martes, 9 de diciembre de 2014

El chiringuito

De una forma u otra, el que más y el que menos, todos tenemos un chiringuito que defender.
Un chiringuito es un establecimiento, más o menos precario y portátil, de bebidas y comidas en la playa. La estrategia consiste en aparecer súbitamente en la temporada de baños, hacer el negocio de todo el año en unas pocas semanas y desaparecer de allí al llegar las lluvias y los fríos.


Un chiringuito va desde la precariedad de una bicicleta hasta la solidez de un palacete.


Todos tienen en común la inseguridad que conlleva no estar cumpliendo escrupulosamente la legalidad vigente y, por lo tanto, la posibilidad de ser cerrados o desmantelados por la autoridad competente en cualquier momento.
Pero mientras llega el fatídico día, el audaz empresario repite año tras año, y cada vez se atreve a algo más: un panel de madera del año pasado se ha convertido este año en un murete de ladrillo, una visera de cartón ha pasado a ser de chapa de acero, unos postes de palo se han vuelto UPN dobles soldados en cajón, etcétera.
La precariedad hace que el dueño del chiringuito no duerma bien por las noches y gaste su vida y sus energías en defenderlo con uñas y dientes. Y más si tenemos en cuenta que la inversión ya va siendo considerable y que los ingresos empiezan a ser jugosos.
Esa es una alegoría de nuestra propia vida. Todos tenemos un chiringuito que defender, ya sea una dirección general, una portería, un ministerio, una cartera de clientes, una asesoría municipal, un asiento en el fondo norte, una jefatura de servicio, un puesto de castañas o un trienio. Desde los ordenanzas de un juzgado hasta el Rey de las Españas, todos defendemos nuestro chiringuito. Tal vez el que nos ha tocado (o hemos podido conseguir) sea ridículo, pero es nuestro chiringuito. Es lo único que tenemos.
Es emocionante (y siempre aleccionador) ver a alguien defendiendo su chiringuito.
Uno de los más eximios y geniales artistas españoles, Ferran Adrià, empezó su actividad profesional fregando paellas en un chiringuito de playa. (Eso cuenta él). De ahí pasó a hacer sus propias paellas, en una instalación similar a la de la bicicleta que hemos puesto antes. Al terminar la jornada lavaba las paellas con el agua del mar y las restregaba con la arena de la playa. Qué bucólico y qué emotivo.
Pasaron los años y el genial cocinero se hizo famoso en todo el mundo. Su chiringuito se había vuelto restaurante, que se había instituido en el baluarte al que acudían los peregrinos del estómago, del paladar y de las papilas gustativas. Montó un envidiable chiringuito. Pero, ya instalado y estabilizado en la gloria, quiso más; quiso dejar de tener sólo un restaurante (su chiringuito) para regir un restaurante-museo-universidad-galeríadearte-hotel-paraíso; vamos, un chiringuitazo. O sea, una Fundación; vamos, una Fundacionaca.
Para construir las instalaciones de su nuevo Xanadú buscó un paraje maravilloso, tan maravilloso que se trataba de un Parque Natural que estaba férreamente protegido por las leyes contra cualquier intento de agresión, incluida la agresión harquitectónica-hurbanística.
Pero no hay ley que no se pueda cambiar si se les hace ver la necesidad y conveniencia de ello a los políticos que tienen la potestad de cambiarla.
Y Ferran, a quien los políticos catalanes adoran porque es un abanderado de Cataluña por el mundo, se busca a un arquitecto muy convincente, Enric Ruiz Geli, que perpetra esta extraordinaria explicación y argumentación:
(Está en vimeo, y no soy capaz de insertarla en el blog, así que os pido que cliquéis AQUÍ y la miréis y escuchéis con atención).
Pasmoso, ¿verdad?
(Lo que más me gusta es cuando cabecea balones invisibles, como un Messi transpuesto en una especie de trance religioso-vital).
Tenemos varios ingredientes a los que ya estamos acostumbrados: Los artistas estupendiásticos (en este caso dos: cocinero y arquitecto) que no se "rebajan" a explicar sus propuestas, sino que nos chorrean una megaparida para dejarnos descolocados; el argumento falaz; la justificación de lo injustificable, y los santos huevos.
Los políticos de turno, como siempre, son imbéciles, y jamás van a reconocer que ni entienden el proyecto ni entienden el vídeo ni entienden nada de nada. Y de ello se aprovechan los despabilados artistas. Como con el traje nuevo del emperador, los sastres estafadores saben que el principal componente del engaño es la idiotez de los destinatarios, que no sólo no van a confesar que no entienden ni ven nada, sino que aplaudirán la brillante puesta en escena, pensando: "No sé qué es, pero tiene muy buena pinta. Esta gente es genial".
Y por arte y ventura de esa impostura vil, el Parc Natural del Cap de Creus va a sufrir una agresión completamente innecesaria, debida al capricho de un artista endiosado y de sus cómplices.
Mientras tanto, los pueblos catalán, español, europeo y mundial, que en su casi absoluta totalidad jamás van a poder probar los delicados néctares, elixires y ambrosías que allí se cometerán, van a perder un poco más de paraíso natural, de patrimonio universal; van a sufrir una nueva (leve) mutilación. Y además van a ser (otra vez) objeto de mofa, befa y escarnio porque se van a volver a reír de ellos.

