jueves, 2 de agosto de 2018

Buenos edificios detestables

A mi amigo virtual The General (@johnygrey), que
ha propuesto esta discusión y me ha movido a escribir
esta entrada lleno de dudas.

En twitter sigo con entusiasmo a un ingeniero de caminos que se hace llamar The General (@johnygrey), como la obra maestra de Buster Keaton y el nombre de su protagonista. Se dedica a los puentes: profesionalmente a hacerlos y pasionalmente a amarlos y a explicarlos.

Tanto entusiasmo demuestra, tanta pedagogía despliega y tanta sabiduría atesora que para mí es siempre una gozada leerlo. Lo tengo por "amigo virtual" y he tenido más de una jugosa conversación con él. Lo tengo como "amigo" pero ni sé su nombre en este mundo unopuntocero ni qué aspecto tiene. Para mí (y para todo twitter) tiene la cara de Buster Keaton que exhibe en su avatar.

El otro día ha escrito en twitter que lamenta no haber estudiado en la antigua escuela de caminos que está en el parque del Retiro de Madrid, en un bello edificio de ladrillo y en un entorno idílico:


Por el contrario, tuvo que padecer la carrera en este monstruoso comealumnos:


Para él fue una desgracia que la escuela se mudara de aquel lugar tan agradable a este otro tan duro, tan desagradable, y decía: "Y qué queréis que os diga, que tu casa te define y que el edificio no ayuda a transmitirles a los alumnos el amor al Arte y a las Humanidades".

Me sorprendió esta afirmación en una de las personas que con más lucidez habla de belleza, de arte y de humanidades. Me encanta cuando habla de la belleza de un puente, fundamentada esta en lo bien que trabaja aquel, y con cuánta lucidez explica los porqués de tal forma o de tal detalle, y los aciertos de diseño que impiden malos comportamientos de tal sección, y de todo ello glosa una precisa y lúcida alabanza a la belleza, a la belleza real que yo también defiendo: "La belleza es el resplandor de la verdad". Y todo eso, naturalmente, son Arte y Humanidades. Para mí son el Arte y las Humanidades más elevados.
Salvando la maniquea y falsa caricatura de la oposición entre el arquitecto y el ingeniero, con The General da gusto hablar porque entiende la arquitectura y le gusta, y porque hermana estas dos profesiones en una misma misión.

Por eso me sorprende que diga que le gusta el edificio antiguo, que yo veo como anodino pastiche sin interés alguno (aunque sí: agradable), y que odie el nuevo, que yo veo muy interesante. (Cuando habla de los entornos, de la proximidad al metro y esas cosas sí estoy de acuerdo con él, pero como edificio veo el moderno mucho más eficaz y apropiado).

Le digo que es obra de los arquitectos Luis Laorga y José López Zanón y que es un buen edificio moderno que ganó el concurso en 1963. (Clicando aquí podéis leer un informe).


Me dice: "Te voy a ser sincero: El edificio sumado a su uso (como centro de tortura) es una pesadilla. Y no es acogedor en absoluto para el alumno. Y con este sentir se me hace muy difícil verle las virtudes". Y añade: "Y esto me lleva a una duda que te traslado, a ver qué piensas: ¿Si la mayor parte de los usuarios de un edificio lo detestan, es buen edificio?"

Menuda pregunta. Uf. Es definitiva. No sé qué decir. Pues que no. Claro que no. No puede serlo.

Pero vamos, por el mero placer de debatir, a señalar dos posiciones extremas:

1.- Una de las funciones más importantes de un edificio es satisfacer a sus usuarios, hacerles las cosas agradables, ser limpio con ellos, ser sincero, ayudar a que realicen sus tareas (en este caso dejando entrar bien la luz, estando bien climatizado, siendo cómodo, etcétera). Por lo tanto, si sus usuarios lo detestan es un mal edificio. Sin duda.

2.- Supongamos que el edificio sea bueno y los usuarios no sepan, o no puedan, o no estén en condiciones de apreciarlo. Supongamos que lo odien por lo que no es: por la dificultad de las asignaturas, por la dureza de los profesores, por la falta de compañerismo con los demás alumnos... Yo qué sé. En ese caso los usuarios pueden detestar un buen edificio.

Pero The General me ha demostrado muchas veces su buen criterio y su fino instinto como para liquidar la conversación con una salida apresurada del tipo: "Tú confundes la calidad arquitectónica con la hostilidad de la carrera". Sí, yo podría argumentar que puede haber una cárcel que sea un magnífico ejemplo de arquitectura, pero que no por ello los reclusos van a ser muy felices en ella. Pero parece ser que la cosa no va por ahí.

