La reina de las cantantes de siempre es Billie Holiday. Cumple además con el consabido cliché (vida atormentada, drogas, desgracias...), y es otro claro ejemplo de la belleza de la imperfección. Aparte de que las grabaciones de la época son malas y están llenas de ruido, se aprecia una cierta propensión chillona y una muy poco pulida dicción. Pero Lady Day tiene un raro poder de fascinación, un misterio trágico, y un dominio de su voz como si fuera un instrumento más.
Su mejor época fue 1937, y de ese año es esta maravillosa obra de arte.
La madurez de Billie Holiday coincide con la de su amigo, socio y cómplice Lester Young. Es una simbiosis perfecta, un entendimiento íntimo, artístico y personal.
Esta grabación de Foolin' Myself, del 1 de junio de 1937, está en el disco The Quintessential Billie Holiday, Vol. IV, considerado por la crítica (en general) como el mejor suyo y uno de los mejores de la historia del jazz.
La estructura es muy sencilla: Teddy Wilson desempolva su piano durante diez segundos y ahí no más empieza Lester Young con su saxo tenor, potente y sensual, elegante, grande, poderoso, jugando con el tema con enorme facilidad durante cuarenta segundos. Qué poquito: sólo desde 0:10 hasta 0:50. Pero es suficiente para apabullar. Hay que contar toda la historia en tres minutos, y la distribución de los tiempos y los papeles de cada uno es perfecta.
(Reparad en la foto que aperece fugazmente en 0:26. Lester Young mira ¿enamorado? a una bellísima Billie Holiday, sonriente, feliz, dueño de su maestría, aferrado a su saxo, que es su dominio).
Luego una transición de 20 segundos (de 0:50 a 1:10) de Teddy Wilson al piano, para dar paso a la trompeta solista (que no sé si es Cootie Williams o Buck Clayton), que vuelve a enunciar el tema, sólo durante otros veinte segundos (1:10 a 1:30). Entonces un rápido capotazo del pianista y director deja el toro en suerte para la lady, que lo recibe con autoridad en 1:32 y lo torea durante un minuto y veinte segundos (hasta 2:53), un tiempo eterno en el que nos dice que se burla de sí misma y se ve ridícula por amor, y nos vuelve locos a todos nosotros.
¿Qué hacer después de esto? Despedirse. Tocar fuerte la trompeta durante seis segundos, hasta 2:59, y morir.
Billie Holiday
la voz vibra con Lester
sigue cantando
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