miércoles, 14 de abril de 2021

Salvar al arquitecto Ryan

He ido a un piso a hacer un certificado de eficiencia energética. Un desastre. Un barrio residual, semi industrial y semi residencial, todo revuelto, separado un par de kilómetros de un pequeño pueblo. Mal urbanizado, sin terminar, hecho con las prisas de los primeros años de este zurrado siglo, cuando todo el mundo pensaba que ataban los perros con longanizas y que nuestros disparatados actos no iban a tener consecuencias, o que daban absolutamente igual las que tuvieran.

Es un barrio absurdo llamado desde el primer día a ser un ghetto, con habitantes desarraigados que están ahí exclusivamente por su bajísimo nivel adquisitivo, habitando pocilgas con unas calidades constructivas pésimas, y con un diseño arquitectónico horrible (y encima con algunas ínfulas ridículas, que es lo que más rabia me da) y un urbanismo disparatado (que pasó en su momento la durísima cadena de controles y aprobaciones de la comunidad autónoma).

¿Qué hemos hecho? Os confieso que, aunque no tengo nada que ver con este barrio ni estos estúpidos minibloquecillos de viviendas, me siento vagamente culpable. ¿Qué hemos hecho?

En la película Salvar al soldado Ryan (atención: hay un destripe. Si no la has visto deja esta lectura aquí, vete a ver la película y luego vuelve) alguien muere por él para salvarle la vida. Muchos años después, ya anciano, se pregunta si mereció la pena ese sacrificio, y si su vida ha podido pagar aquella inmensa deuda, y le pregunta a su mujer: "¿He sido bueno?" "¿He sido una buena persona?"

De haberlo sido, todo aquel disparate quizá pudiera tener algún sentido, o al menos un consuelo. En caso contrario, aquellas muertes fueron en vano y él sería el ser más repugnante sobre la Tierra. "¿He sido bueno?" "¿He sido una buena persona?"

No se pregunta si ha hecho algo que haya merecido la pena, si deja en este mundo algún legado, alguna obra estimable, algún avance que justifique su vida, y sobre todo el sacrificio de la de quien murió por él. No; no pide excelencia. Solo (¡solo!) haber sido una buena persona.

¿Hemos sido buenas personas? ¿Lo estamos siendo? Y ya el colmo de la petulancia: ¿Hemos hecho o estamos haciendo algo estimable? Los arquitectos nos preguntamos esto a menudo porque hacemos cosas que quedan demasiado tiempo, y a menudo no las hacemos muy bien.

Yo he hecho muchas obras. ¿He sido buen arquitecto? Obviamente, no. ¿Pero he hecho barbaridades como la que he visto hoy? Creo que quizá haya hecho alguna casi tan desastrosa, pero quiero pensar que no llegué a tanto.

No; no he sido un "buen arquitecto", eso que en las escuelas se entiende por "buen arquitecto". (Pero es que eso no lo es casi nadie). Lo he podido ser en el sentido de que me he preocupado por hacer las cosas lo mejor posible dados los medios y las circunstancias que tenía, pero confieso que eso es también una excusa, y por lo tanto no es nada digna de crédito.

"Se nos ofreció y accedimos", han dicho las infantas sobre su vacuna. Eso puedo confesar yo también en más de un proyecto infausto: "Se me ofreció y accedí". Es fácil verlo ahora: al menos yo ahora sí lo veo con más lucidez. También es fácil verlo desde una posición ya segura y confortable. Otra cosa es estar en medio del torbellino, con el culo al aire e intentando agarrar las ocasiones por los pelos.

¿He sido un buen arquitecto? Quiero decir: ¿He sido útil para alguien? He sido el instrumento del egoísmo porque yo también he sido egoísta, claro que sí. También a veces he hecho algo bueno que le ha servido a alguien. ¿Cuál es el balance?

En este mundo el dinero es el crisol de todas las bondades, el justificador de todas las bajezas, el purificador de todos los pecados. He hecho una arquitectura anodina e inconsistente, pero que ha pagado la ropa de mis hijos y ha dado calor a mi hogar. La entrada de dinero en casa ha justificado todo. He trabajado mucho, y lo he hecho honradamente casi siempre.

¿Pero he sido bueno? He vertido muchos metros cúbicos de hormigón en la tierra virgen, y la he cubierto con muchos metros cuadrados de forjado. ¿La he mejorado en algo?

No me refiero a "calidad estética" o a "toque artístico". Repito que eso solo está al alcance de cuatro seres sublimes. No. Quiero decir si he mejorado las condiciones de habitabilidad de alguien, si he llevado confort a alguna familia, si he servido para algo.

A veces creo que no. Otras sí me convenzo de que he logrado esto último habitualmente: Llevar confort a una familia; servir para algo. Creo que cuando pienso en esto no me engaño y que en general he sido bastante útil con alguna que otra cagada.

¿He servido para algo? Sí. Lo digo sin vanidad. Pero también digo con lucidez que no tanto como para que ningún capitán John Miller muriera. Más bien he sido para que él viviera su vida y yo la mía, sin más, sin exigencias heroicas ni sublimes.

Más importante cada día: ¿He sido una buena persona? ¿Lo estoy siendo? Seguramente es más difícil que ser un buen arquitecto, pero estoy en ello.

5 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo en todo lo concerniente a al ser buen arquitecto.

    Lo más interesante de todo es que al menos eres consciente de intentar hacer tu tarea profesional lo mejor posible y cada día superarte.
    Y es ahí, donde radica tu honradez y dignidad, cuando respetas al otro a y a ti.
    Por todo ello, creo que eres buen arquitecto y mejor persona

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  2. Que manía de cargar con culpas propias y ajenas tenemos...
    Ya empiezo a creer que los arquitectos somos un poco más egocéntricos de lo que pensaba, siempre dando por supuesto que tenemos en nuestras manos herramientas para cambiar el mundo y que no las usamos, ombliguitos sin abuela.
    Lo que tienes la culpa, es de la porquería que te han pagado estos años para tanto sinsabor como arrastras amigo.
    Me voy pal dentista, que se me ha caído un empaste que me pusieron hace un mes y ese, seguro que me lo cobra otra vez...

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  3. Querido José Ramón, perdona que responda con esta rotundidad pero si has sido bueno y si eres buena persona, puedo dar fe de ello después de tantos años compartiendo contigo el esfuerzo diario de hacer lo mejor posible el trabajo que se nos ofrecía. No sé o no me atrevo a juzgar si eres o si somos buenos arquitectos pero si puedo asegurar que lo has intentado y lo sigues intentando y que tu esfuerzo ha sido útil, porque ha servido a muchas familias para que hoy puedan tener su propia vivienda, lo que sin tu esfuerzo seguramente no habrían podido alcanzar.
    Un abrazo.
    TOMAS

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, Tomás:
      Hicimos unas cuantas obras buenas juntos.
      Una de las cosas más inteligentes y más afortunadas que he hecho en mi vida fue asociarme contigo.
      Un abrazo.

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