Estudiando el proyecto se aprecia, y lo afirman sus autores, que todo se ha hecho de una forma muy "científica" y un tanto fría: Iluminación uniforme, recorridos optimizados, buena distribución...
Sencillamente con ver las plantas nos hacemos una idea:


Plantas primera y segunda.
(En el enlace que he puesto se pueden ver todas).

La forma de concebirlas... la forma de dibujarlas... la trama modular... No hay ninguna concesión ni ninguna "piedad".
No obstante, sí se aprecian algunos rasgos de ternura o de sensibilidad (siempre dentro de ese concepto frío y eficaz) en algunos ambientes:





Para mí son espacios limpios, inteligentes, estimulantes. No sé si son acogedores. Supongo que no; pero no se trata de acoger y mimar a los alumnos, sino de incitarlos a comprender, o a lo que sea.
No conozco la escuela "en carne y hueso". Este tipo de edificios siempre está sufriendo adaptaciones y reformas, y a menudo el uso deteriora las que parecían mejores ideas y se acaba imponiendo lo más trivial: la mampara de aluminio colocada de cualquier manera, la ventana condenada sin motivo, el pasillo corregido por una agregación de una sala...
Pero no quiero ir a la excusa fácil: Se ve que esa escuela es dura desde el primer día. No quisiera reconocer que además de dura sea hostil, pero quienes la han sufrido lo dicen, y hay que creerles.

Es una obra de arquitectura racionalista que a mí me parece muy estimulante (por aquello de que el órgano erótico por excelencia es el cerebro, y de que, en definitiva, lo que más nos excita es comprender y entender). Es una arquitectura que muestra sus tripas, que exhibe sus trazados reguladores, que expone sus "fórmulas secretas" (que por lo tanto no son secretas en absoluto), que manifiesta sus "tiras de luz", sus soportes, sus huecos, sus espacios a doble altura y su sincera geometría.

Es, además, una obra para "crías de ingenieros de caminos", con todo lo que tiene eso en nuestro imaginario colectivo: Cerebritos, cabezas cuadradas, inteligentes, exhaustivamente calculadores, listos, cultos... y que además cuando hay que escribir novelas lo hacen mejor que nadie, y cuando hay que hacer lo que sea lo hacen estupendamente porque, entre otras cosas, han sufrido un adiestramiento de marine americano y porque la durísima selección cotidiana, agotadora, interminable, ha ido decantando y eliminando a las personas normales y solo ha dejado llegar a la meta a las extraordinarias.

Estos ingenieros -o al menos The General- son capaces de llegar a la más alta emoción ante unas líneas de descarga que van como tienen que ir, o ante una junta de dilatación sabiamente diseñada. Se supone que ellos deberían ser los primeros en celebrar la arquitectura racionalista y desnuda de su escuela de Madrid. Pero se ve que no. Y además se ve que quedaron tan hartos de ella que ya, una vez salen por sus hostiles puertas, se refugian en este colegio:

Colegio Oficial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos en Madrid,
proyecto historicista-romántico del arquitecto bilbaíno Manuel María Smith.

Un lugar que les consuela de todas las penurias pasadas y donde se encuentran mucho más a gusto. (Es un edificio diseñado para eso).
Yo tenía mi estudio al lado y lo veía todos los días, y siempre he pensado que cada colegiado tiene allí su batín, sus zapatillas de paño, su sillón de orejas, su cava de puros y su botella de coñac.

Pero no quiero escurrir el bulto: La carrera de ingeniería de caminos es durísima, y los años durante los que se cursa son muy estresantes. A lo mejor el edificio donde se estudia esa carrera ha de ser así de racionalista, de geométrico, de frío, pero creo que no le vendría nada mal tener alguna "habitación cursi" de las que tanto celebraba Ramón Gómez de la Serna -hablaré sobre ello- para desahogarse y consolarse. No se puede estar todo el tiempo declamando teoremas y fórmulas. A veces hay que decir un chiste, una parida, una frase cursi. Hasta los superhéroes que estudian ingeniería de caminos tienen sus debilidades y sus necesidades. (A veces incluso parecen personas).

