viernes, 15 de octubre de 2010

He perdido las fotos

El otro día, para hablar de los fosteritos, busqué en el disco duro externo donde guardo las fotos de mis viajes, porque había hecho unas muy bonitas (y me habían sacado en alguna otra) y quería presumir de:
a) fotógrafo
y b) modelo (modelo talla grande, pero modelo al fin).
Y comprobé, consternado, que toda la carpeta Bilbao había desaparecido. Tanta copia de seguridad y tanta tontería sólo había servido para borrar por error la carpeta aquí y allí.
Me dio mucha rabia, sobre todo porque había hecho bastantes fotos de edificios de mi maestro Juan Daniel Fullaondo. Dio la casualidad de que cuando llegué una tarde al Instituto de Txurdinaga y empecé a fotografiarlo por fuera (no esperaba más), salió una profesora, la última ocupante del edificio, y cuando cerraba la puerta me preguntó qué hacía. Se lo dije y, con esa amabilidad que sólo tienen los vascos, volvió a abrir y me hizo un tour inolvidable.

Antes uno hacía las fotos con cuentagotas, porque los carretes costaban, y los revelados más. Pero ahora, con las cámaras digitales y con el Panorama Maker, uno hace cientos y cientos de fotos soñando con que el empalme posterior de imágenes pueda reflejar el espacio interior de un edificio.
Bueno, pues todo se ha ido a la porra.

Y me pregunto qué me queda de Bilbao y qué me queda del Txurdinaga. Y me doy cuenta de que entro en los sitios con la cámara en el ojo, y sin ver nada. Hay que ser tonto.

Ludwig Giesz, en su libro Fenomenología del Kitsch acuña el término "hombre-kitsch", y dice que uno de los tipos más conspicuos de "hombre-kitsch" es el turista.
El turista es al viajero lo que el hombre-kitsch es al hombre auténtico. El turista no tiene problemas, no se plantea cuestiones, no piensa. Yo puedo ser un hombre inteligente y culto, pero cuando soy turista renuncio a mi inteligencia y a mi cultura, porque, sobre todo, renuncio a mi capacidad de análisis, de reflexión y de crítica.
El turista va a los sitios sabiendo de antemano lo que va a ver y a sentir. Espera conocer algo sublime (La Capilla Sixtina, por ejemplo), y ni todas las aglomeraciones, ni el calor sofocante, ni los pisotones, ni la imposibilidad de ver nada con detalle le van a desilusionar ni a decepcionar. Sale radiante de allí. Se propuso que le entusiasmara y le ha entusiasmado. La ha visto y es maravillosa. (Es tan maravillosa como esperaba).
No quiero desarrollar mucho esta idea, porque me parece demasiado evidente.
El turista, armado con su cámara, no ve nada, no se entera de nada, y sólo quiere coleccionar fotos para así poder tachar sitios de su lista imaginaria de tareas pendientes. Las fotos valen infinitamente menos que las que puede conseguir en cualquier libro, pero son suyas, y ya le puede demostrar a cualquiera que ha estado allí. Pero, como nadie osa poner a prueba su testimonio, nunca tiene que usarlas y duermen en el disco duro (antes en los álbumes). Todavía son peores los vídeos: esos documentos horribles que desconocen el montaje y que, además, tienen sonido (siempre directo, por supuesto) y nos muestran a alguien caminando y resoplando y diciendo cosas como: "Joé", "uf", "¿qué haces?", "Manolo, eh, Manolo", y cosas similares.


Se podrían hacer unas fotos grandes de tamaño natural con un agujero donde la cabeza, y poner la nuestra. Al fin y al cabo todos nos hacemos las mismas.



