jueves, 23 de enero de 2025

Melancolía V-b

A veces Antonio iba más rápido que yo y me pedía que le contara por dónde iba a ir la historia, qué más iba a pasar. Y con apenas una sugerencia incierta mía emitía dibujos sin freno. Y otras veces, ante mi lentitud, seguía dibujando al personaje, haciendo series ensimismadas.



Paul en París, durante la ocupación alemana

Melancolía V-a

Antonio Esteban Hernando, gran pintor y gran
dibujante toledano de Aranda de Duero (Burgos)
A mi hermana Gema, artista total, de la pintura al
títere.
A mis hijos, que pasan bastante de mí, pero que si
tienen que dibujar un Hitlerito lo dibujan.


Cuando empecé a escribir esta serie pensé que necesitaría tres entregas. Al final fueron cuatro, porque añadí un tema personal sin conexión con lo que contaba en las tres primeras. Pues bien: ahora veo que, aunque quede ya fuera de todo, aún quiero contar una cosa más. Esta es ya la última. Lo prometo. (Al menos de esta serie; quien sabe si volveré a hablar de melancolía en alguna otra ocasión).

[Nota a posteriori: La divido en dos, V-a y V-b, por la gran cantidad de dibujos, que pesan mucho, pero lo que cuento en total cabría en una sola entrada. Considerad por tanto que esta y la siguiente son solo una].

Portada de mi hermana Gema. Se la
pedí para mandar la novela a un concurso.

Hace ya demasiados años (de todo hace ya demasiados años) tuve en Toledo una comida deliciosa y divertidísima con mis amigos. Publicábamos por entonces una vez al mes y de forma "colegiada" (hoy yo, el mes que viene tú, el siguiente él...) un artículo sobre arquitectura en la revista local Ecos y comíamos juntos el día que salía, para leerlo en grupo y comentarlo. Esa vez le había tocado a Pablo Alguacil, que hacía una reseña sobre un libro de un arquitecto estadounidense muy comercial y un pelín cínico: Paul Watercil.