones y quemaduras, y el ayuntamiento clausuró la llamativa y curiosa infraestructura urbana a las pocas horas de su inauguración. Asunto terminado. Chimpún.
¿Y la inversión de los veintiocho mil euros tirados a la basura?. "De eso nada", nos dirán. "Esos veintiocho mil euros le han supuesto una publicidad a nuestro pueblo que no se podría pagar ni con un millón". Sí, bueno, una publicidad de mermados y faltitos, ¿pero qué más da? Lo que importa es que hablen de uno, aunque sea bien.
Y sí: Todo el mundo ha hablado de Estepona.
Y muchísimas más bromas. Así que, efectivamente, una gran campaña de publicidad. Estupendo.
Pero, precisamente ahora que estamos en campaña electoral para las elecciones municipales, si lo pensamos un poquito en serio... Uf: Si lo pensamos en serio se nos caen los palos del sombrajo.
¿En manos de quiénes estamos? ¿De una panda de gilipollas? ¿De unos psicópatas? ¿De unos gamberros? ¿De unos iluminados? Seguramente de una mezcla de todo eso.
¿Qué es una ciudad? ¿Qué piensa un alcalde que es su ciudad? ¿Y qué son los ciudadanos? Todo es como una broma, como un concurso de televisión, como una gimkana disparatada y enloquecida. Días de la bicicleta, maratones urbanos, paellas gigantes en la plaza, procesiones religiosas, procesiones laicas, concentraciones moteras, luces de navidad, competiciones, rayos láser, saraos, abelescaballerismos varios... Todo eso está muy bien y es muy divertido, y le da vida a la ciudad y alegría a los ciudadanos (a los que se alegren con esas cosas), pero parece como si la ciudad solo pudiera ser espectáculo y desafío extremo, excitación perpetua, desconstrucción espacial con desdibujamiento funcional. Y parece como si los ciudadanos solo pudiéramos ser actores de esas performances, monigotes en esas escenografías.
Porque toda la ciudad se convierte en una escenografía, en un parque temático, en una broma, y los habitantes dejan de ser ciudadanos con derechos (sobre todo con el derecho a estar tranquilos y a que no se les toquen demasiado las gónadas) para pasar a ser figurantes y comparsas.
Y ya da igual que tu ciudad tenga unas plácidas arboledas, un convento con un retablo de Gil de Siloé, unos estupendos kioscos de prensa y unas exquisitas churrerías. Ya da igual que tu estúpido sueño para un domingo sea salir a desayunar, pasear, comprar el periódico, leerlo a la sombra de los álamos y descansar. Y ya da igual que tú solo quieras un alcalde soso y eficaz y que tu tímida pretensión sea que el autobús urbano pase a su hora y que la recogida de la basura sea correcta. No. Hay show. Siempre hay show. Tiene que haberlo para que el alcalde llene su vacío y su estupidez, para que se le note, para que no te olvides de volver a votarle, tú, so mierda, so súbdito, so figurante, so mindundi.
Tírate por el tobogán, desuéllate los muslos y sigue divirtiéndote, mamarracho. Y vota a tu alcalde, que te instala un tobogán y muchas diversiones, y solo quiere que no pares de divertirte, que no te pares a pensar, que no te sumerjas en lo profundo. Porque si lo haces es muy posible que te acabes convirtiendo en un soso. Y los sosos no le votan.
-----------------------------------------
(1).- Renuncio a poner aquí datos exactos porque los que me encuentro están dados con la consabida precisión que tienen los periodistas para estas cosas: 38 m de longitud, 38 m de desnivel, pendiente de 30º, desnivel de 30º, pendiente del 30%... Vamos, que no sé exactamente a qué se refieren ni quién se equivoca. Así que lo dejamos en "muy largo" y "muy empinado". (Es que a esta gente la quitas de medir en campos de fútbol y se lía).
Addenda 28-05-2019
Me acabo de enterar de que el alcalde de Estepona, el de la famosa chorraera, ha revalidado su alcaldía en las elecciones municipales del pasado 26 de mayo. Pero no solo ha sacado mayoría: Es que ha obtenido una mayoría absolutísima. Casi el 70% de los votos. Una barbaridad.
Así que en mis últimas consideraciones sobre qué piensa el alcalde que son los ciudadanos y cuál es la dignidad de estos me he columpiado como de costumbre. Yo sí que me he tirado chorraera abajo sin frenos.
Mis excusas al señor alcalde y a los señores y señoras contribuyentes y votantes.
Addenda 28-05-2019
Me acabo de enterar de que el alcalde de Estepona, el de la famosa chorraera, ha revalidado su alcaldía en las elecciones municipales del pasado 26 de mayo. Pero no solo ha sacado mayoría: Es que ha obtenido una mayoría absolutísima. Casi el 70% de los votos. Una barbaridad.
Así que en mis últimas consideraciones sobre qué piensa el alcalde que son los ciudadanos y cuál es la dignidad de estos me he columpiado como de costumbre. Yo sí que me he tirado chorraera abajo sin frenos.
Mis excusas al señor alcalde y a los señores y señoras contribuyentes y votantes.
Cuando mi hermana me envió el vídeo por WhatsApp pensé lo mismo que tú, pero tú lo transmites como nadie. Gracias José Ramón
ResponderEliminarEs el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde
ResponderEliminarAl principio de tu artículo defines perfectamente a ese personaje. ¡Nada menos que abogado del estado, registrador de la propiedad y notario! Debe de tener una memoria de elefante capaz de memorizar completo todo el código civil, todo el derecho hipotecario, el administrativo, el mercantil etc. etc. Tanta memoria que todas sus neuronas han debido de quedar anegadas con toneladas de datos restando capacidad a su inteligencia y sobre todo a su sentido común.
ResponderEliminarY no ha sido éste su único desmán. Parece que es experto en obras que no tienen ninguna utilidad y que hay que cerrar. Véase: https://digitalsevilla.com/2019/05/10/nueve-proyectos-absurdos-y-costosos-con-los-que-el-alcalde-de-estepona-ha-hecho-famoso-a-su-pueblo/
Y como remate la idea de hacer un surtidor marino de 100 m de altura con juego de luces y sonido que sería visible desde Ceuta. ¡A ver quien la tiene mas larga! Véase: http://www.andaluciagolf.com/es/noticias-actualidad/entrevistas/731-jose-maria-garcia-urbano-alcalde-de-estepona
Usas bastantes calificativos para referirte a él, pero se te olvida uno que utiliza un buen amigo mío, bilbaíno él, para referirse a este tipo de estúpidos. Siempre dice; “Ese es un chorralaire”. ¡Le viene que ni pintado!
Pues el papafrita o chorralaire repite de alcalde.
ResponderEliminarhttps://elpais.com/politica/2019/05/27/actualidad/1558979693_342857.html
Como bien decen nunca segundas partes fueron buenas.