(A los profesores buenos)
En la escuela de arquitectura fui un alumno aplicado, y como además siempre se me habían dado bastante bien las matemáticas y similares iba aprobando las asignaturas por curso, parcial a parcial.
Bueno: No todas. Igual que creía (con fundamento) que yo valía para las teóricas, también había pensado siempre (sin razón) que dibujaba bien. En el colegio sacaba muy buenas notas en dibujo, pero esto era otra cosa. Suspendí desde el primer año, y a partir de ahí llevé siempre retrasadas las gráficas. Como una rémora. Como una maldición.
Por fin en tercer curso teníamos Elementos de Composición, que era la asignatura de introducción a proyectos, y ahí me tocó intentar diseñar algo por primera vez en mi vida. Qué desastre. No lo había hecho nunca y no tenía ninguna aptitud.
Durante ese curso aciago me arrastré vergonzosamente por la infausta asignatura. Un día el profesor me preguntó en un aparte qué tal llevaba las demás, y yo le dije que muy bien y le expliqué lo que he dicho antes. Me aconsejó entonces, con un tono verdaderamente amistoso y paternal, que dejara esta carrera, para la que obviamente no estaba llamado, y me pasara a alguna ingeniería, donde me iba a ir mucho mejor.
Yo le creí. Creí de verdad que lo decía por mi bien. Me vine abajo.
Llegué a mi casa hecho polvo y se lo conté a mi padre. Se me saltaban las lágrimas. Mi padre me miraba con impotencia, y acabó diciéndome que si eso era lo que me aconsejaba el profesor debía hacerle caso. Yo le dije, deshecho: "Pero es que yo quiero ser arquitecto".
Qué impotencia. Lo que yo más quería no era para mí. Me estaba negado. ¿Por qué? ¿A santo de qué quería con tanta intensidad algo para lo que no estaba dotado en absoluto? Qué absurdo. Qué pena. Qué desastre.
Mi padre se había quedado con la frustración de estudiar una carrera universitaria, y siempre había querido que sus hijos la hiciéramos. Yo era el mayor y el que estaba abriendo el camino en casa. Él era un hombre bueno, honrado y decente, que creía profundamente en la preparación, la dignidad y la sabiduría de los profesores, y juzgaba (como yo) que si uno de esos seres sublimes se había dignado a prestarme la atención suficiente como para darme esos consejos, lo que yo tenía que hacer era seguirlos agradecidamente.
A esas alturas de curso lo único que podía hacer era terminarlo como mejor pudiera, intentando aprobar las teóricas para ver si me las convalidaban al año siguiente en teleco, que era la opción que mi padre siempre había deseado para mí y que yo ya asumía como segunda, una vez que renunciaba a la primera.
Terminé el curso, aprobé todas las demás y, no sé por qué, al siguiente, en vez de irme de allí, repetí la asignatura maldita con otro profesor. Aprobé en ese segundo intento con un cinco pelado: Seguía siendo un alumno bastante lamentable y que iba a rastras. Un perdedor.
Algunas décadas después dos amigos me contaron que habían cursado con ese mismo profesor, en dos años diferentes, y a los dos les había dicho lo mismo. Y ninguno le había hecho caso. Hoy son arquitectos más que decentes y presentables.
Así que era una estrategia, una pose, una escena ensayada. Así que se lo decía a todo aquel que no era lo suficientemente brillante. Y se lo decía en el curso previo a proyectos, en la primera intentona que había tenido el alumno de diseñar algo. O sea, que o eras estupendo ya a la primera o te decía que te largaras de allí. Desde luego él no te iba a animar a mejorar, ni a enseñarte nada, ni a proponerte un camino de aprendizaje.
Veo que esta actitud es mucho más frecuente de lo que parece. Una compañera me cuenta que en la escuela de Valladolid había un profesor de una asignatura de primer curso que usaba CC como una de las calificaciones posibles. Si obtenías un CC quería decir "Cambia de Carrera". Qué gracioso: "No vales para esto. Que te pires".
Otro compañero, arquitecto por la escuela de Granada, me cuenta que un profesor no le quiso ni corregir un proyecto. Ni se lo miró: "Tú no puedes hacer ningún buen proyecto. Es que no tienes ni siquiera aspecto de arquitecto. Seguro que ese proyecto que traes es tan feo como tu camisa". (Era una camisa de cuadros de las corrientes. Nada del otro mundo).
