El otro día el diario EL PAÍS ha publicado una fotografía indignante, que muestra a dos diputados del PP de la Asamblea de Madrid, Bartolomé González e Isabel Redondo, jugando al Apalabrados durante el pleno en el que se debatía un tema tan importante (y sangrante) como la privatización de la gestión de la sanidad en la Comunidad de Madrid.
El hecho es tremendo. Demuestra lo que todos sabíamos: que pasan a tope de lo que allí se diga, de los argumentos que muestren unos a favor y otros en contra, y de las ulteriores implicaciones de la decisión que ellos tomen. ¿Qué decisión? Ya han sido convenientemente aleccionados de que al punto 1 han de votar sí, al 2 no, al 3 sí y al 4 sí. Mientras no se les olvide el orden de sus pulsaciones de botón (cosa que a veces también ha pasado), mientras recuerden la secuencia sí-no-sí-sí, pueden jugar al Apalabrados, hacer ganchillo, aprender sánscrito o rascarse las gónadas.
Pero un fotógrafo cabrito les ha pillado. Les ha pillado usando el aipad y el aifon que los ciudadanos les han regalado (porque los necesitan para trabajar). Les ha pillado en pleno colgandeo escrotal (sí, incluso a ella) y en pleno estamostanagustito.
¿Y qué ha pasado? ¿Se les ha caído el pelo? ¿Al menos les han impuesto alguna multa? Pues parece ser que no. Al menos todavía. El Partido lo está estudiando. Mientras tanto, los dos han corrido a pedir perdón. Naturalmente, lo han pedido en twitter, con el aipad y el aifon que les han regalado los mismos que les han de perdonar: el pueblo imbécil. Y además de pedir perdón usando esos mismos cacharros lo habrán hecho durante el punto cuatro del pleno, menudo tostón, pero sin olvidarse de pulsar el "sí" a su debido momento. Si pulsan el "sí" hacen lo que deben y cumplen lo que se espera de ellos. Por lo tanto que siga la bola.
Los dos dicen que no hay excusa, y es que no la hay. No cabría otra salida digna que abrirse el abdomen con una catana. "Catana": Seguro que conocen la palabra y la usan en Apalabrados. "Harakiri": Esa no vale, que no viene en el DRAE. Que sí, que no, que sí. A consultarlo on line (durante el debate del punto cuatro).
Pues resulta que harakiri no viene, pero haraquiri sí.
-¿Lo ves, listo?
Pues sí que viene, pero no se lo van a hacer. (El haraquiri). Ni siquiera van a dimitir. No fastidies, con lo a gustito que se está aquí. Vamos, ni que estuviéramos enfermos de la cabeza.
Pues con tanto sofoco y tanta discusión no se dan cuenta de que el pleno se ha terminado. Uy, qué tarde se ha hecho. Esto lleva dieta especial, ¿no? Pues yupi. El mundo es yupi yupi. La vida es muy potita.
Un "diputado base" de la Asamblea de Madrid cobra catorce pagas (sí, catorce) de 3.503,46 euros cada una (sí, 3.503,46). Eso si no son portavoces de partido ni de comisión, que lleva plus, y además tienen dietas por motivos varios.
Y se aburren. Se aburren muchísimo.
Son como niños: Sus actos no tienen responsabilidad. No pagan por sus errores. Piden perdón. Como los niños. Y se les perdona. Como los niños y como los futbolistas, viven en un universo paralelo de privilegios inimaginables, y cuando meten la pata piden perdón. Ya está.
A veces también tienen que poner carita de pena durante unos minutos para decir que comprenden perfectamente el sufrimiento de la población, pero que no pueden hacer otra cosa sino seguir recortando. Ya lo sienten, ya. Pero pasado el mal rato se van a jugar con los amiguitos. Y eso son solo los portavoces y los que tienen que dar la cara (que para eso cobran más). Los diputados de base no tienen que hacer nada de nada: Solo votar sí o no, según se les ordene. (Y si se confunden, se crea una comisión para hacer más distinguibles los botones, y se hace lo que sea, cueste lo que cueste, para que los diputados cumplan con su sacrosanto deber democrático).
Justo en el extremo opuesto estamos los demás, los que pagamos con creces no solo cada uno de nuestros errores, sino también los errores de los demás.
Al médico que comete un error se le tacha de asesino, y se pide que la justicia sea dura con él. Al maestro, al policía, al juez, al ingeniero, al enfermero, al arquitecto... A todos se nos pide que agachemos la cabeza y que aguantemos el duro castigo por nuestros actos.
