Pero también dije que haría otra para cerrar el tema Aalto, y no lo hice.
Como agosto ha terminado hace nada, y estamos en pleno despiste septembreño, me acojo a ello para publicar ahora esa entrada, otra vez atípica. Espero que la acojáis como un nuevo capricho, como una curiosidad simpática (y, en todo caso, con mucha paciencia).
Por terminar de mostrar lo que conozco de Alvar Aalto en la filatelia (aparte de matasellos y otros), os comento que en 1978 Finlandia emitió una serie (dentro de la anual de Europa) dedicada a arquitectura local. Tenía dos sellos:
El primero, de una corona, mostraba el Sanatorio de Paimio, de Alvar Aalto, y lo mostraba como ejemplo del funcionalismo. El segundo, de 1,20 coronas, era un ejemplo del romanticismo nacional, y muestra el museo Hvitträsk, que al documentarme para este post me he enterado de que es obra de tres arquitectos, uno de ellos Eliel Saarinen.
Pero volvamos a Alvar Aalto: Aparte de su retrato en la fecha de su muerte, y de un interés desaforado por su Palacio de Congresos en Helsinki (por su interés político, como vimos, que no arquitectónico), vemos ahora este Sanatorio de Paimio, también uno sobre diseño finlandés (compratiendo hojita bloque con otros compatriotas), con sus famosos vasos de vidrio ondulado,
y poco más.
¿Poco más?
Sí, muy poco. Un solo edificio más. Pero muy curioso filatélicamente hablando.
Hacia 1960 a los gobiernos de los países nórdicos se les ocurrió regalarle a Islandia un edificio: Un pequeño centro de congresos con biblioteca, cafetería y lugar de reunión, dedicado a los países nórdicos, a su historia y a su cultura.
El edificio se llamó "Casa del Norte". Alvar Aalto hizo el proyecto entre 1962 y 1963, y la obra se realizó entre 1965 y 1968.
Es una obrita menor, una cosilla sin importancia, que a Alvar Aalto le sale solamente perfecta. (Me río yo de los que llaman "películas menores" a algunas de Alfred Hitchcock, de Billy Wilder o de John Ford. Vale: No serán sus obras maestras, pero a ver quién es el guapo que las hace así de "anodinas" y "torpes").
La Casa del Norte, como hemos dicho, tiene salas de reuniones, una sala mayor para congresos, una librería sobre temas nórdicos y una cafetería.
En fin, ya digo: una "obra menor".
No es de sus obras más notorias, pero el gobierno islandés quedó muy agradecido con el regalo de los gobiernos de los países amigos. Tanto que, entre otras cosas, el 26 de junio de 1973 emitió una serie de dos sellos, de 9 y 10 coronas:
Bueno, muy variados no son, pero a mí me parecen muy hermosos: El elegante alzado del edificio de Alvar Aalto recortándose contra un cielo en el que se insinúa la aurora boreal.
Estupendo el detalle filatélico.
Pero es que el mismo día Dinamarca emitió dos sellos con el mismo diseño:
Y Noruega hizo lo mismo (el mismo día):
(En los sellos suecos podemos apreciar una sutil diferencia respecto a los demás, y es que Suecia a menudo no emite pliegos, sino tiras, y por eso sus sellos sólo van dentados a derecha e izquierda, pero ni arriba ni abajo).
En mi muy modesta colección de sellos de arquitectura moderna tengo los diez de la Casa del Norte. Ya me gustaría tener diez de obras diversas de Alvar Aalto, pero es lo que hay. (Ni que decir tiene que esa página del álbum me queda un poco cansina, pero tiene su gracia).
Ya digo que no pretendía otra cosa que contaros una curiosidad simpática. Espero que os haya parecido así.
(Si te ha gustado esta entrada me haría mucha ilusión -y a los de ebuzzing también, por lo del ranking- que clicaras en el botón g+1 que queda justo aquí abajo).
Estimado maestro. Permíteme que me pueda dirigir así.
ResponderEliminarLos grandes países, las grandes sociedades saben que la cultura y las bellas artes escriben la historia. Y las Bellas Artes reflejan la salud de la sociedad. Un gran país tiene la obligación de apostar, difundir y reconocer las grandes obras contemporáneas y así llevarlas "al pueblo"........
La obra Alvar Aalto emociona y su sociedad lo quiere reflejar..Como debe ser. Me da pena que no seamos así, y que los maestros contemporáneos no sean reconocidos por la sociedad. Me da pena y me preocupa.
Gracias José Ramòn por aportarnos tanta sabiduría e inquietudes; siempre nos quedará el poder hablar de arquitectura. Nadie nos lo puede quitar.
Abrazo
Ángel
Qué maravilla de entrada José Ramón!!
ResponderEliminarSon fácilmente envidiables aquellos años 60 y 70 en la arquitectura, y gracias a docentes como tú lo podemos tener presente para que se pueda repetir :)
A mi esta entrada me llena de optimismo, muchas gracias por compartirla.
Un abrazo
Muchas gracias, Nuki. Pero no soy docente. Lo fui en el curso 1989-90, antes de que tú nacieras. Y nada más.
EliminarAbrazos.