Esta entrada va a ser dura y comprometida para mí, y me voy a ganar unos cuantos coscorrones vuestros porque no conozco a nadie que no se entusiasme con París. Me voy a quedar más solo que la una.
Pero me debo a la verdad. Este blog supone un deber moral para mí, y creo que sabré afrontar y sufrir vuestras críticas.
Pues sí, pues eso, pues vale: Que no me gusta París. Ya lo he dicho.
Pues sí, pues eso, pues vale: Que no me gusta París. Ya lo he dicho.
En mi opinión París tiene una imagen y una fama desmesuradas e injustísimas. La campaña de publicidad que le ha hecho todo el mundo -incluso desinteresadamente- durante siglos es algo digno de estudio sociológico.
Encima yo, que soy tan poco viajado, he ido a París tres veces, lo que, teniendo en cuenta que aún no conozco Londres, Berlín, Roma, Dublín, Estocolmo ni muchas otras capitales europeas, es un disparate y una zafiedad por mi parte.
La primera vez no me gustó. Fui una segunda vez por si no había sabido apreciar la ciudad a la primera, pero confirmé mis impresiones. Y fui una tercera por otro motivo y lo mismo. Una ciudad desagradable, inhumana, mal trabada y mal organizada.
Me gusta mucho el Quartier Latin, algunos restaurantes y bistrots, un grupo de jazz callejero tocando en la Place des Vosges, la librería Shakespeare & Co, Notre Dame, el Centro Pompidou y muchas cosas más. Pero eso a mí no me vale. Una ciudad tan grande tiene que tener por fuerza algunas (bastantes) cosas buenas, pero a mi juicio son cosas aisladas, excepciones, cosas buenas a pesar de la ciudad. El carácter de París, su esencia, contradice y anula esas cosas buenas y configura un todo inhumano, agotador y angustioso.
Librería Shakespeare and Company. Una delicia
Si la cantidad de escritores, pintores, músicos, intelectuales y artistas de todo tipo que pasaron por París hubieran decidido ir a Zamora -por ejemplo-, hoy sería Zamora esa ciudad mítica, sólo que bastante mejor compuesta y trazada.
La gran virtud (falsa, inmerecida e incierta) de París de concitar un sentimiento de libertad, de intercambio, de efervescencia y de inteligencia -virtud que nunca tuvo Zamora, al menos en tan alto grado-, y que hace de París la gran ciudad que amáis todos, se ha debido siempre a un "efecto llamada" previo que forma un círculo vicioso. París es una maravilla porque todo el mundo lo dice, y como todo el mundo lo dice se produce esa maravilla, y todo el mundo lo dice.
En fin: que todo eso se debe a una publicidad excesiva, a un complejo de inferioridad de los no parisinos y a un "siempre nos quedará París" bastante exagerado.
En fin: que todo eso se debe a una publicidad excesiva, a un complejo de inferioridad de los no parisinos y a un "siempre nos quedará París" bastante exagerado.
We'll always have Paris. París: Esa ciudad entregada con entusiasmo
a los nazis en su momento, pero que (¿quién sabe por qué?) mantiene un
glamour y una entidad como de patria de la libertad o algo así.
De acuerdo: En los planos literario, pictórico, musical... París es imbatible (a causa de ese "efecto llamada"). ¿Pero qué pasa en el plano meramente urbanístico y arquitectónico? Veamos París como un "objeto urbano". ¿Qué nos dice? ¿Qué nos muestra? Un montón de casas rimbombantes con mansardas (modelo debido al mediocre arquitecto que les dio nombre), unos cuantos edificios públicos grandilocuentes neoclásicos o neobarrocos, pastelosos y absurdos, y unas avenidas y plazas estrelladas aptas para ser vistas desde el aire y para ser desfiladas con el paso de la oca, pero no para ser vividas.
En una de mis visitas se me ocurrió cruzar la Place de la Concorde caminando. ¡Qué atrocidad! ¡Qué cosa más inhumana! Además hacía calor. Horrible. Un desierto, un plano infinito, con unos edificios allá, al fondo, enanos, fuera de escala. (Luego te acercas y son grandes, pero no están en consonancia con el tamaño de la plaza).
Place de la Concorde
El chabacano arquitecto frustrado Adolf Hitler visitó París el 23 de junio de 1940. Y, como podéis imaginar, no vio nada de Le Corbusier ni apreció ninguna gran obra de arquitectura. Por el contrario, se extasió ante el Panteón de Hombres Ilustres, los Inválidos, la Ópera y, sí, digámoslo ya: El Sacré-Coeur.