También los había (y supongo que los sigue habiendo) muy misóginos, así que si para los chicos todo eso era un Calvario, para las chicas eran dos.
Un profesor de dibujo de Madrid ponía en clase a Camarón y obligaba a todos los presentes a escucharlo en silencio y con los ojos cerrados. "Si no os conmueve, dejad la carrera mañana".
(Os animo a que hagáis comentarios contando casos que hayáis conocido).
Aparte de este tipo de profesores, entre impotentes fracasados y gentuza de la peor calaña (o más bien las dos cosas), había otros que no eran mala gente, pero sí personajes totalmente inadecuados: Yo tuve, además del que digo, un profesor en Análisis de Formas de primero que nos hablaba en unos términos totalmente incomprensibles. Nadie que hubiera cursado un bachillerato y un COU en un colegio o un instituto "normal" y no tuviera una familia de artistas o de críticos de arte podía entenderlo. Posiblemente podría haber sido un buen profesor de doctorado, pero soltar esas delicadezas sublimes y deíficas a unos chavales de diecisiete años completamente ayunos era una crueldad. Siempre estabas con la sensación, con la convicción profunda, de que esa carrera era demasiado para ti, de que tú no eras ni suficientemente culto, ni suficientemente inteligente ni suficientemente sensible para merecerla.
Si está leyendo esto alguien que esté en primero o que esté pensando en estudiar arquitectura le digo desde ya que no se acobarde, y que si hasta yo pude hacer la carrera y salir finalmente airoso todo el mundo puede. Una cosa es que te hagan trabajar mucho, que sea una carrera muy absorbente y exigente de tiempo y de atención y otra muy diferente es que haya que ser un superdotado o un ente angélico para transitar por ella. Nada de eso.
Os vais a encontrar con profesores cabrones que os pondrán mucho trabajo y que os exigirán mucho; vale; eso tenéis que asumirlo. Pero si os encontráis con alguno que os dice que no valéis para esto no le hagáis ni caso. Os aseguro que quien no vale para profesor es él.
Ser profesor de arquitectura es apasionante. Ser profesor de lo que sea lo es. Los de niños y adolescentes lo tienen mucho más difícil porque les toca dar clase a muchos que no quieren estar ahí, que se rebelan, que rezongan, que la lían. Pero un profesor univesitario tiene, por lo general, a sus alumnos muy bien dispuestos, con muchas ganas de aprender y de trabajar. Lo tiene mucho más fácil y su labor es mucho más grata y lucida. A ninguno se le pide que sea un héroe, pero sí que, por lo menos, no sea un insultador ni un macarra. (Tampoco es bueno que sean, como el de Camarón, unos sublimes con la cabeza en las nubes y que exigen a los estudiantes una especie de monacato jedi. Está bien que les inciten a escuchar a Camarón, o a leer poesía vanguardista, pero que no lo rematen con la frasecita de que quien no sea capaz de derretirse con ello no vale para la carrera. Eso no solo les sobra, sino que los condena).
Siempre partimos de que estudiar arquitectura es consagrarse a una misión sagrada y superferolítica. Eso es rotundamente falso. A ver si nos vamos dando cuenta todos. Se estudia arquitectura como se estudia medicina, derecho o cocina. Luego, además, hay unos muy pocos, pero que muy pocos, que son verdaderamente brillantes, pero esos son la excepción, y no se puede enseñar solo para ellos. Se enseña para todos, y para que el tono de todos los titulados sea correcto y profesional. ¿Dónde quedan los lagrimones por Camarón? Si vienen, bienvenidos sean tanto para un arquitecto como para un médico, un abogado o un cocinero. Pero lo de "si no te salen los lagrimones abandona esta carrera" es una falacia, una ordinariez, una gilipollez y, sobre todo, una maldad.
¿Qué se han creído esos profesores? ¿De dónde salen? ¿Podrían soportar que un arquitecto se dedicara a hacer y supervisar presupuestos y certificaciones de obra en una constructora?, ¿o a trabajar en una inmobiliaria?, ¿o a hacer certificaciones energéticas?, ¿o a redactar informes y dictámenes?, ¿o a hacer tasaciones?, ¿o a calcular estructuras? Yo creo que no saben que hay quienes lo hacen. Si lo supieran les daría un jamacuco. Pensarían que es una traición a la ARQUITECTURA.
