viernes, 17 de julio de 2020

Gafas de piedra

Al ilustre profesor Luis González Jiménez, de la
Universidad de Extremadura, tan amante de los
materiales de construcción que los sabe explicar
con rigor científico y a la vez con lirismo poético.


La inquieta y siempre estimulante web "Cosas de arquitectos", atenta a todo lo que se mueve, nos ha vuelto a sorprender con una propuesta original: Una empresa estadounidense está fabricando gafas de piedra.


Lo he dicho antes: original. Y añado: simpática, curiosa, graciosa, sorprendente... Tanto que ha tenido la virtud de enfadarme muy profundamente.

No es por culpa de mis amigos de Cosas de Arquitectos, aunque también sean cómplices con su afán de estar siempre en la onda buscando noticias excitantes, sino por quienes las fabrican, por quienes las van a comprar, por el ambiente propicio que hay en torno a estas cosas y, precisamente, porque se supone que los arquitectos somos sus clientes idóneos y entusiastas. Al menos los arquitectos hemos venido a representar a esta recua de personas sin principios y que son capaces de todo para ver el mundo arder.

Alfred a Batman: Algunos hombres
solo quieren ver el mundo arder.

Las infaustas gafas son todo lo contrario de lo que creo que un arquitecto debería pensar: El material con el que están hechas es el más inepto y el más inconcebible para esa función. Mecánicamente no funciona; es frágil, es pesado. Y, además, si es de piedra ha de ser esculpido; no puede hacerse con un molde, con una impresión o inyección ni con ningún otro procedimiento industrial sencillo. (Pienso que se podrá tallar con una herramienta robotizada).

Ah, no, calla. En la noticia que he enlazado se nos dice que no son completamente de piedra, de piedra maciza, sino que esta es solo apariencia exterior. Pues peor. ¿Qué os dirá cualquier arquitecto sensible y consciente sobre los materiales que aparentan ser lo que no son, sobre las falsificaciones de los materiales?
Están hechas con "finísimas láminas" de piedra sobre una base de madera. O sea, que son de madera chapada, de madera aplacada.

Es decir: Todo mal. Se utiliza el peor material posible pero es solo para epatar, para hacer una gracia, para darse un codazo de complicidad, para echarse unas risas.

Ya, ya sé que soy un viejo cascarrabias. Cada vez más. Pero si en cuestiones de materia todo vale, entonces la arquitectura es una estupidez, porque la arquitectura es materia generando espacio. Y el diseño es otra estupidez. Si lo único que cuenta es llamar la atención a no importa qué precio y sacrificar la funcionalidad, la idoneidad y todo lo que se ponga por delante tan solo para hacer el truco del cambiazo y pasmar a los paletos, entonces los materiales no son nada, no importan nada, no sirven para nada.

Además, y no es una cuestión menor, eso de obtener finísimas láminas de piedra y aplicárselas a una base de madera tiene que ser bastante difícil, quiero decir caro. En el enlace que he puesto no viene el precio, pero no os preocupéis, que ya lo busco yo y os lo digo. Ahí lo tenéis: Doscientos noventa y cinco dólares. Poco me parece. Porque, no os olvidéis, el precio es lo más importante de este proceso de depravación: Si fabrico unas gafas recortando una lata de refresco con unos alicates hago el santo ridículo, soy el tonto del pueblo; pero si esas mismas gafas me cuestan una pasta creo tendencia. (Y si las recorto con unos alicates y se las cuelo a algún esnob por una pasta soy un genio).

Generalmente me aburre, pero a veces llega a indignarme, esta manía de hacer cosas insólitas solo porque son insólitas. Normalmente una vez que se hacen queda demostrado por qué no se habían hecho antes. Es cierto que el espíritu creativo busca siempre hacer algo nuevo, pero hasta ahora el progreso consistía en que eso nuevo fuera mejor que lo anterior. Sin embargo desde hace décadas se busca lo inesperado solo por inesperado; aunque sea peor. Se pretende hacer algo que nunca antes se haya hecho, aunque sea una idiotez. Y casi siempre podemos comprobar que no se había hecho precisamente porque era una idiotez.

Estas gafas de piedra están llamadas a arrasar entre los arquitectos y, en general, entre la gente culturalmente enrollada. Ya digo que su precio caro les da aún más glamour. Son divertidas. La gente no suele enredarse en estas cuestiones en las que me estoy perdiendo. La gente tampoco es que sea ética precisamente, ni coherente. No: Al revés. La gente quiere diversión sin complicaciones.

Yo también quiero diversión. Creo que se me nota que tengo sentido del humor (bueno, hoy no), pero a esto de las gafas no se lo veo. A descolocar por descolocar no le veo la gracia.

Lady Gaga con un vestido de carne cruda

Sí que defiendo la fisión semántica, pero esto tampoco lo es, o lo es pero sin fuerza, de tercera categoría: Se saca el material piedra de su contexto para ponerlo en otro inesperado y que "signifique" algo muy diferente: flexibilidad, ligereza... Se rompe la esencia simbólica, pero también física del material, y se le da un giro a todo el elemento para que nos sorprenda. Y ahí radica su gracia y su eficacia. Pero no va más allá. No va a ningún lado. No se atreve a avanzar de verdad a, por ejemplo, macizar de piedra la zona de los cristales y hacer así unas gafas completamente opacas, y que quien se las ponga no vea nada, y que camine ciego por la calle e incluso sufra (pequeños) accidentes.
No sé. Perdonadme; estoy improvisando. Los surrealistas lo habrían hecho bastante mejor. Podrían haber alcanzado verdaderamente una profundidad semántica y artística. Podrían haber utilizado esa broma para provocar algo de verdad. Y no esto, que es, fruto de nuestro tiempo idiota, un mero pasatiempo para ricos desocupados y para parias sociales.

Ah, que os ha gustado lo de las gafas de piedra y os queréis comprar unas. Ah, vale (glups). Perdón.
Esto que he dicho es solo una opinión. Tampoco me hagáis mucho caso.


Addenda de 25-07-2020
A las gafas de piedra sumamos las mascarillas de lentejuelas:


1 comentario:

  1. Lo malo de la estupidez humana es que su progresión es geométrica -y por ende, inasumible- y lo peor es que ya afecta a todos los aspectos del ser humano y a todos los rincones del planeta. Ha sido, junto con las mafias, lo primero en globalizarse. Esta estupidez hace que la humanidad se haya puesto gafas macizadas de piedra en la zona de los cristales para no ver a los beneficiarios de todo este descalabro.

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