lunes, 28 de marzo de 2022

Querido Francisco

Un compañero me pasa una pregunta que ha hecho un usuario de una de esas granjas virtuales de técnicos que proliferan on line para regocijo y orgullo de la Humanidad.

Al parecer es un sitio en el que el honrado usuario busca profesionales para un trabajo determinado y les hace pelearse por bajadas de honorarios para servirle. También hay una sección en la que puede hacer preguntas y algunos voluntarios que se supone que saben del asunto le contestan (¡gratis!)

He visto que la gente pide consejos sobre cómo eliminar una humedad, pregunta por sistemas de calefacción, pide opiniones sobre tipos de persianas... De todo.

Pero la pregunta que me han pasado es esta:

Francisco quiere saber si obtendría la habitabilidad de la vivienda: "Hola me gustaría saber si podría construir y obtener mi habitabilidad de la vivienda con este boceto". Y adjunta este dibujo:

He ido a la web y en este momento ya tiene tres respuestas. Es emocionante asistir a la generosidad de quienes saben, siempre dispuestos a enseñar a quienes no saben. A veces, tanto o más que la generosidad, es la sensación de poderío y la satisfacción de exhibir la propia sabiduría (hablo por mí), así que me sumo a los contestones y le respondo aquí:

viernes, 25 de marzo de 2022

Eso no es fútbol

A Pedro Torrijos por una opinión que comparto.
Y a Emilio por el vídeo del final de esta entrada.


Hace muchos años (demasiados, ay) mi padre me llevó al fútbol, y entre la variada fauna que poblaba las inmediaciones del estadio (incluidos caballos de la policía) había un chico dándole toques a un balón.

Lo que hacía era pasmoso: Mantenía el balón en movimiento tocándolo con los pies, con los muslos, con la cabeza. Se giraba y lo daba con la espalda. Se agachaba y lo dejaba parado sobre su cuello. Y sobre sus hombros, y en la cara, y en todas partes. Y el balón nunca se caía al suelo. Era de una habilidad increíble.

Delante de él, sobre la acera, tenía una gorra con unas pocas monedas, con la que nos invitaba a colaborar en su sustento.

A mí me llamó mucho la atención que haciendo unas cosas tan difíciles y tan meritorias necesitara pedir dinero para vivir, cuando los futbolistas, bastante más torpes a mi juicio, ganaban un montón. (No las cantidades inconcebibles que ganan ahora, pero aun así era ya mucho dinero).

Se lo comenté muy sorprendido a mi padre: que por qué no estaba jugando ese chico en el Real Madrid, con las cosas tan difíciles que sabía hacer, y él me dijo sentencioso: "Eso no es fútbol".

lunes, 21 de marzo de 2022

Mucho hierro

Querido Luis Ángel:

Quizá debería esperar unas horas antes de escribirte para estar más frío y más tranquilo, pero es que quiero contarte lo que sigue lo antes posible para ver si llego a tiempo de matizar lo que te acabo de decir en persona en mi estudio.

Reconozco que me has pillado por sorpresa. Además de las muchas reuniones que tuvimos cuando hicimos (sí: hicimos) el proyecto de tu casa, hemos tenido otras cuantas, algunas en mi estudio y otras en la parcela, tanto nosotros dos solos como con el arquitecto técnico, el maquinista, el estructurista y el albañil para comentar distintas circunstancias y ver la manera más eficaz de plantear la construcción.

A las dificultades que señalaba el estudio geotécnico se están sumando otras de tipo logístico y económico y estamos poniéndonos todos algo nerviosos. Las soluciones técnicas que yo creo necesarias a ti se te hacen caras. Entiendo que tienes un presupuesto muy limitado, y que el disparate de precios que estamos padeciendo te saca de tus casillas, pero es que está empezando a sacarme a mí de las mías. Estamos teniendo problemas "colaterales" bastante antipáticos y todo se está combinando para que esta obra se me esté haciendo muy cuesta arriba (aunque ya sé que no tanto como a ti) antes de empezarla.

Tú y yo somos conocidos de toda la vida, y creo que si indagara un poco hasta descubriría que somos algo parientes. Siempre nos hemos llevado muy bien, y no quisiera que esta obra envenenara nuestra relación. Me llamas por teléfono en fines de semana, te presentas en mi estudio a cualquier hora y sin avisar, últimamente tenemos conversaciones bizantinas que no llegan a ningún puerto... En fin, una juerga. Y no hemos empezado la obra.

Pero lo de hoy me ha tocado muy dentro. Te he contestado mal y todo. Lo siento. Pero es que te has presentado con un par de recaditos del albañil, a quien veo trabajando en la sombra contra el proyecto y a quien adivino minando nuestra confianza y nuestra paz durante toda la obra.