En definitiva, y para no seguir escondiéndome de The General: Me parece mucho mejor arquitectura la de la escuela de Laorga y Zanón que la de la antigua del Retiro y que la del colegio. Pero muchísimo mejor. Sin discusión.
Ahora bien: Al parecer la buena arquitectura no es suficiente. O, mejor dicho, que un edificio sea racional, preciso, bien iluminado, calefactado, etc, que sus recorridos estén bien pensados y no sean demasiado largos y que su compacidad lo haga económico y asequible de mantener no lo convierten necesariamente en buena arquitectura. Quiero decir buena buena arquitectura. (Pero buena-buena). Si sus usuarios lo detestan es que algo no ha ido bien. Aunque la carrera sea insufrible, aunque los profesores sean crueles, aunque las asignaturas sean horribles, el edificio debería consolar un poco. Al menos un poco. Y no llevarse más culpas todavía. Lo menos que podría tener esa escuela es el reconocimiento de "la carrera es un infierno, pero la escuela, la pobre, hace lo que puede por confortarnos".

16 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo pero también con The General. A mí me pasa lo mismo con la Escuela donde estudié: ETSAC
    Pero yo, como tú, lo achaco en gran medida a la dureza de los estudios y a los donantes del solar en el que se levanta, nada menos que la Fundación Barrié de la Maza.
    La Escuela de aparejadores que está al lado y es del mismo estilo brutalista, es mucho más atractiva que la mía, conocida como "la seta". El exceso de plantas no la ayudó mucho a hacerla más confortable ni amable al uso. Y eso que trataba de emular al famoso campus de Cambridge y su aclamada Facultad de Historia... a lo mejor fue por eso, porque resultó ser una mala copia.
    Pero esta es otra historia.

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    1. MJ, cuando leí el artículo de José Ramón, yo también pensé de inmediato en nuestra ETSAC (que por cierto tiene muchos vínculos con la Escuela de Caminos de Laorga y Zanón). Es una escuela denostada por profesores y alumnos desde el primer curso y que, sin embargo, si nos paramos a analizar sus características arquitectónicas: espaciales, constructivas, estéticas, funcionales... posee aspectos muy interesantes. Es un edificio que llevo tiempo estudiando precisamente por esa falta de aprecio que todos teníamos por nuestra propia escuela, siempre más valorada por los de fuera. Te invito a leer alguno de los trabajos publicados por si te resulta de interés: http://hdl.handle.net/2183/16227 Descubrirás que las dos escuelas -arquitectura y aparejadores- pertenecen a los mismos autores y formaban parte de un proyecto unitario y que esas posibles influencias que se le atribuyen no son tan evidentes como podría parecer.

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    2. Antonio, en primer lugar, darte las gracias por mostrarme este trabajo sobre las Escuelas de Arquitectura de A Coruña, no lo conocía. Y por darme a conocer alguna inexactitud debida sin duda a mi mala memoria: es el edificio y no el terreno el que donó la Fundación.

      Dicho esto, insisto en mi percepción y la de los demás alumnos sobre lo poco agradable que resultaba el uso de este edificio, hoy deformado hasta el infinito. De acuerdo en que su imagen es potente, SETA-ETSA, que su estructura es impresionante, eso no lo he negado nunca, aún recuerdo cómo me quedaba embelesada mirando la belleza de su hormigón visto en su macro-estructura, pero en cuanto al uso, es un edificio que no me convence. Tantas plantas eran... insufribles como poco. Tenía cosas buenas como las vistas de la ciudad a un lado y del monte al otro pero te perdías en aquella especie de laberinto que constituía su sistema de comunicación vertical y cerrado, no lo considero funcional ni adecuado a un edificio de este uso. Para encontrarte con alguien allí dentro, o quedabas o podías liarte a dar vueltas y perseguirte como el gato y el ratón sin llegar a verte jamás.
      En ese sentido, el edificio de la Escuela de Aparejadores, era más abierto y amable, con aquellas largas áreas de estancia escalonadas a distintos niveles.

      Me parece que estaba separado en diferentes áreas en exceso. En su disposición original en claustro que yo utilicé en mis tiempos, podías ver y ser visto en cada planta pero las demás quedaban separadas por capas de vidrio y de distancia. No sé, creo que un edificio en altura no es la mejor tipología para una Escuela de Arquitectura o de lo que sea. Y esas aulas de dibujo infinitas... difíciles para dar clase, para recibirla, para patearlas, para oírse debido al eco... aún recuerdo las clases de inglés imposibles, llenas de reverberaciones en la última planta. Realmente en una cosa era bueno el edificio: para jugar al escondite.

