miércoles, 11 de diciembre de 2024

Ricardo Aroca

Cuando hice la carrera de arquitectura en la ETSAM Ricardo Aroca era un catedrático atípico. Mejor dicho: era EL catedrático atípico. Hacía ya muchos años que se había acabado la obligación de que los alumnos fueran a clase con chaqueta y corbata, e incluso los profesores jóvenes ya iban vestidos como nosotros: camisa (o incluso camiseta) y vaqueros en verano y jersey y vaqueros o pantalón de pana en invierno. Los profesores de más veteranía o enjundia seguían vistiendo rigurosamente. Algunos se permitían chaqueta y pantalón de sport, e incluso, ay, corbata de punto, pero por supuesto los catedráticos seguían aferrados al traje más convencional.

Contra todo ello, Aroca, el catedrático de estructuras, llegaba a la escuela en su moto (no entiendo de motos y no sé decir la marca, pero era de esas grandes), con la melena y la barba ondeando al viento y con un pantalón vaquero de peto.

Recuerdo que el peto tenía un bolsillo que lo cruzaba de lado a lado, y que iba completamente lleno de útiles de escritura y dibujo: portaminas, lápices, bolígrafos, plumas, rotuladores. Podía llevar encima varias docenas, enganchadas por su clip y asomando bajo su barba.

T
Imaginaos los bolis que se le ven en el bolsillo,
pero cruzándole todo el pecho.

Un amigo que trabajó una temporada en el departamento de estructuras de la ETSAM me contó que allí tenían una fotografía de Aroca vestido de Melchor en una fiesta de reyes, supongo que para hijos de empleados, no sé. A los otros voluntarios les tuvieron que poner barbas y pelucas postizas, pero a él no, obviamente. Y se le veía tan feliz y tan a sus anchas disfrazado.

Su indumentaria y su aspecto informal (y por aquellas fechas incluso provocativo y contestatario) iba asociado con que en la escuela se le asignara la etiqueta de "rojo". (No sé hasta qué grado lo era). Y no solo eso, sino que cualquier excentricidad que cupiera imaginar en sus costumbres tenía cabida en la estúpida rumorología. Éramos todos tan ñoños y tan mojigatos que dábamos pábulo a cualquier rumor, a cualquier exageración e incluso a cualquier invento.

Dándole la vuelta a esa situación, Aroca dejaba claro para todo el mundo que, si no se apoyaba en las convenciones sociales, en la vestimenta correcta ni en el corte de pelo y afeitado "decentes", entonces todo el respeto que causaba lo hacía por su sabiduría y por su forma desenfadada y eficaz de comunicarla. Era irónico contando conceptos estructurales, y a menudo soltaba una risotada grave y contagiosa.

Este monstruo de las estructuras acaba de publicar el libro (en realidad un estuche con cinco libros) Comprender las estructuras, con Ediciones Asimétricas, y yo he dado un salto y me he dicho: "¡Qué bien! A ver si por fin las comprendo".

Los cinco libros de que consta el paquete son:
1.- ¿Qué es la estructura?
2.- Equilibrio
3.- Resistencia
4.- Rigidez
5.- Estabilidad

Es una obra lúcida, como no podía ser de otra manera. Yo esperaba que apenas tuviera fórmulas y que con leerlo plácidamente ya me enterara de todo. Pero no. Trae fórmulas y hay que leerlo con suma atención. A ver. Es como lo de apuntarse a un curso de inglés confiando en que por ósmosis nos entre todo mientras pensamos en las musarañas, o inscribirse en un gimnasio para que por puro milagro el cuerpo se esculpa miguelangelescamente sin hacer ningún esfuerzo. No. No es así.

Está lleno de dibujos a mano alzada del propio Aroca, que iluminan el discurso y ayudan a seguirlo. La proliferación de esas ilustraciones hace que sus 123+119+107+107+73 páginas se esponjen bastante y se lean muy bien (aunque repito que no sin la atención y el esfuerzo que se necesita para seguir un pensamiento tan apabullante).