El primero ha sido la afirmación categórica de que la estructura tiene MUCHO HIERRO. Y el hierro se está poniendo carísimo. Sugiere que quitemos soportes de acero laminado y hagamos muros de carga. He sido tan idiota que te he contestado a bote pronto: "¡Ni de coña!", cuando lo más correcto habría sido decirte que sí, que lo podría hacer y que te prepararía lo antes posible un presupuesto de honorarios por la modificación del proyecto. Por mi parte habría sido mucho más profesional y sereno; desde luego mucho más que el espectáculo lamentable que he dado.

Mucho hierro

Según te lo decía ya me estaba arrepintiendo. Te he hablado de preocupaciones mías que a ti ni te van ni te vienen, del sexo de los ángeles y del perfume de las nubes, en vez de hablarte de euros, que es de lo único que deberíamos haber hablado. Te he dicho que una construcción a base de muros de carga entorpecería bastante la distribución de tu casa, y además las habitaciones te quedarían más pequeñas. Pero lo único que te debería haber dicho es que si el acero se está poniendo por las nubes qué diríamos de los ladrillos. Lo dicho: Tono tranquilo y euros.

martes, 15 de marzo de 2022

El premio

Nos acabamos de enterar de que le han dado el Premio Pritzker (sí, ya sabemos: "El Nobel de la arquitectura") a Francis Keré (Diébédo Francis Keré, para ser más completos), y nos ha hecho mucha ilusión, en general, a todo el colectivo de arquitectos. (Vamos, yo hablo de lo que estoy viendo por aquí).


Soy un ignorante. Confieso que no había oído hablar de este ilustre arquitecto hasta hace nada, hasta 2018, año en que el Museo ICO le dedicó una estupenda exposición (como todas las suyas).

Aparte de la indiscutible calidad de su arquitectura, lo que nos llama la atención y nos enamora es su película: Nacido en el pueblo de Gando, en Burkina Faso, en 1965, era hijo del jefe de la tribu, y su padre tuvo la suficiente lucidez como para mandarle a la escuela para que aprendiera a leer y así pudiera descifrarle las cartas que le llegaban y además saber algo de cuentas, que siempre viene bien.

Lo malo era que Gando no tenía ni escuela, así que a los siete años de edad tuvo que dejar su pueblo y a su familia y marchar a la capital del país, Uagadugu.

Tras terminar sus estudios primarios obtuvo una beca de una entidad alemana, unas cosas llevaron a otras, el asunto se fue liando y el niño que había ido a aprender a leer y las cuatro reglas terminó completando estudios secundarios en Alemania y entrando después en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Técnica de Berlín.

(Total: Que a su padre seguían sin leerle las cartas).

La película termina cuando el joven arquitecto vuelve a su pueblo y construye la escuela. Una música emotiva va subiendo de volumen y se ve a los niños entrar, sentarse y atender a la maestra, mientras que el arquitecto, en un plano superpuesto, saluda y sonríe. Fin. Todo hace presagiar que la creatividad y el servicio a la sociedad seguirán creciendo.

jueves, 3 de marzo de 2022

El inventor

Al arquitecto madrileño Alberto Feito



Una de las facetas de las que más orgulloso estaba Miguel Fisac era de la de inventor. Todos recordamos y celebramos sus vigas-hueso pretensadas, sus encofrados blandos y sus ladrillos con ceja.

Estos últimos los empleó, entre otros, en el edificio del CSIC, en la proa de las calles de Velázquez y de Joaquín Costa, en Madrid.

De ese edificio me parecen muy atractivas las dos entradas, una por cada calle, que atraviesan las respectivas alas y llegan al jardín central, permeándolo y haciéndolo fluir. Esas dobles columnas en V, que sustentan unas vigas con grandes voladizos, hacen levitar los acogedores techos de esos dos enormes zaguanes.

Pero lo más llamativo del CSIC son los citados ladrillos con ceja. En mi opinión son el invento perfecto en el sentido de que, como pasa muy a menudo con los arquitectos, esos seres zalameros y embaucadores, nace supuestamente para solucionar un problema técnico y constructivo pero su alcance final y su fin último son plásticos.

Me refiero a que la ceja fue diseñada para echar fuera el agua de lluvia y que no se filtrara por los tendeles, pero lo que logra por encima de eso es resaltar las líneas horizontales de la fábrica de ladrillo y hacerla temblar sacándola de su plano, casi como si fuera un tejado de tejas planas puesto de pie, o la piel escamosa de un pez o de un reptil.

¿De verdad es un problema muy grave y frecuente que el agua de lluvia se filtre por los tendeles de las fábricas de ladrillo? Y si lo es, ¿por qué ningún otro arquitecto ha usado la patente de Fisac? (Es posible que alguien lo haya hecho, pero yo no lo conozco. En todo caso deben de ser escasísimos).

(Esto me recuerda que para un arquitecto que adoptó los bloques de hormigón de Frank Lloyd Wright le cayó la del pulpo).