      No me convence. Aunque tiene todas las cosas buenas que nos contáis en vuestro artículo, para mí las malas superan a éstas con creces. Y esta manía de algunos arquitectos, que no comparto para nada, de hallar una fórmula y repetirle para siempre jamás me saca de quicio. Yo pienso que el lugar de enclave y el uso deben hablarte y mantenerse por encima de un estilo, corriente o lo que sea. Creo que cada nuevo proyecto ha de ser único en todos los aspectos.

      En fin, para ser justos, tienes que admitir que aunque haya sido el germen del campus universitario, lo cual es loable, hay un pueblo en medio que separa el campus de arriba del campus de abajo... otro bluff horroroso e inaceptable... aunque eso pasa mucho en Galicia por desgracia.

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    3. Gracias a ti, MJ, por este debate tan interesante (con permiso de José Ramón) del que podríamos hablar un buen rato. Coincido en que como escuela resultaría más atractivo otro edificio como aparejadores, no nos vendría mal el cambio. Curiosamente, pienso que podría funcionar bien como biblioteca universitaria, un uso que se repite mucho en los edificios "fungiformes" brutalistas alrededor del mundo. Muchos de los problemas que tiene la ETSAC vienen dados por los múltiples cambios sobre el proyecto original (por ejemplo en el número de alumnos para los que estaba destinada), un proceso de construcción nefasto y las intervenciones irrespetuosas que han venido después. Aun así, resulta un ejercicio interesante investigar esos valores originales, muchos de ellos perdidos o altamamente desfigurados. Y aunque esos valores no hagan de ella una arquitectura idónea para la docencia (opinión que comparto), la convierten en un caso singular y en un buen ejemplo dentro del brutalismo, que podría reconocerse al nivel de otras arquitecturas universitarias extranjeras. Sobre el emplazamiento en ese lugar, no algo achacable a los proyectistas, si no a otros intereses que, por desgracia, se repiten a menudo.

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  2. Me sorprende el desdén con el que tratas al edificio antiguo ("anodino pastiche sin interés alguno"). Ni siquiera mencionas a su arquitecto. Algo bueno tendrá cuando tu amigo ingeniero—y la mayoría de la gente—califican al edificio antiguo de bello y agradable, con una monumentalidad y un detallismo que eleva el espíritu y transmite el amor al Arte y las Humanidades. ¿Esas cualidades no tienen interés alguno? Te deshaces en elogios al edificio nuevo por ser más "eficaz", frío y duro; por mostrar sus tripas sin dejar nada a la imaginación; sin "piedad" con sus usuarios. Eso sí tiene interés y además "sin discusión". Uf.

    Al menos reconoces que el edificio nuevo podría ser más amable y acogedor, pero entonces sigo sin comprender por qué no tiene interés alguno el edificio antiguo, que sí tiene esas cualidades. ¿No tenemos nada que aprender de él?

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    1. Perdón. Tienes razón. Este es un blog muy personal y debería de haber escrito que ese edificio antiguo a mí me parece un anodino pastiche y no me suscita ningún interés. A mí. A mí personalmente.
      No me cabe duda de que tiene que ser bello y agradable, pero no me despierta ningún interés intelectual. Pero repito que hablo de mí. A mí no me dice nada.
      Creo que son cosas distintas ser agradable y simpático y ser interesante. A veces coinciden y a veces no.
      (Y sí: Creo que si hacemos una crítica puramente arquitectónica la escuela moderna es mucho mejor edificio que la escuela antigua y que el colegio profesional. Pero también digo que la buena arquitectura no lo es todo. Ni siquiera es lo principal).
      Sobre esto (en parte) escribiré mi próxima entrada.
      Muchas gracias por tu intervención y tu opinión. (Hay que hacer un pequeño esfuerzo para escribir aquí, y os lo agradezco a todos los que lo hacéis).

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    2. He escrito la respuesta anterior sin releerme y te he contestado que debería haber escrito que esa era mi opinión personal. Ahora me releo y veo que sí lo había escrito. Por lo tanto creo que quedaba claro desde el principio.
      Son opiniones personales, todas ellas más que discutibles. (Estaría bueno). Expongo mis opiniones con pasión, pero eso no quiere decir que intente hacer comulgar a los demás con ruedas de molino. Eso sí: Me gusta exponerlas y defenderlas.

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  3. En la escuela de Caminos de Madrid sólo estuve una vez, un sábado de principios de los ochenta en el concierto que marcó un hito en la movida madrileña. A José López Zanón le hemos tenido de profesor de Introducción a la Urbanística y Urabnística I muchos compañeros en aquellos años.Aún recuerdo el estribillo de la canción:"Perdona a tu pueblo Zanón, perdónale Señor".
    Estoy de acuerdo con vuestros comentarios. A mí me parece un buen edificio.