Bueno, pues yo acabé bastante pronto la carrera y casi inmediatamente comencé mi doctorado. En ese trance fui profesor asociado, ¡nada menos que de proyectos!, durante un curso. Era muy joven. En una ocasión me crucé con ese antiguo profesor mío desalentador y creo que me reconoció, porque puso una cara muy rara. Pero para su tranquilidad no duré mucho; solo ese curso.
Y ahora, varias décadas después, vuelvo a dar clase. Tengo mucha ilusión y mucha alegría, pero también mucho cuidado de no dañar a nadie como algunos de esos destalentados nos hirieron. Por supuesto que siempre hay algunos alumnos muy brillantes: Esos te dan una alegría tras otra y estás esperando a ver qué presentan en cada nuevo ejercicio para disfrutarlo. Esos no te necesitan para nada. Sí, claro, les guías, les das algunas pautas, les intentas aportar algo desde tu experiencia y desde tu edad. Pero quienes de verdad te necesitan son esos otros a quienes a veces no sabes qué decirles. ¿Cómo puedo estimular a alguien para que rompa ese telón de acero que lo bloquea? ¿Cómo le puedo aconsejar que se fije en esto, o en aquello otro? Muchos no lo consiguen a la primera, pero lo que sí hay que tener muy claro es que eso no quiere decir en absoluto que no lo vayan a conseguir nunca. Hay que creer en ellos y, sobre todo, estimularlos para que aprendan a creer en sí mismos y estén dispuestos a trabajar duramente, sí, pero con las metas claras y alcanzables.
Es fácil decirlo. Mucho más difícil es ponerlo en práctica, no ser injusto, intentar comprender. No sé si lo lograré. Lo que sí os aseguro es que no voy a decirle jamás a nadie que no vale para esto, o que ya sé por su aspecto que no va a hacer nunca nada bueno, o que por ser mujer es peor, o que si no vibra con Camarón no sirve.
Lamentablemente, sé que a más de uno le suspenderé, pero nunca a nadie le pondré un CC.
Tienes mucha razón. En los centros educativos hay gente como la que describes, y todos las hemos encontrado. A mi un profesor me dijo que no creía que yo fuera capaz de hace una tesis doctoral, y que, como mucho, me encerrara con un programa de elementos finitos e hiciera muchos y a ver si salía algo ordenándolos (mi tesis fue completamente experimental, basada en filmaciones en vídeo de carreteras). Soy profesor de universidad desde el año 91, y leí la tesis en el 94). Hay que impedir o divulgar mucho que quien sea haga afirmaciones gratuitas y no solicitadas sobre la capacidad futura de las personas,
ResponderEliminarPara que este texto te represente como eres, hace falta una continuación con los profesores, mujeres y hombres, que te motivaron, que te abrieron caminos, que te ayudaron, mucho o poco, con buena voluntad y transparencia. Ayudará también a quienes cursan ahora los estudios, de arquitectura o de lo que sea.
El corolario es sencillo: huye de las personas tóxicas, y aún más de las que están en posiciones de jerarquía superior.
Hola, Manuel: Muchas gracias.
EliminarYa hablé en su momento del profesor Juan Daniel Fullaondo, y en esta entrada, donde digo que aun después de aprobar Elementos de Composición era un perdedor, en esa palabra, perdedor, he hecho un enlace a aquella entrada en la que celebraba haber dado con el profesor Fullaondo, que cambió definitivamente mi trayectoria y mi vida académica.
Además de él recuerdo a bastantes buenos profesores. Me salta de golpe un buen recuerdo de José María Rodríguez Ortiz, catedrático de Mecánica del Suelo y Cimentaciones, que tenía un humor sutil y retorcido y explicaba muy bien, y también de algunos de Estructuras, como Jaime Cervera y Valentín Quintás. En fin: Muchos muy válidos.
¡Brillante como siempre José Ramón!
ResponderEliminarSe habla mucho (y bien está) del "Bullying" entre alumnos pero poco se habla del Bullying de los maestros a los alumnos (algunos merecedores de cárcel, o por lo menos de sanción administrativa o académica).
Aunque dado lo enrarecido que está el mundo en lo que a relaciones de ofensores y ofendidos se refiere mejor no dar pistas...