Hitler dijo que París era la ciudad más hermosa del mundo. (Y si lo dijo Hitler habrá que hacerle caso. Un arquitecto aficionado tan brillante no podía estar equivocado). Confesó que le resultaba tan hermosa que había pensado destruirla para que no hiciera sombra a Berlín. Pero después decidió hacer de Berlín una ciudad más bella y grandiosa todavía, de manera que París palideciera a su lado.
Creo que con esta opinión nos podemos hacer una buena idea de lo que representa "ese París".
Esto le gusta a todo el mundo. Y el Trocadero, y los Jardines de Luxemburgo, y el Arco de Triunfo, y el Jardín de las Tullerías, y el Gran Palacio, y el Pequeño Palacio, y la Defensa, y los Campos Elíseos, y toda esa pomposa pretenciosidad. A mí me aburre. Me aburre y me deja la boca seca.
También me aburren mucho los bateaux mouches, los clochards así, como funcionariales, los acordeonistas pretenciosos, los vendedores de flores y toda esa caterva de personajes de Paguí, Paguí, olalá, inventados para el estúpido turismo de quienes venimos de ciudades y pueblos bastante mejores que París (aunque no lo sepamos) para babear aquí como bobos y como paletos.
(Ya sé que esta vez es duro, pero si aun así quieres hacerme la caridad de clicar en el botón g+1 te lo agradeceré mucho).
Hitler dijo que París era la ciudad más hermosa del mundo. (Y si lo dijo Hitler habrá que hacerle caso. Un arquitecto aficionado tan brillante no podía estar equivocado). Confesó que le resultaba tan hermosa que había pensado destruirla para que no hiciera sombra a Berlín. Pero después decidió hacer de Berlín una ciudad más bella y grandiosa todavía, de manera que París palideciera a su lado.
Creo que con esta opinión nos podemos hacer una buena idea de lo que representa "ese París".
Panteón de Hombres Ilustres
Los Inválidos
La Ópera
Sacré-Coeur
Esto le gusta a todo el mundo. Y el Trocadero, y los Jardines de Luxemburgo, y el Arco de Triunfo, y el Jardín de las Tullerías, y el Gran Palacio, y el Pequeño Palacio, y la Defensa, y los Campos Elíseos, y toda esa pomposa pretenciosidad. A mí me aburre. Me aburre y me deja la boca seca.
También me aburren mucho los bateaux mouches, los clochards así, como funcionariales, los acordeonistas pretenciosos, los vendedores de flores y toda esa caterva de personajes de Paguí, Paguí, olalá, inventados para el estúpido turismo de quienes venimos de ciudades y pueblos bastante mejores que París (aunque no lo sepamos) para babear aquí como bobos y como paletos.
(Ya sé que esta vez es duro, pero si aun así quieres hacerme la caridad de clicar en el botón g+1 te lo agradeceré mucho).
Jose Ramon, te voy a hablar desde mi experiencia de haber vivido y trabajado en Paris durante un anyo.
ResponderEliminarYo siempre he sostenido que Paris en una ciudad que no esta hecha para la escala humana. No hay parques locales, la mayoria de las calles no tienen arboles, lo cual le da un aspecto arido y seco. Los domingos se convierte en una ciudad fantasma donde absolutamente nada abre, aparte del Marais. Londres, por ejemplo, me parece una ciudad muy comoda para vivir.
Sin embargo, Paris es una ciudad fascinante como turista, con multitud de lugares explendidos. En eso, no estoy de acuerdo contigo. Las perspectivas infinitas de Paris son espectaculares. Comparar Zamora con Paris me parece muy pretencioso, aunque estoy de acuerdo en que se debe vivir bastante mejor en Zamora que en Paris.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAntes de hablar de París quiero decirte, con gran atrevimiento pues soy aun menos viajado que tú, que cojas mañana mismo un vuelo a Roma. Porque no se puede vivir sin haber estado en Roma, aunque me falta el mundo entero por conocer no hay otro lugar en el que se pueda estar el mismo día en el Panteón y en San Carlo alle Quattro fontane.
ResponderEliminarPero hablábamos de París, que el pasado verano visité por segunda vez, la primera fue en un viaje pésimamente organizado,así que iba casi desde cero.
Me gustó, me gustó mucho y lo que más me gustó es hasta qué punto todo París se parece a París, es decir, casi cualquier calle (entiéndase que me moví por los distritos por los que nos movemos los turistas) tiene ese "encanto parisino", su mansardas de cinc, sus cornisas, balconeras y cuarterones.
