Un escritor español a quien nunca he soportado escribió el prólogo de un libro que me interesaba mucho, y, no sé si por morbo, lo leí en vez de saltármelo. Craso error. Contaba que él había escrito un libro sobre el mismo tema, y a partir de esa declaración se ponía a hablar de su libro y no del que estaba prologando. Me pareció una desfachatez que acrecentó mi atragantamiento hacia ese mamarracho, y a partir de entonces lo soporté aún menos.
Pues bien, ahora estoy a punto de hacer lo mismo, y no quisiera, pero lo voy a hacer (un poco), porque esto no es una crítica ni una reseña de un libro, sino -ya que este es mi blog, pañuelo de todas mis lágrimas y foro de todas mis alegrías, preocupaciones, opiniones y desvíos- un rápido relato de lo que he sentido al leerlo. Así que no tengo más remedio que contar algunas cosas mías.
El libro se titula ¡Oh, Susana!(1), es del arquitecto Manuel Ocaña y lo edita Plasson & Bartleboom. Es, como dice la portada, "una novela técnica".
Tengo sensaciones confusas y contradictorias al hablar de Manuel Ocaña. Entre ellas siento que prevalece la vergüenza. Dejadme un momentito que os lo explique y luego me pongo con el libro.