Mi amigo Francis me saluda el viernes 21 con la noticia de que pretenden derribar este edificio:
Bueno; en realidad es este:
Bueno, no. Tampoco. Es más bien este el edificio que pretenden derribar:
Ya solo con la secuencia de estas tres imágenes nos podemos hacer idea de la cadena de renunciaciones y derrotas que se sucedieron desde el principio.
Se trata de un proyecto de los arquitectos Juan Daniel Fullaondo Errazu y Félix Íñiguez de Onzoño(1), del año 1974, para la sede de Eurobanco (Banco Europeo de Negocios) en la calle Marqués del Puerto, número 3, de Bilbao. El primer gran disgusto fue la ridícula reducción del gran "cubo" de arriba, que iba a ser un anuncio luminoso dinámico y "desmaterializado" por esa chorradita que pusieron. Fullaondo lo llamaba "reducción cómica" y se resignaba. ¿Qué otra cosa podía hacer? "No pudo ser". La verdad es que ya es mala suerte que nunca nada pueda ser. Pero hay que seguir jugando con las cartas que nos quedan; no se puede estar continuamente enfadado y frustrado.
La calle en la que está el edificio es muy estrecha, y muchos de los vecinos tienen miradores. De ahí la idea de que todo este fuera un gran mirador. Y además un espejo que ensanchara virtualmente la calle con el reflejo de las construcciones de enfrente. Fullaondo decía que cuando la fachada estaba limpia -lo que no era lo más habitual- le agradaba mucho el efecto de los vidrios rojizos duplicando el espacio y haciéndolo respirar(2).
Y, por si no fuera suficiente con el "cubo" de remate, hace unos años se fue también a la porra la marquesina.
Ahora, ya, definitivamente, por fin -ya era hora, suspiran- sus propietarios han anunciado que lo van a derribar. La entidad Kutxabank es dueña de casi toda la manzana y quiere levantar un nuevo edificio de oficinas para su sede central. Y, claro, el edificio de Fullaondo e Íñiguez les estorba muchísimo.
Cuando han recibido quejas y protestas (ahora voy con ellas) han esgrimido de todo: que está muy deteriorado estructuralmente, que las cotas de los distintos forjados no coinciden con las que ellos necesitan, etcétera. (Añado aquí el paréntesis de que cuando no te interesa un edificio y no lo cuidas ni lo reparas se daña mucho, lo que luego te sirve de muy buen argumento para derribarlo). Supongo que por un problema estructural decidieron tirar la marquesina en vez de arreglarla, sanearla o restaurarla. No: era mucho mejor hacer la paredeja esa de granito. Dónde va a parar.
El colegio de arquitectos, como también algunos académicos y profesionales prestigiosos, han dado la voz de alarma, y están pidiendo conservar al menos la fachada del edifico. (Supongo que sin cubo y sin marquesina, así que conservar qué).
El profesor Joaquín Lizosain, de la Universidad de Alcalá de Henares, gran conocedor de la arquitectura vasca contemporánea, y especialmente de la de Juan Daniel Fullaondo(3), ha salido a la palestra de los medios a defender el edificio, y lo está haciendo con elocuencia y con pasión.
Pero, ay, nadie se acordó nunca de incluirlo en ningún catálogo ni lista de obras a conservar ni a respetar. Su dueño es dueño absoluto y puede hacer con él lo que quiera. Solo queda intentar suplicar, gritar, sacarle los colores, patalear. Pero ya sabemos a lo que suele conducir todo esto.
El profesor Lizosain sugiere que ha habido algo turbio en la tramitación de la licencia de derribo y de la modificación urbanística (estudio de detalle) para que se pueda construir lo que Kutxabank quiere y como lo quiere, porque en el proceso se ha soslayado e incluso ocultado la autoría del edificio a derribar y sus valores arquitectónicos y tipológicos. Pero el quid de la cuestión es, como digo, la ausencia de protección para el inmueble.
Yo, la verdad, no sé lo que quiero. El edificio, tal como está, es ya la historia de una derrota, o, mejor dicho, de una serie de derrotas encadenadas: todas las derrotas. Ya, total, para eso, mátame camión, o dame veneno, que quiero morir; dame veneno.


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