Cuando escribo esto me he leído el primer tomo y he pasado de la mitad del segundo, y me está gustando mucho. Confirma cosas que sabía, pero ordenándolas y dándoles nuevos (para mí) enfoques, y también me cuenta otras que desconocía, o que, al menos, jamás había considerado de esa manera. En todo caso, para los raritos a quienes nos interesan las estructuras leer y estudiar esta obra es una experiencia intensa y muy formativa.

En el primer tomo (página 8) leo: "Se aprende mucho más preparando las clases que oyéndolas. Agradezco a los alumnos que durante casi medio siglo me han obligado a entender las estructuras para poder explicárselas". A mí desde luego también me pasa, aunque yo voy por un sendero ya trillado y mi actividad docente es mucho más sencilla. Pero es cierto que desde que acabé la carrera y empecé a trabajar como arquitecto siempre me he calculado las estructuras de mis proyectos(1), pero cuando hace pocos años me encontré en la tesitura de tener que explicar cómo se calculan no sabía ni por dónde empezar.

Y tres páginas más adelante dice que antes de que se calcularan las estructuras (es decir, durante casi toda la historia de la humanidad) la herramienta de la que disponían los constructores de edificios era el método de prueba y error, y con él la transmisión, "primero de palabra y mucho más tarde por escrito, [del] conocimiento adquirido a través de éxitos y fracasos". Y añade: "El método lleva de forma inevitable a la repetición de modelos exitosos que van refinándose en el proceso dialéctico, entre lo que se quiere hacer (arquitectura) y lo que se sabe hacer (construcción)".

Esta última frase me ha encantado, y la he subrayado con asterisco y todo. Yo lo digo a mi manera: la arquitectura no es mera ilustración, forma, diseño, intención. Toda ella tiene que ir acompañada por la técnica capaz de realizarla. La estructura es una de las facetas de la arquitectura, y no vale apartarla ni dejarla para el final o el "ya veremos". Es pura esencia del hecho constructivo, pero también del hecho creativo.

Tras algunos fogonazos más de lucidez entra a narrar el salto de la estructura al método científico, y convoca a quienes yo llamaría nuestros santos patrones: Galileo y Maxwell. A partir de ahí el concepto de "cantidad de estructura" y el tobogán vertiginoso de recorridos de tracción y de compresión, de ecuaciones de equilibrio, de tensiones, de deformaciones y de todo el aparato nos llevan al entendimiento de los principios, de las causas y los efectos que configuran la "función estructural", que es "el cumplimiento de estos cuatro requisitos: equilibrio, resistencia, rigidez y estabilidad". Y les dedica un tomo a cada uno.

Es una obra para alguien que ya sepa un poco de estructuras (las partes más enjundiosas y abstrusas se pueden leer más por encima con la idea que nunca se cumplirá de "ya repasaré eso después con más atención"), y una gozada para quien sepa bastante del tema (ojalá yo supiera más para disfrutarlo mejor), porque enfoca los conceptos desde una perspectiva original e incluso a veces contestataria, generando siempre curiosidad y ganas de debatir y de interpretar.

Celebro mucho que Aroca se haya decidido, a sus ochenta y cuatro años, a exponer "todo lo que creo saber sobre estructuras" (lo dice en el prólogo, página 8 del primer tomo), y lo haya hecho con orden y claridad. Celebro mucho ser moderadamente capaz de leerlo y de disfrutarlo (en la escasa medida a la que llego. Como acabo de decir, ojalá supiera yo mucho más para entenderlo mejor).

En lo que a mí respecta, el año 2024 acaba estupendamente bien con el nacimiento de este pentalibro.



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(1).- Cuando he hecho alguno más difícil y que me daba algo de miedo he llamado en mi socorro a mi amigo Emilio, que es quien de verdad sabe. (Ahora soy profesor y se supone que sé mucho, así que no le contéis esto a nadie).

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