Este edificio es la sede de la Asamblea de Murcia, la expresión más pura y respetable de la democracia que se encarna en una región española.
De la Constitución Española de 1978, cristalizadora de nuestra democracia y marco de nuestra convivencia no sólo pacífica sino creativa y constructiva de un progreso innegable, surgieron las comunidades autónomas, que se establecen a su vez como democracias regidas por sus respectivos parlamentos y gobiernos.
La sede de la asamblea de una comunidad autónoma es, por lo tanto, el palacio del pueblo, el espacio arquitectónico que aloja las ansias y las aspiraciones de una sociedad. Es el lugar de las ideas, las palabras, las leyes que se imponen los ciudadanos a sí mismos para convivir y para prosperar.
Arquitectónicamente hablando, diseñar esa sede es un ejercicio fascinante.
Igual que ante cada nueva decepción infligida por nuestros políticos se suele decir que ellos brotan del pueblo, que son el pueblo tal cual, y que cada pueblo tiene los que se merece, así pasa también con la expresión arquitectónica de esa realidad. Tenemos la arquitectura que nos merecemos, y la que queremos. Si no fuera así, la gente protestaría. La gente no se dejaría hacer esas cosas. La gente se agarraría unas pataletas y unos rebotes que ríete tú de un niño a quien le intentan dar espinacas.
Este edificio representa nuestra democracia, nuestra sociedad y nuestros sueños. El cuerpo central de la fachada es neo-art-nouveau (nuevo-arte-nuevo) o post-pre-post-modernista. O lo que sea. El resto de la fachada es una nave neutra y sencilla con una celosía en cuadrícula que esconde las ventanas de detrás. Podría ser la limpia y correcta nave de Fontanería Los Dos Hermanos. Y luego está el interior, con unos mármoles de color marrón y verde y unas pilastras con basas y capiteles corintios dorados. Tal vez un intento de una neo-capilla Medici, pero pasado por el filtro de Salones Semíramis, hazdetubodaundíainolvidable.
Pues sí. Pues eso.
No me quiero meter con el autor. No es el caso. Además sería demasiado fácil. He leído que está harto de que la tomen con él, y creo que tiene razón. No merece la pena atacarle a él, sino al afán simbolista en la arquitectura. Hay que clamar siempre contra la arquitectura que simboliza cosas.
(Nota interna para un próximo post: El kitsch es romántico, y el romanticismo es una actitud reaccionaria ante el sexo. El romanticismo necesita una muy buena excusa para acceder al sexo, y esta arquitectura kitsch necesita una muy buena excusa para apelar a los sentimientos y al honor de un pueblo. Pero en ambos casos son excusas simbolistas, falsas, postizas, manipuladoras).
A un arquitecto abocado a un proyecto de esta tesitura yo le diría: "¡Coño, cumple el Neufert y no simbolices nada, gañán!" Pero ¿quién soy yo? Es la sociedad, es el pueblo quien le pide lo contrario.
Así, en la fachada de la Asamblea de una Comunidad Autónoma se simbolizan -por ejemplo- todas sus comarcas, sus ríos, sus montañas y sus bailes regionales, se hacen motivos escultóricos con el pimiento reventón, la judía verde picuda, el tomate ojiplático y el jabalí rebuznero, únicos en el mundo y gloria y prez de la región.
Así, la Asamblea Regional parece un plató del Grand Prix, con Ramón García y la Vaca Paca incluidos.
Y la gente encantada porque el edificio ha sabido recoger las esencias y los aromas más blablablá y más talycual. Yatúsabes, túyamentiendes.
A la gente "normal" todo eso le parece muy bien, y sólo protestamos los de siempre. Los que no estamos de acuerdo con la democracia ni con la dignidad de las regiones, que tienen todo el derecho a expresarse y a reclamar atención y respeto. Aunque sea con esos adefesios.
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Arquitectónicamente hablando, diseñar esa sede es un ejercicio fascinante.
Igual que ante cada nueva decepción infligida por nuestros políticos se suele decir que ellos brotan del pueblo, que son el pueblo tal cual, y que cada pueblo tiene los que se merece, así pasa también con la expresión arquitectónica de esa realidad. Tenemos la arquitectura que nos merecemos, y la que queremos. Si no fuera así, la gente protestaría. La gente no se dejaría hacer esas cosas. La gente se agarraría unas pataletas y unos rebotes que ríete tú de un niño a quien le intentan dar espinacas.