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  4. Quizás el problema es que la Escuela de Caminos referida sea imperfecta en su PERFECCIÓN racional, cuando debería de haber sido PERFECTA en su IMPERFECCIÓN arquitectónica. Yo tengo mucho miedo de los edificios perfectos y prefiero aquellos que dudan, me hacen pensar nuevas posibilidades cada día, no están constreñidos a una idea rígida y en definitiva, manifiestan un deseo de perfección que declaran inalcanzable reconociéndose imperfectos: precisamente por eso son perfectos para ser habitados, para su apropiación por el usuario. Pero bueno, la ola de calor quizás afecte a mi cerebro y no se muy bien lo que digo... Un saludo a todos y en especial a ti José Ramón

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    1. ¡Exacto! Nos estamos olvidando de que los edificios han de ser usados. Ahí está la clave. De nada vale que sean perfectos en los principios arquitectónicos que defienden si luego son difíciles o imposibles de ser vividos. En eso estriba la grandeza de la arquitectura, no son una obra de arte para admirar desde fuera simplemente.
      Un saludo.

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  5. Se puede estar horas argumentando las virtudes de una determinada arquitectura, montar un andamio argumental que solo servirá para solventar la ausencia de la pieza fundamental, de la clave del arco: algunas veces, puede que muchas, la buena arquitectura no siempre es aceptada, querida, valorada y apreciada por sus usuarios. Punto pelota.

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  6. Muchas gracias a todos. Veo que he tocado fibras sensibles y he despertado los recuerdos sobre la aridez de nuestras carreras y los duros ambientes en que las cursamos.
    Todo lo que decís me parece muy interesante.
    Digo lo que he dicho antes en mi respuesta a "Anónimo": Os agradezco mucho que os toméis la molestia de escribir aquí vuestras opiniones.

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  7. Hola José Ramón,
    He recibido este blog a partir de una discusión entre ingenieros sobre el edificio de nuestra escuela. Me parece que tanto el General como tú exponéis y argumentáis 2 puntos de vista completamente válidos y de forma muy correcta, en tu caso me impresiona debido a tu falta de experiencia como usuario. El tema de las variaciones, mal uso y reformas que comentas es algo determinante en la escuela de caminos, la cantidad de veces que entras en un despacho o sala de la torre y las ventanas están tapadas por un montón de libros, tesis... quitando la luz y las impresionantes vistas, para transformarse en un agujero es tremendo. Como están compartimentadas las zonas de "minidespachitos", tremendo.
    Como usuario, mi experiencia cuadra muy bien con vuestros 2 puntos de vista. Yo accedí tarde a la escuela (doctorado) y ya tenía experiencia en el mundo de la arquitectura. Cuando llegué me pareció un edificio muy interesante, recuerdo pasearme por todos lados impresionado por como estaba implantado, la luz, la lógica, los espacios y la sobriedad del edificio.
    En cambio, cuando terminé en la escuela, esa sensación había desaparecido y si bien no detestaba el edificio, sí que había perdido casi todo el cariño que tuve por el a mi llegada.
    Personalmente, creo que los detalles del edificio son los que lo hacen tan "duro", no hay ni la más mínima amabilidad en ellos. Un guiño, como hay tantos en la arquitectura racionalista, un cambio de material a algo más cálido en las zonas lúdicas, un cambio de ritmo para que entendamos que el edificio sabe que nosotros lo habitamos, una forma sin ángulos rectos para que la luz que entra sea diferente y nos obligue a fijarnos. Al final, convives con los detalles. Cuando tienes un día duro, es en ellos en los que te quedas mirando y es en ellos en los que puedes obtener cierto confort. En la escuela no existe ni un solo detalle que te reconforte, sino que parece decirte "no flipes, es lo que hay".
    Un Saludo

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  8. Hola José Ramón,

    Primero diré que disfruto mucho leyendo casi todo lo que pones aquí, y que me hace mucha gracia cuando usas esa ironía nada fina tuya.
    Pero ya vale de halagos (con ese te vale, otro día otro).
    También iba a poner todo el comentario por completo en tu siguiente post, pero como no me deja por extensión, los he dividido en las dos entradas.

