Entre el cuatro de noviembre de 1982 y el nueve de enero de 1983 (esta vez lo sé con exactitud porque conservo el catálogo) hubo una estupenda exposición de Alvar Aalto en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid (que estaba justo al lado de la Escuela de Arquitectura).
Como la teníamos al lado (y la entrada era gratuita para nosotros) la vimos un montón de veces.
Uno de aquellos días (no sé si cerca de la inauguración o de la clausura) Sáenz de Oiza dio una conferencia. Habló como siempre, apasionadamente, poniéndose las gafas ya sobre la frente ya en los ojos, gesticulando y alzando la voz. Si tantas veces nos preguntábamos para qué narices estábamos estudiando esa estúpida carrera (álgebra, ampliación de física, legal...) Oiza nos volvía a poner las pilas siempre.
Aquel día habló de Alvar Aalto como opuesto a Mies van der Rohe. Opuesto en el término del que acabamos hablando aquí un día sí y otro también: en la funcionalidad.
Para Oiza, Mies era un artista de la forma. Un hombre que había encontrado la forma perfecta y que aún la perfeccionaba y depuraba a cada paso.
Le podían encargar una universidad, y la hacía (paralelepípedo de vidrio y acero).
Así se ve por fuera:
Y así por dentro:
También podía proyectar un gran teatro (paralelepípedo de vidrio y acero).
Así sería por fuera:
No se construyó, pero podemos imaginarnos como sería por dentro:
Y también proyectaba un museo (paralelepípedo de vidrio y acero).
Vista exterior:
Y vista interior:
Como veis, todo es parecido, y da igual que sea un auditorio, un museo, una universidad... o una vivienda. La forma es exquisita, la tensión dramática del silencio expresivo es inefable, la sensibilidad es sublime. Pero son siempre cajas de vidrio. En ellas se puede alojar un hospital o un cine. Con esfuerzo. Con mucho esfuerzo.
Decía Oiza que Mies van der Rohe hacía auditorios antiacústicos. Con micrófonos, altavoces, etc, y con todos los avances tecnológicos, se podía conseguir que sonaran. Pero esa tecnología iba a la contra de la arquitectura, porque esa arquitectura iba en contra de la función, a contrapelo.
Decía que Mies van der Rohe hacía coches con ruedas cuadradas, o sin ruedas. Luego les ponía cohetes en el culo, que les hacían arrastrarse, que los llevaban hacia adelante aun a pesar suyo. Cohetes que hacían moverse a aquellos coches inmóviles y casi inamovibles.
Me quedé con esa idea: Mies hacía los más sublimes coches de ruedas cuadradas.
Sin embargo, Alvar Aalto hacía coches de ruedas redondas. Un coche se quiere mover. Cuando se aparca hay que echar el freno de mano, meter la primera o la marcha atrás para bloquearlo. Incluso orientar las ruedas delanteras hacia el bordillo de la acera, por si acaso, para que no salga corriendo. Porque el coche se va, se quiere ir, quiere rodar.
Si a los auditorios de Mies hay que llenarlos de micrófonos, de altavoces, de falsos techos, etc, para que suenen, los de Aalto suenan solos.
Las formas de los edificios de Alvar Aalto quieren funcionar.
Una universidad:
Un teatro:
Un museo:
Otro museo:
Y ya, para colmo y para terminar, una iglesia de Mies van der Rohe:
Y una iglesia de Alvar Aalto:
En una primera lectura parecería que también Dios está más a gusto en las iglesias de Aalto.
Bueno, y aparte de lo que contó Oiza -o, mejor, a colación de lo dicho por Oiza- yo concluiría que Alvar Aalto es uno de los arquitectos más agradables de la historia, uno de los primeros (por no decir el primero) de la segunda fila.
Pero el insufrible Mies van der Rohe es de la primera fila. ¿Por qué? No lo sé. Se salta la funcionalidad a la torera, se obsesiona con las formas más simplonas, e insiste e insiste, y nunca está satisfecho con la extremada pureza que consigue. Mies solo hace iglesias. Antes he mentido: En las iglesias de Aalto está Dios porque quiere estar con los hombres, y sabe que en ellas los hombres están a gusto. Sin embargo, en los edificios de Mies van der Rohe (y todos son iglesias) vive Dios, y a ellos se asoman los hombres, un poco asustados, un poco temerosos de la visión divina, un poco ansiosos por verle. Porque saben (porque sabemos) que está ahí.