Este edificio representa nuestra democracia, nuestra sociedad y nuestros sueños. El cuerpo central de la fachada es neo-art-nouveau (nuevo-arte-nuevo) o post-pre-post-modernista. O lo que sea. El resto de la fachada es una nave neutra y sencilla con una celosía en cuadrícula que esconde las ventanas de detrás. Podría ser la limpia y correcta nave de Fontanería Los Dos Hermanos. Y luego está el interior, con unos mármoles de color marrón y verde y unas pilastras con basas y capiteles corintios dorados. Tal vez un intento de una neo-capilla Medici, pero pasado por el filtro de Salones Semíramis, hazdetubodaundíainolvidable.
Pues sí. Pues eso.
No me quiero meter con el autor. No es el caso. Además sería demasiado fácil. He leído que está harto de que la tomen con él, y creo que tiene razón. No merece la pena atacarle a él, sino al afán simbolista en la arquitectura. Hay que clamar siempre contra la arquitectura que simboliza cosas.
(Nota interna para un próximo post: El kitsch es romántico, y el romanticismo es una actitud reaccionaria ante el sexo. El romanticismo necesita una muy buena excusa para acceder al sexo, y esta arquitectura kitsch necesita una muy buena excusa para apelar a los sentimientos y al honor de un pueblo. Pero en ambos casos son excusas simbolistas, falsas, postizas, manipuladoras).
A un arquitecto abocado a un proyecto de esta tesitura yo le diría: "¡Coño, cumple el Neufert y no simbolices nada, gañán!" Pero ¿quién soy yo? Es la sociedad, es el pueblo quien le pide lo contrario.
Así, en la fachada de la Asamblea de una Comunidad Autónoma se simbolizan -por ejemplo- todas sus comarcas, sus ríos, sus montañas y sus bailes regionales, se hacen motivos escultóricos con el pimiento reventón, la judía verde picuda, el tomate ojiplático y el jabalí rebuznero, únicos en el mundo y gloria y prez de la región.
Así, la Asamblea Regional parece un plató del Grand Prix, con Ramón García y la Vaca Paca incluidos.
Y la gente encantada porque el edificio ha sabido recoger las esencias y los aromas más blablablá y más talycual. Yatúsabes, túyamentiendes.
A la gente "normal" todo eso le parece muy bien, y sólo protestamos los de siempre. Los que no estamos de acuerdo con la democracia ni con la dignidad de las regiones, que tienen todo el derecho a expresarse y a reclamar atención y respeto. Aunque sea con esos adefesios.
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Para más 'Inri', se encuentra enfrente de la Politécnica (campus antiguo), recibí clases enfrente de la misma mis primeros años de carrera. Salías del aulario y te la encontrabas de frente :-) - la Asamblea Regional está en Cartagena, una concesión política de la época.
ResponderEliminarQué país!... expresión tan increíblemente cercana, ¿hasta cuándo?... Dejemos el Neufert descansar, que también en base a él se pueden hacer "diferentes" barbaridades... ;-)
ResponderEliminar¡Por fin aparece en el blog un edificio de mi realidad cotidiana! La primera vez que lo vi me pareció una broma. ¿En serio "eso" es la sede de la asamblea murciana?
ResponderEliminarA mi mujer, que es de Cartagena, la llevaron a visitarla cuando estaba en el colegio. Luego, como tarea, tuvieron que realizar un dibujo de la fachada. ;-)
Pero vamos, como ciudadano cartagenero estacional, el edificio en cuestión no entra dentro de las 50 principales quejas urbanístico-arquitectónicas que haría a los responsables (imagino que muchos) de que esta ciudad sea la más inhóspita de cuantas he habitado (una decena).
El arquitecto debio estar por Salamanca y le gusto la Casa Lis. Lo aprendi en la escuela, "copia pero no reinterpretes que tienes muchas papeletas para confundirte". Si fue concurso me gustaría ver el resto y entonces entendería muchas cosas.Me temo que no tiene que ver con la democracia ni la imagen territorial.
ResponderEliminarEso si que es complejidad y contradicción. Chúpate ésa, Venturi. ☺ ☺ ☺
ResponderEliminarCreo que ya están pensando en un pueblo de La Sagra para capital cultural. ¡Que les den a los murcianos! ¡Copiotas, que son unos copiotas!
ResponderEliminarHombre, Tomás, sabes que Seseña tiene méritos para eso y para más.
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