No es una ciudad que quede entre "mis favoritas", entre las que me han conquistado por dentro, pero no me cabe duda de que es una ciudad abrumadora, inabarcable. El Louvre como ejemplo, sí, el Prado es una pinacoteca superior, pero el Louvre es enciclopédico, desde Babilonia hasta Delacroix, una vida se puede pasar dentro de él, pero es que sales y vas a Orsay y enfrente está el Pompidou, tres museos de talla mundial en pocos minutos a pie.
Barrios, no tiene París solo uno o dos barrios hermosos, el barrio latino, el judeogay Le Marais, la ciudad medieval en la Cité y Saint-Louis, el "hiperparisien" Monmartre, la convivencia de lo chic y lo sórdido en Pigalle, pasear todo el Canal de Saint Martin, incluso el poco citado Belleville, la nueva sede de la bohemia artística.
Sin duda, en realidad tú lo sabes, no se trata de una bella ciudad como Zamora a la que ha llegado una pléyade internacional, sino que son siglos de sumar. Una monarquía absoluta que parió algo tan horrendo como único en Versalles, una Revolución que terminó con ella, un entorno en el que pudo nacer el impresionismo, que atrajo las vanguardias, que etc.... Sí, efecto llamada, pero joder qué llamadas.
Notre Dame puede no ser más interesante que la Catedral de Zamora, pero caramba que a 200 metros está la Saint Chapelle
Y sí, comparto el desagrado del estilo barrocargante de sus palacios, las cúpulas, los pórticos, la grandilocuencia, pero sin excederme en el menosprecio, los inválidos, el panteón o el Sacre Coeur son edificios notables, como era notable el Louvre hasta que Ming Pei lo convirtió en excelente.
Tampoco a mí me parece amable la obra del ínclito Barón Haussman, hasta subir al Arco del Triunfo y ver París convertido en un panóptico, esas perspectivas infinitas, es un espectáculo (rae, acepción 3).
Y la Torre Eiffel, inmensa, absurda, magnífica. Visible desde toda la ciudad, aun hoy una de las construcciones más altas de Europa. El gran hito central en un país centralista, sopocientos escalones hasta llegar arriba y ver la ciudad a tus pies.
Y el día a día es el de una ciudad viva, con los picnics en los jardines, que aquí tendremos jardines pero no nos sentamos en ellos, sus mercados, su arte callejero, los caricaturistas, el crisol de gentes. Los parisinos, que me parecieron particularmente amables, los pocos con quienes tuve la fortuna de tratar.
Y no creas que esta paliza es para convencerte de que te tiene que gustar, has ido tres veces y no te gusta y es perfectamente respetable.
Pero creo que su fama sí tiene cierta justificación.
¿He escrito un comentario más largo que el post?... Es que me iba acordando del verano y entraba morriña...
Muchísimas gracias a los tres.
ResponderEliminarEl mayor orgullo de este blog es tener los lectores que tiene.
Vuestros comentarios son excelentes, y están muy bien fundados y expresados.
Aunque me he ido a un extremo por aquello de resaltar y exagerar mi pensamiento, estoy bastante de acuerdo con bastante de lo que decís. (Aparte de que tenéis la amabilidad de decírmelo buscando el mejor punto de contacto posible).
Muchas gracias. Dais luz y profundidad a mi texto.
He estado dos veces en Paris, una de 10 días, la recorrímos andando por barrios que, alguna vez recordando no sé cómo nos atrevimos, el ambiente daba miedo, como en la zona del Ejército de Salvación, vimos mucho, demasiado. La segunda vez, un día y desde un autobús turístico, bajas donde quieres, tomas algo, te fijas en algo, ves todo globalmente.
ResponderEliminarMe han parecido otras capitales mucho mas interesantes, pero París es París.
La cotejas con Zamora, soy de allí aunque no resido, es un poco exagerado, creo que no habría llegado ni a ser un barrio de París ni aunque hubieran nacido allí las mismas musas del olimpo.
Siempre he creído reconocer Zamora como Zora (hasta el nombre sospechosamente se parece) una de las ciudades invisibles de Italo Calvino.
“Pero inútilmente emprendí viaje para visitar la ciudad: obligada a permanecer inmóvil e igual a sí misma para ser recordada mejor, Zora languideció, se deshizo y desapareció. La Tierra la ha olvidado”
Llego tardísimo a esta entrada del blog (que confieso que me pasó inadvertida en su momento porque también es cierto que me paso muy de tarde en tarde por aquí)... ¿y qué me encuentro?: una afirmación tan contundente como es "no me gusta París". No he de ser yo, que me manifiesto incapaz de razonar el porqué siento un amor tan especial por ella, el que se convierta en su adalid, pues no necesita mi defensa; pero me atrevo a preguntarme: ¿no será lo tuyo un trauma por algo que te sucedió en ella?
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