Que bárbaro!.
ResponderEliminarEn ese dueto, rozando lo dramático, y tan bien contado, desde luego se asoma Oiza.
Enhorabuena por el blog y saludos!!
Fantástico como siempre. Gracias por mostranos lo mucho que nos queda por descubrir.
ResponderEliminar(Unos pocos años más tarde que los que tú comentas, tuvimos la oportunidad de asistir a una conferencia de Oiza, en la Escuela de Arquitectura de La Coruña. Entendemos tu nostalgia)
Muy bueno.
ResponderEliminarQué me recuerda a la época actual, con Koolhaas y por ejemplo Zumthor.
¿No?
+1
EliminarLo dudo mucho, decir que Koolhaas hace edificios por la estética es no haber entendido a uno de los tíos más preocupados por la 'funcionalidad' 8no olvidemos quién inició o superó, mejor dicho, la dualidad forma función con el concepto de programa). No hay más que leer espacios basura para entenderlo.
EliminarGenial la exposición del tema! Enhorabuena por el blog (no lo conocía, me pongo al día).
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog!!!Me ha gustado mucho!!!
ResponderEliminarYo también me uno hoy maravillado con cada artículo. Hace media hora que he entrado por el típico enlace en Facebook y desde entonces no puedo parar de leer un post tras otro. Enhorabuena por una de las escrituras de tema artístico-arquitectónico más amenas que conozco.
ResponderEliminarMe ha encantado el enfoque del tema, pienso exactamente igual ya que Aalto para mi es uno de los de primera fila, la función siempre ha de ser algo importante a tener en cuenta ya que son los hombres (no los dioses) los que van hacer uso de estas creaciones.
ResponderEliminarMe guardo el blog en favoritos
Gran trabajo
UN saludo
a mí desde luego nadie me ha dicho nunca que alvar aalto sea de segunda fila, lo hemos intuido como de primera y así se nos lo ha transmitido siempre.
ResponderEliminardesde luego fue una de mis primeras referencias, y hoy lo sigue siendo, una arquitectura que por suerte he tenido la oportunidad de visitar, y que desde luego te atrapa , es absolutamente humana
Alvar Aalto es un grandísimo arquitecto. Siempre me encantó, y cuando vi sus obras en Finlandia me gustaron aún más.
ResponderEliminarDigo que es de la segunda fila suponiendo que los grandes arquitectos formen más o menos cincuenta filas. Aalto es de la segunda.
Lo digo solo para separar a Wright, Le Corbusier y Mies, que son otra cosa.
En mi estudio tengo más libros de Aalto que de Mies, el Corbu le empata y solo Wright le gana.
Y copio más a Aalto que a cualquier otro.
Cuando eres un ignorante estudiante de arquitectura puede pasar que tu opinión cambie a cada cosa buena que lees. Con este blog ya me ha pasado unas cuantas veces desde que lo he descubierto. Felicidades! Por cierto, que gran profesor debía ser ese Oíza...
ResponderEliminarJordi
Lo suscribo.
EliminarHola, solo quisiera saber el nombre de la Iglesia y localización de Mies al cual haces referencia, es un buen aporte, gracias por la respuesta
ResponderEliminarHola, Jersson. Es la iglesia del IIT (Illinois Institute of Technology) de Chicago, y es de 1953. A Mies le encargaron el campus, y una de las obras que hizo en él fue esta.
EliminarSaludos.
Enhorabuena por el blog, de lo mejorcito ( en mi humilde opinión)
ResponderEliminarA algunos nos gustaría estar tan "cansados" como afirmas en tu parfil...
Saludos
Un texto sin estructura, ni forma, ni estilo.
ResponderEliminarSólo expresa una idea personal donde no hay un estudio previo real sobre los dos Arquitectos a comparar, lo cual hace entender claramente la ingenuidad del autor.
Holaaaaa???? Tío, leete el perfil del autor!
EliminarTotalmente de acuerdo Adolfo.
ResponderEliminarGrande Oíza...¡qué placer tuvo que ser escucharle!
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