Gracias por arrojar luz sobre esto. Y solo puedo decir a los alumnos que se hayan sentido identificados en este mensaje, que "el problema no es de ellos ni siquiera de la Arquitectura. El problema es de dónde eligieron estudiar o de quien les tocó como profesor. ¡¡Probad alternativas y no os rindáis NUNCA!!
Gracias por escribir esto Jose Ramon.
ResponderEliminarYo solo pude con Elementos de Composicion a duras penas. Entre' en la ETSAM en 1990, y deje' la carrera dos veces, en 2000, y en 2001 ya acabo' la odisea en el espacio. Me sigue encantando la arquitectura, pero no puedo concebir/crear nada en el espacio.
Es un placer leerte.
Mujer y estudiante en la Escuela de Valladolid, yo creo que en sus peores años, en la que lo peor que pasaba no era lo de CC, de la que intentaban hacer una "gran Escuela" a base de quitarse gente de encima, donde la "guerra" entre arquitectos y matemáticos y físicos era feroz y sólo repercutía en los alumnos... Podría escribir un libro con anécdotas (por llamarlas de alguna manera) vividas por mí y mis compañeros.
ResponderEliminarSi a todo esto le unes que yo no era de las más trabajadoras del reino (tampoco una vaga redomada, pero también hay que hacer autocrítica), la conclusión es fácil: a día de hoy sigo enamorada de la Arquitectura, pero no acabé la carrera... :(
Adela; siento oír tus palabras. También decirte que yo que me gradué hace 4 años... La cosa sigue igual. Profesores prácticamente los mismos. Al final, los más temidos, como Marisol, son los que se preocupaban por esos no brillantes que querían ser arquitectos pero claro, eso no lo vemos.
EliminarLo único que estoy sacando en claro de los comentarios es que todos hemos vivido nuestro particular infierno en las ETSAs. Me gustaría saber cómo lo han vivido esos alumnos brillantes, cuál es su perspectiva.
Creo que tuviste más suerte que yo, en la ETSAB (Barcelona) de los primeros setenta (antes de morir Franco). Tras una larga temporada cerrada, apareció la escuela con profesores nuevos, tipos con la carrera recién acabada, una vez sustituidos los anteriores porque eran "franquistas" y representantes de "la oligarquía". Una especie de golpe de Estado. Solo se respetó a Moneo, al que se daba de comer aparte, porque todos lo respetábamos ya, hasta el punto de que sus correcciones tenían mucho público, aunque no eran nada cordiales con los alumnos menos brillantes. El resto era un colectivo de sujetos que siempre llegaban muy tarde, legañosos y bostezantes, y que si no vestías y peinabas desarrapado como ellos te miraban con cierta prevención, cuando no desprecio. No podías esperar mucho de esa gente. "Tu propuesta no es divertida", "respetas demasiado las preexistencias ambientales", "trae algo mejor la semana que viene", esas frases que te hacían volver a casa hecho unos zorros. Los (y las) que eran de su cuerda tenían más éxito, hasta el punto de sacar sobresalientes sin presentar un solo plano, solo una memoria (antioligárquica, naturalmente). Insisto: tuviste suerte, o yo no la tuve.
ResponderEliminarUn artículo que me ha recordado muchas cosas. ETSAB.
ResponderEliminarLas correcciones de Correa eran horribles, Proyectos I.
Salí llorando un día.
Pero la máxima denigración la hacían con los arquitectos técnicos que hacían el curso puente y se pasaban a Arquitectura.
Nos querían hacer partícipes a los demás de las chanzas que les hacían en las correcciones. Y algunos eran mucho mayores que nosotros. Era inhumano.
Tengo malos recuerdos de la Escuela, de la carrera.
Yo sí que debería haberme cambiado a Ingeniería, aunque hice un curso por año, sin suspender. Le cogí manía a esa prepotencia de los arquitectos estrella, qué le vamos a hacer.
amen.....
ResponderEliminarApreciado, qué gran artículo. Sólo un apunte: esos profesores saben perfectamente que se hacen tasaciones y periciales... Y seguramente viven de ello, o ni siquiera, quizá su único ingreso sea el de profesor. Pero en su frustración mienten a sus alumnos y les hacen creer que viven en un mundo glamuroso, de pajaritas, gafas de pasta y arquitectura elevada. Podría sorprenderos con unos cuantos nombres ;-) Un abrazo.
