Ayer murió el arquitecto madrileño Luis Moreno Mansilla a los cincuenta y dos años de edad. Murió súbitamente en su habitación de hotel, en Barcelona, adonde había ido para asistir a la presentación de un libro sobre Enric Miralles, grandísimo arquitecto barcelonés que también murió jovencísimo (y a quien dedico un capítulo en mi libro Necrotectónicas, que os podéis descargar buscando en la columna de la derecha de este blog).
Y yo, como soy tan inoportuno, quiero hacer una necrológica sobre él (a quien conocí en Toledo), y me inflamo de simpatía y de buenos sentimientos... y precisamente entonces me acuerdo del queso que iban a hacer al lado de las torres del Real Madrid. (¡Mierda!).
Y me desinflo, y decido no escribir nada. Como dice Tambor, en la película Bambi, "si al hablar no has de agradar, te será mejor callar".
Pero como esto lo dice Tambor conminado por su madre, pero su naturaleza es la opuesta, y como yo soy muy de Tambor, pues hablo y meto la pata, como de costumbre.
Tuñón y Mansilla son de los más grandes arquitectos españoles (aunque veo que tienen su página web en inglés. Ole ya. Tomad nota, arquitectos españoles: Go but not to home, yeah. Go out).
Tienen numerosas obras dignas de análisis y de valoración. Pero entre ellas señalo precisamente una muy fallida a mi juicio: la del queso de gruyere colocado ante las torres del Real Madrid, como monumento al despelote urbanístico español de los primeros años del milenio.
¿Qué es? ¿Para qué sirve? A nadie le importa.
Y una vez pinchada la burbuja y hundida la profesión, intervienen en un vídeo retrospectivo y retroviral declarando (con Blanca Lleó, la de la manzana volcada de Valdebernardo con MRDV) que ellos siempre han respetado... siempre han valorado... siempre han tenido en cuenta... ¡Venga ya!
(Dos de los más conspicuos oficios de este mundo son: a) ser profeta retrospectivo, y adivinar a posteriori lo que iba a pasar, y b) correr siempre en socorro del vencedor).
Conocí a Tuñón y a Mansilla cuando ganaron el concurso del Museo de la Vega Baja de Toledo, que se iba a construir para exponer e interpretar las riquezas que tenían que salir a borbotones de las excavaciones arqueológicas (pero que se resisten tozudamente a aparecer. Me dan ganas de entrar una noche al recinto y antiexpoliarlo: Es decir, dejar caer alguna moneda visigoda previamente adquirida en alguna subasta numismática. La alegría que se llevarían los arqueólogos sería de órdago. El pollo que se iba a montar en los periódicos. ¿Por qué no privarles de una alegría tan grande por unos pocos euros?).
Me voy del hilo. El hilo es que siempre impresiona ver que los dioses son de carne y hueso, y comentan, preocupados, que no les pagan; que no hacen más que ganar concursos pero que no ven un euro. ¡Ay!
Quiero escribir algo en mi blog, pero no me sale, porque el comentario oportuno y correcto debería ser elogioso, y teniendo estos arquitectos tantos motivos de elogio a mí ahora no me salen nada más que inconveniencias. Perdón. Son muy buenos, de verdad.
Por otra parte, la semana pasada he tenido un inexplicable record de entradas (1200 el día que más, que fue el miércoles 15). Se debe a que alguien leyó mi antigua entrada sobre el discurso automático, y le gustó tanto que la recomendó en facebook, y desde ahí la leyó más gente, que a su vez la incluyó en sus blogs y tuíteres, y la cosa se corrió como la pólvora. Muchas gracias a todos por vuestras visitas y vuestros amables comentarios, pero me habéis dejado bloqueado. A ver qué cosa ingeniosa digo ahora, si soy medio tonto.
Así que se junta que no sé qué escribir y que el Mansilla se muere de golpe. Vaya faena. Estoy bloqueado y consternado, y al mismo tiempo me veo en la necesidad de escribir sobre él. Tenía solo un año más que yo. Le veo muy cercano a mí, y su muerte me impresiona profundamente. Seguro que coincidimos en la escuela. Nos habremos cruzado mil veces por los pasillos. Habremos esperado juntos en la barra de la cafetería el sandwich de escabeche de Vicente. Pero él entonces no era famoso, y, claro, así no hay quien se acuerde. (Desde luego en mi clase no estuvo).
Me dije malvadamente que en el telediario ni se harían eco de la noticia, mientras que si a ese le saliera un grano lo dirían a los cuatro vientos. Pero (afortunadamente) me equivoqué. En el Telediario de las nueve de la Primera dieron la noticia bastante bien. Y supongo que en el de la Dos, mucho más cultural, la darían aún mejor. (Pero no lo vi, porque antes pusieron Barry Lyndon y acabó a las tantas, y ya me fui a dormir). O sea, que un hurra por los medios de comunicación públicos. (En RNE también lo comentaron en cada boletín y en El Ojo Crítico. De ahi me enteré).
Cuando ganaron el concurso del Museo de León (magnífico proyecto), comentaron una idea muy buena y muy graciosa. Por lo menos a mí me hizo mucha gracia. Pero esto está quedando ya muy largo y prefiero desarrollar la nueva parida otro día.
TO BE CONTINUED.
Me dio clase en Proyectos III, él y Álvaro Soto (Cátedra de Capitel). Hace dos martes nos encontramos en la cafetería de la escuela (la de profes, donde estaba comiento con Manuel de Prada). Estuvimos hablando un rato cordialmente y me preguntó por otra chica de clase (Paloma Ruiz Dorado) y le comenté que ella trabajaba en Castellón. Le comenté que me apetecía mucho que viniera al Círculo del Arte de Toledo a dar una conferencia y a exponer su obra. Me dio su correo electrónico para seguir en contacto y zas: Adios!
ResponderEliminarEsta mañana he estado hablando con Paloma sobre Luis M. Mansilla.
Lo mejor va a ser que me calle.
Pues para no saber qué escribir yo diría que te ha quedado una entrada de los más apañada, interesante y sutilmente ácida. Cada día me gusta más este blog.
ResponderEliminarHe de confesar que soy de esos que ha irrumpido en este espacio digital vía enlace de Facebook, pero debo dar las gracias a la chica que lo publicó porque me ha hecho descubrir el resto.
Contribuí yo a tal explosión de visitas pero no difundiendo el discurso automático, sino otro artículo culpable de que me quedase prendado del blog: "Por si (no) te gusta el jazz." Aunque, sintiéndolo mucho, lo hice vía mail. Me gusta hacerlo de esta manera porque me importa que estas cosas lleguen a quienes realmente les pueden interesar, sin correr el riesgo de que se pierdan en un mar de comentarios intrascendentes y vídeos chorras.
Ahora estoy deseando terminar el libro en curso para poder empezar con "La hoja desnuda".
P.D. La última frase del comentario de Programa 3.6 es tan abierta después de leer el resto que me ha dejado profundamente intrigado...