Desayuno muy a menudo en una churrería que lleva un antiguo futbolista local con su familia. Es un sitio pequeño y antiguo (por no decir viejo). Como además hacen unos churros y unas porras excelentes suele estar muy lleno a la hora crítica.
La zona de atención al público es de planta rectangular y tiene una barra de lado a lado justo enfrente de la puerta de acceso. En las otras tres paredes hay una pequeña repisa corrida donde apoyar el desayuno, que se trae uno mismo desde la barra.
Las paredes están alicatadas hasta algo más de un metro y medio de altura con azulejos marrones veteados de forma lobulada, que hablan de otros tiempos y que hoy, tras haber rebasado ya la categoría de "horteras" han entrado por derecho propio en la de "vintage".