    Me parece que lo que dice tu amigo ingeniero se entiende de cabo a rabo, pero no voy a entrar a valorar qué edificio es mejor porque francamente me faltan datos.
    Sí que me ha parecido que surge la discusión entre lo kitsch (que en el subconsciente colectivo, se entiende como deseable simplemente porque se ha implantado y se ha convertido en dogma) y la obra que se presenta conceptualmente por delante de aquello, lo que se entiende por "modernito", o lo que yo llamaría simplemente contemporáneo (porque las vanguardias hace mucho que no existen).
    Aquí ocurre como con la ciencia, que a la ciencia le importa un bledo lo que tú creas. Que creas que la tierra es plana a la tierra le da lo mismo, ella no cambia su volumen. A la arquitectura también le da igual que te parezca más bonita una vulgar copia de un pasado glorioso, porque la realidad es que eso no aporta nada a la cultura, y la cultura va hacia delante, no hacia atrás.
    Lo cierto es que montarse en un carro de caballos para ir a la oficina es ridículo en un momento de la historia en el que la sofisticación de nuestra técnica nos permite hacerlo por ejemplo en patinetes eléctricos.
    Ir a la oficina en carro de caballos es ridículo y todo el mundo lo entiende anacrónico, pero por lo visto construir un edificio como lo hacían hace dos siglos, con la misma iconografía y los criterios compositivos beaux artianos, se ve que es perfectamente lícito, y además si no lo ves así eres un arquitecto modernito.

    Las obras beaux arts, o de cualquier otro periodo, son fantásticas. Cada una en su momento histórico, fruto de la cultura del momento, informan de un momento del pensamiento del hombre, y como representantes de aquello y por la finura intelectual y técnica a la que llegaron sus promotores, tienen valor.
    Si los arquitectos modernitos (Imhotep en su día...) no tuviesen este pensamiento, la historia de la arquitectura no habría avanzado, porque se habría seguido haciendo cualquier cosa que en su momento fuese del gusto popular.
    En fin, vayamos con el mismo ejemplo, si sólo hacemos edificios beaux artianos del gusto de todos, ¿qué? ¿No hacemos rascacielos por ejemplo? ¿Una ciudad contemporánea con calles y edificios decimonónicos? Vaya que no se me ocurre cómo evidenciar más el absurdo.

    En este sentido cualquier obra que se aventure a plantearse lo que debe ser la arquitectura contemporánea, ya merece más respeto y mejor consideración que una obra kitsch que básicamente nace de la incapacidad de sus autores de hacer nada más que lo ya probado. Les gusta a todos y yo no quiero líos Paco (a mí no me salen tan bien esos diálogos que haces tú).
    Ahora bien claro que esas obras pueden ser espantosos fiascos y quedar como un catálogo de todo lo que no debe hacerse. Una cosa no quita a la otra, y en ese sentido se entiende muy bien el comentario de tu amigo ingeniero, y me parece perfectamente legítimo. Le doy la razón incluso.

    Te dejo nuestra página, que lo mismo aporta algún dato

    www.iterarearquitectos.com

    Abrazos,
    Rubén

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    1. Sí, claro. Puede haber edificios modernos muy malos. De hecho los hay, y son la mayoría. (Porque hay más malo que bueno y la mayoría de todas las cosas: libros, películas, cuadros... que se hacen en el mundo es más mala que buena).
      No obstante, como bien dices, cada obra debe estar en su momento histórico. No solo es lícito, sino obligatorio, que alabemos los buenos edificios renacentistas, barrocos, neoclásicos... de su época. Lo que no tiene sentido es que ahora pretendamos hacer edificios renacentistas, barrocos, neoclásicos...
      En cuanto a "mi amigo el ingeniero", naturalmente que tiene toda la razón: Puede haber edificios irreprochables en su concepción y ser totalmente fallidos, como creo que explico (siempre llegando a la caricatura) en la siguiente entrada.

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  9. Me sabe mal contestar a unos y no a otros. Lo siento. Os repito que os lo agradezco mucho a todos y que decís cosas muy interesantes.
    Pero no quiero ponerme a contestar uno por uno. Tal vez sería lo más adecuado, pero no quiero saturar los comentarios con intervenciones mías (lo estoy haciendo) ni responder por sistema. Prefiero dejaros este espacio a vosotros, para que digáis lo que queráis. Lo que pasa es que a veces los temas nos interesan más de lo normal, hay un montón de comentarios y no me sé quedar callado.
    En resumen: que lo hago muy mal (o a todos o a ninguno) y que muchas gracias de corazón.
    Abrazos.

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