Yo creo que así debe ser, porque en cada una de las profesiones que he dicho hay notorios sinvergüenzas e incluso criminales, y merecen el más duro de los castigos. Pero también hay que reconocer que cualquier buen profesional puede cometer un error en algún momento, y que a veces el castigo es excesivo e injusto.
No quiero profundizar en esto, pero sí añadir otro matiz, y es que los arquitectos, además de todo esto, somos expertos en echarnos la culpa de todo. Hombre, la autocrítica está bien, pero hay que contenerla entre sus justos límites.
También el otro día, y también en EL PAÍS, se ha publicado un artículo que ensalza y aplaude el canto de "mea culpa" de los arquitectos. Pues no. Eso no. Podemos tener la culpa de haber construido zafiamente por seguir las imposiciones de los promotores, sin habernos atrevido a enfrentarnos a ellos (y a perder el trabajo). Podemos acusarnos de excesiva autocomplacencia durante muchos años, de poco esmero. Puede ser; no digo yo que no. Pero no tenemos nada que ver ni con la burbuja inmobiliaria, ni con la sobreexplotación del territorio ni con el asesinato del General Prim. Ya vale.
El artículo hace una mezcla rara entre la construcción de mínima tecnología, que parece que algunos ven con nostalgia (mientras con el mando a distancia suben medio grado el climatizador y reducen la velocidad de impulsión del aire), y la responsabilidad del arquitecto en esta crisis. No, hija, no. Los arquitectos no tenemos ninguna. Así de clarito.
Somos un ejemplo de autocrítica, pero yo hasta ahí no llego. Me limito a criticar cómo ejerzo mi profesión, pero soy incapaz de echarme la culpa si Bankia financió alguna de las obras que proyecté y dirigí. Tampoco tengo nada que ver, aviso, con la Segunda Guerra del Golfo (ni, ya puestos, con la Primera). ¿Que podría haber diseñado mejores edificios? Por supuesto. Podría y debí. De acuerdo. Pero ya hemos llorado todos bastante, y creo que ya vale.
Se nos dice que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, y yo digo que esos dos diputados del Apalabrados sí que están viviendo por encima de nuestras posibilidades. Se nos dice que este año 2013 también viene con muy malas intenciones, y yo digo que no para esos dos.
Esos dos demuestran que se puede vivir (muy bien) sin responsabilidad, sin culpa, sin preocupaciones de ningún tipo. Y los muy cachondos saben que, aunque tú no les votes, no les va a pasar nada. A no ser que El Partido (ah, El Partido), se canse de ellos y les quite el aipad y el aifon. Pero El Partido solo les echará al abismo, donde es el llanto y el crujir de dientes, si se equivocan en la secuencia sí-no-sí-sí, y de eso no hay cuidado. Mientras la lleven bien apuntada en el aipad y en el aifon eso no ocurrirá jamás.
El mundo es muy bonito. España es muy bonita. La vida es muy bonita. Buy hedposa; la madre que los parió.
Feliz año 2013 y mucha paciencia y resignación.
solo puntualizaría una cosa. esos diputados no son como niños o por lo menos como los que me rodean. mi sobrino de 4 años sabe que si no se porta bien se queda sin el angry birds en el aipad que sus papas se han comprado con su merecido sueldo.
ResponderEliminarSe que puede ser polícamente incorrecto, pero me da que estamos cayendo en un rigor poco realista con los políticos. Sencillamente las sesiones del congreso son tediosas, ellos no intervienen en las ponencias, que ya han sido realizadas por los políticos que les corresponda, y sencillamente están entreteniéndose. Si, puede considerarse horroso, pero tal vez no sea más que tremendamente humano.
ResponderEliminarPrecisamente ése es el problema: que son humanos adultos, individuos plenamente conscientes de sí mismos y de sus actos. Lo que estaría feo sería reprochar moralmente el comportamiento de una avutarda.
EliminarEso es lo que más me fastidia, que como es algo tedioso pues ala! a desconectar!. Es normal que en los tiempos que corren se mire con lupa lo que hace cada uno de estos seres humanos, pues aquí, la clase política vive acomodada mientras un país está en crisis. ¿Y ellos qué hacen? jugar al Apalabrados. Se ve que les interesa mucho su trabajo. Yo mientras, me dedico a estudiar mañana, tarde y noche por conseguir lo que quiero y además tengo que pagar por esa educación.
EliminarPintada en Sevilla: "Dimitir no es un nombre ruso".
ResponderEliminarMe recuerda a aquéllas tan imaginativas de los puertas de los WC de la Uni (vale, también había algunas simplemente obscenas).
Saludos.