Yo, cuando estoy en un monumento o en un paisaje, me meto mucho con los turistas que vienen en masa a estropearme mi sublime experiencia. No me doy cuenta de que soy uno de ellos. Nunca nos damos cuenta de que somos lo mismo que criticamos.
En Bilbao fui turista y me hinché a hacer fotos. Ahora las he perdido y no me queda más remedio que acordarme de lo que vi. Sin red de seguridad. Sin fotos. Sólo mi experiencia. Sólo mi vida. ¡Qué pobre!

7 comentarios:

  1. Con permiso.

    Y que me dices de los Coroneles Tapioca?. Los exploradores que se compran un paquete, barato, de aventuras en viajes el Halcón y cuando se los come un cocodrilo o se les hunde la patera, la familia sale en la prensa pidiendo que una fragata de la armada vaya a recuperar las Panama Jack?. O, lo qué es más impresionante, que Zapatero trate con el primer ministro del lugar, la repatriación de los finados.

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  2. Míralo por el lado bueno, vas a tener que volver.

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  3. Me ha extrañado que no pusieras algún enlace en J.D. Fullaondo ni en L. Giesz. De éste sólo he encontrado referencias a su dichoso libro. De Fullaondo he encontrado bibliografía, una reseña de unas 15 líneas en el Volumen 1 de la "Historia del arte universal de los siglos XIX y XX" y la necrológica del ABC donde comparte página con el jeroglífico de Ocón de Oro, el número premiado en el sorteo de la ONCE del día anterior y la noticia de la petición de mano de Pilar Fernández de Córdoba y Narváez, 5a hija de los condes de Gondomar, por D. León Muñóz Ordovás.
    Pues bien, llevo una hora pedaleando con los Fernández de Córdoba y su árbol genealógico.

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  4. Me asombra y me duele que Juan Daniel Fullaondo no tenga (aún) entrada en la Wikipedia. No sé qué hay que hacer para redactar artículos allí, pero me gustaría hacer el suyo.
    Tiene entrada en Archinform, pero es muy pobre y tiene errores.
    Por otra parte, es fantástico que la necrológica de Fullaondo te haya llevado hasta tan simpática familia.

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  5. Efectivamente, míralo por el lado bueno, como te han dicho: tendrás que volver (y ahora además podrás visitar la Alhóndiga).

    Y anímate a redactar la entrada de Fullaondo en la Wikipedia!

    Francis

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  6. Buenas José Ramón. Antes de mirarlo por el lado bueno, por qué no pruebas con algún programa recuperador de desastres como http://undelete-plus.softonic.com/ Si no has trasteado mucho en el ordenador desde el borrado accidental (me refiero a instalar programas, grabar mucha información...) quizás con suerte las puedas recuperar. Yo una vez se las recuperé a mi sobrina de una tarjeta de memoria recien borrada, no me acuerdo si con ese u otro programa similar, hay varios.

    En cuanto a lo de las copias de seguridad, te digo como lo hago ya que, como sabes, la fotografía es mi gran afición después de esas coins tan viejas y feas que nos gustan a ti y a mi. Tengo dos discos duros en el ordenador, uno de 500 Gigas y otro de un tera, además de uno externo de 250 GB. Las fotos las descargo en el de 500 GB, en el subdirectorio que sea del directorio general de Imágenes donde está el archivo y, después de hacerlo sincronizo el directorio general con un directorio espejo del mismo que tengo en el segundo disco duro, mediante el programa SyncBack. Este programa mantiene los dos directorios absolutamente idénticos. Con frecuencia, hago una tercera copia en el disco duro externo por el mismo proceso, por si las moscas.

    Un fuerte abrazo,

    José Angel

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  7. Muchas gracias, Rosae, pero el "undelete plus" no llegó a tiempo.
    No lo conocía, y me lo he instalado.
    En estos meses me grabé en el disco duro externo todo el archivo del estudio, y me he debido de laminar los residuos que quedasen de mis fotos eliminadas. Me he dado cuenta ahora de que perdí las fotos de Bilbao, pero las debo de haber perdido hace bastante.
    Gracias de todos modos.

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