ResponderEliminarQué buen post! Todos los que hemos pasado por Arquitectura sabemos que la normalidad es la enseñanza para los alumnos brillantes. A veces no hace falta ni que te pongan un CC no que te digan que dejes la carrera para desalentarte. Yo vengo de Valladolid, y todo lo que cuentas aún es común día a día. Gracias a algún profesor de proyectos, yo decidí tomar otro camino poco común en arquitectura: el urbanismo. Quiero pensar que gracias a estos "doctores" que sueltan perlas como "ese edificio es nazi" "en esta habitación te falta un espejo en el techo y has diseñado un puticlub" (ninguna de las dos me tocaron a mi, pero las oí en correcciones) o romper el proyecto impreso de alumnos, nos dirige a otras partes de la arquitectura que también son muy necesarias y menos vistas. A mí me hizo encontrar mi vocación.
ResponderEliminarPara terminar, nada más decirte que te agradezco que te centres en aquellos que lo necesitan. El mundo de las escuelas de arquitectura necesita más profesores como tú.
Totalmente de acuerdo con lo que expresas. Mi experiencia en la Escuela de Valencia, en la década de los setenta, fue similar pero con el nefasto plus de que era una "escuela" con pocos años de existencia, sin criterio alguno, y en donde la mayoría del profesorado era muy gris y con poca experiencia docente y profesional (ni teórica,ni practica). Ciertamente también había alguna vaca sagrada local (mejor vaquita, pero siempre anclada y perdida en su propio laberinto de manías y dictadura proyectual). Puedo decir que de los cuarenta o cincuenta profesores que me debieron "enseñar" en toda la carrera, solo dos o tres tenían realmente criterio propio, ilusión y algo que transmitir al alumnado. El resto eran la nada. De hecho, posteriormente ya en la vida profesional (aquí nos conocemos todos) tampoco han aportado grandes cosas al mundo de la arquitectura, tal como parecía desprenderse de sus magistrales y vacuos soliloquios. Y curiosamente ha sucedido repetidamente que, en los concursos locales a los que nos hemos ido presentando después a lo largo de los años, estos "profesores" quedaban generalmente siempre por detrás de aquellos, ahora ya compañeros, a los que, desvergonzadamente habían suspendido y/o martirizado durante la carrera. Recuerdo muchos casos así, en particular el de un concurso para un colegio publico, en el que un fatuo catedrático, de los "intocables", quedó de la mitad para abajo en la tabla de puntuación final y superado por casi todos los que lo sufrieron en los años docentes. Y como, por otros caminos y a esas alturas de la vida, uno ya tenia mas criterio y empezaba a vislumbrar que podía ser esto de la arquitectura, al analizar su propuesta veía claramente que era realmente floja y peor que casi todas de las nuestras.
ResponderEliminarLa triste conclusión es que, claramente, en el mundo docente de la arquitectura existe mucho ego frustrado y que solo transmite frustración.
En fin... nos vendieron mucho humo durante toda la carrera; mejor dicho, por no poder, no nos vendieron nada......
Nunca entendía a la gente que dice: "como dibujaba bien me apunté a arquitectura"... es como si alguien comenta: como escribo bien a máquina, me quiero hacer escritor de novelas...
ResponderEliminarRespecto a la docencia que todos hemos sufrido (y empleo conscientemente la palabra "sufrir" ) hay poco que decir. Yo estudié en Valladolid y ya tengo 60 años y el año pasado me acerqué a la escuela de casualidad y circunstancialmente y pude ver a los mismos personajes que conocí contando las mismas pijadas que yo oí en aptitud prepotente ante unos jóvenes acojonados. Profesores que no han construído nada de nada, ni relevante ni intrascendente, hablando como maestros. Eso sí, todos con su doctorado bajo el brazo obtenido a renglón seguido de la carrera, como si eso significase algo, cuando sabemos que un doctorado era algo que podía y debía hacer un profesional después de haberse enfrentado al mundo unos años y tras haber extraído unas conclusiones que podrían ser útiles a los demás. Ahora, eso no pasa de una redacción más o menos larga con abundante peloteo entre medias al tutor de turno (a excepción de algunos casos, muy pocos por cierto)
Lamentable país este en el que todo se confunde y manipula incorrectamente
GENIAL (como casi todas tus entradas...). Te lo dice alguien que pasó por lo mismo en la misma escuela y en los mismos años. Pero a mí me lo dijo un profesor de Análisis de Formas, en segundo, señalando hacia la Escuela de Agrónomos que se veía desde el edificio nuevo (¿te acuerdas?). Y como te pasó a ti, me hizo replantearme seguir la carrera. Pero seguí, terminé y soy arquitecto. Me he ganado la vida con el mundo de las estructuras, entre ingenieros. Y, por ello, cada vez me ha apasionado más la ARQUITECTURA. Y algunos no deberían haber sido nunca profesores.
ResponderEliminarUmmmmm ....... Ignacio de las Casas ? ........ Ángel Fernandez Alba ? ......
ResponderEliminarMuy buen artículo José Ramón. Enhorabuena!! (Me alegra haberte conocido a través de Lucho...)
ResponderEliminarEfectivamente de cualquier E.T.S.A...salen muchos técnicos y muy pocos ARQUITECTOS. Los buenos profes no afectan ( aunque si" infectan"...) a los futuros técnicos, esos que, precisamente no son necesariamente arquitectos.
ResponderEliminarLos hay de software, de sistemas, de implementación y hasta de interiores!.(..sin olvidar a los arquitectos técnicos, que ya no son "aparejadores"..( de "aparejo"???).
Esos profes "complicados" sólo buscaban tu AMOR por la ARQUITECTURA y el resto tu "aprobado" para ser técnico, que no era tan complicado y menos ahora.
Sólo l@s buen@s maestr@s saben enseñar, por muy incomod@s que parezcan. El resto, sin vocación, o por frustración o por intereses, no son los deseados....., ni siquiera aquell@s que se crean indemnes y/o damnificados.
Excelente. Me cae como anillo el dedo, en un 2020 que me la he pasado pensando en pasarme de la arquitectura a la filosofía, a penas tengo 30 años. Vivo en la República Dominicana, y pensé que era solo aquí por ser una país tercermundista que los profes eran tan mediocres. Ahora como maestrante de filosofía para niños digo, claro, pero es que en la carrera no nos enseñan nada, lo primordial, no nos enseñan a pensar la arquitectura. Gracias por este post. Una abrazo desde el otro lado del charco.
ResponderEliminarLa verdad es que mi experiencia en la ETSAM no se la recomiendo a nadie. Yo tenía clarísimo que quería ser arquitecta y lo soy. Pero podría haber sido cualquier otra cosa y haberme ahorrado 8 años en ese lugar. Ya en primero, asignatura de DAI1, tuve que aguantar al profesor asociado decirme que lo que dibujaba no era "tan atrevido como ese pantalón corto, rojo que llevas" (DAI1 a.k.a. dibujar a carboncillo conceptos abstractos que, por la mera descripción de abstracto son injuzgables, te pueden parecer más bonitos o más feos pero a ver cómo lo calificas de manera justa del 0 al 10... Imposible) Desde luego si tuviera que dar un consejo a alguien que quiere estudiar la carrera de arquitectura le diría que elija cualquier otra. Hay buenos profesionales, como en todas partes, pero la lacra de los departamentos gráficos es un lastre para la escuela. Al final son pocos los que intentan guiar al alumnado y dejan que desarrolle sus inquietudes en los proyectos, son pocos los que no juzgan desde el "lo que haría yo es lo que está bien" y son muchos los que se jactan de ser eminencias con un ego inconmensurable y se enorgullecen de tener alumnos que, como alguno comentabais, andan solos porque llevan algo intrínseco, mientras que recomiendan a los que necesitan de su docencia para desarrollarse que abandonen la carrera. Y eso yo lo llamo ser mal profesor. Ni la crítica destructiva, ni hacer llorar a la gente, ni las faltas de respeto, ni la calificación aleatoria, ni que esté llena de eminencias de la arquitectura, ni dedicarle por imposición 23 horas al día a resolver tareas absurdas pueden hacer de la ETSAM una buena escuela, porque nada de eso compensa ni compensará nunca que no saben enseñar. Dicho esto... Por no desanimar, os cito otra gran perla de un catedrático de proyectos, que le soltó a una alumna a la que había hecho saltar las lágrimas que "un elefante matriculado en la escuela de arquitectura es capaz de terminar la carrera" Eso sí, respira hondo, tápate los ojos y pa'lante porque te las vas a tragar atravesadas. Otra cosa buena, que es muy satisfactorio cuando la acabas y encuentras un trabajo y te das cuenta de que te pagan por tu tiempo, sales a X hora y no tienes que seguir haciendo trabajos absurdos y te pagan hasta los fines de semana que no haces nada y las vacaciones. Maravilloso. De verdad, el mundo laboral después de la ETSAM es un caramelo.
ResponderEliminarTambién vengo de Valladolid, década de los 80, todos los profesores me enseñaron algo, guardo buen recuerdo en general de todos, no fui un alumno brillante, fui currito, me putearon, si, me corrigieron planteamientos absurdos, me ayudaron al igual que los compañeros con los que viví o me relacioné, y salí adelante, saque la carrera con bastante dignidad. Puede parecer que la arquitectura es subjetiva o tendenciosa ("sobre colores hay mucho escrito pero hay que leerlo" A. Capitel, ya te lo he dicho muchas veces) pero la venusta esta ahí.
ResponderEliminarQue mas da que los profesores hayan construido o no. Hay arquitectos que han construido mucho y no valen ni para transmitir lo que han edificado y seguro que ni merece la pena. Prefiero las "humillaciones" que nos hacían a las humillaciones que nos hacen actualmente esos técnicos frustrados en divanes de la administración.
Fui por urbanismo y eso que íbamos el 15% por que me gustaba, el profesorado no invitaba a esa especialidad.
Gracias al profesorado, mejores o peores pero todos me enseñaron algo o me provocaron alguna inquietud que me hizo mejor arquitecto y persona.
Muchisimas gracias por tu entrada José Ramón, has dado visibilidad a cosas que muchos hemos sufrido, e incluso algunos siguen sufriendo.
ResponderEliminarHace tiempo que terminé en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid y tuve la suerte, o mala suerte según se mire, de cruzarme con CC en la carrera. Afortunadamente para mi quinta en esos años coincidió que CC estaba a punto de jubilarse, pasaba de todo y le habían concedido/relegado a una asignatura menor lo suficiente para sumar horas lectivas hasta su jubilación (dicho por él mismo). Aún así le recuerdo soltar alguna lindeza que gente de años anteriores nos suavizaba diciendo "no lo habéis vivido en sus peores años porque hacía X".
Él no era el único CC de la escuela, por ello tal vez me equivoque en asignarle un nombre en mi mente al CC que encabeza este artículo, recuerdo al menos 2 profesores más que se atrevían a decírtelo tal cual a la cara en segundo y tercer curso "no vales", "cambia de carrera", "vete a magisterio".
Por lo general las humillaciones nacían de la rama de proyectos, o de profesores que algún día la ocuparon. Recuerdo comentarios de "no me extraña que entregues esta mierda de proyecto viendo como vas vestido" o "no me interesa tu proyecto, tu tienes pinta de que te sienta bien ropa sensual"
Aun con todo esto, según ex-alumnos de aquella época, tampoco era para quejarnos porque cualquier tiempo pasado fue peor. Si las cosas que hemos oído son ciertas, lo fue.
No obstante no he podido contenerme en escribir aquí al averiguar que los tiempos presentes no es que sean mejores. Sigue habiendo por la escuela balas perdidas que en el mismísimo último año de la carrera, Máster Habilitante, hacen comentarios en correcciones públicas como “disculpad todos por las imágenes tan horribles que vais a tener que ver", "no me siento tutor de este alumno/a”, “solo de pensar que tengo que corregirte me da pereza”... Gente amargada que echa por tierra el buen trabajo de otros muchos profesores, compañeros e incluso el equipo de Dirección que tanto esfuerzo hacen por elevar el decadente número de matriculaciones mejorando la ETSAVA.
Balas perdidas como esa echan por tierra no solo la moral de esos alumnos, sino la reputación de la escuela y todos sus compañeros buenos que la integran.
Espero que algún día, como en las películas, los buenos ganen a los malos, o al menos los malos se den cuenta de su error y mejoren, mas vale tarde que nunca, Darth Vader pudo.
Muchas gracias José Ramón por dar voz a un asunto como este, y por poner en valor a los buenos profesores de verdad. Que los hay, también en Valladolid.