Los grandes tocapelotas de Masters of Concrete han realizado esta versión del vídeo, que sí puedo insertar aquí:


Qué tíos: Lo mejoran. Van a conseguir disipar cualquier duda que les pudiera quedar a los políticos. Ahora sí que sí lo van a autorizar con entusiasmo.

Aquí os dejo otro vídeo, en el que el mencionado Face of Concrete dice que casi cumplen las leyes y, por lo tanto, que casi lo hacen bien. (Siempre con pensamiento holístico). Dice además que el Cap de Creus es una maravilla de la naturaleza, lo que nos termina de dejar como imbéciles, ya que, se supone, es precisamente por ser una maravilla natural por lo que les tenemos que dejar profanarla. (Sí: Les tenemos que dejar nosotros. Los políticos no dejan de ser unos interinos que hablan y deciden por nosotros, en nuestra representación).


(El Enric la mira -a la Marta, que es una ecologista que ni tiene rollo holístico ni nada- como a una pobre estúpida que no entiende su estupendismo, y hasta en un momento dado le hace cr-cr-cr a sus molestas intervenciones. Desde luego se le ve mucho más a gusto haciendo puntos con el rotulador en el vidrio que hablando con esta señora).
Ved el minuto 11:00: "¿Incumplís el POUM de Rosas, sí o no?" "Sí, pero no es..."
Y en el 11:24: "En el caso del Parque Natural hay dieciocho puntos: Cumplimos, cumplimos, cumplimos, cumplimos, cumplimos, cumplimos, cumplimos, cumplimos, cumplimos, cumplimos, cumplimos, y hay dos que no".
Al final, el Geli se muestra consternado: Jamás habría imaginado que los verdes se opusieran a su proyecto. Por el contrario, esperaba su entusiasta colaboración. (Lo que hay que ver y lo que hay que oír).
¿Por qué piden a los políticos (y por tanto a la sociedad civil) ese supuesto trato de favor? Pues porque le están haciendo una donación a la sociedad. ¿Qué donación? No termino de verlo claro, pero supongo que es la de que nos dejen admirar su talento (pagando siempre; eso por supuesto).
Vamos, chiringuitismo puro. Qué duro (y, por otra parte, qué admirable) es defender el chiringuito.




Si te has quedado pasmado con tanto talento clica el botón g+1 que verás aquí debajo.

5 comentarios:

  1. Los mejores negocios se hacen siempre alrededor de la estupidez humana, que es también la mejor aliada en los mamoneos que se necesiten para llevarlos a cabo.

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  2. Los políticos en estos casos son la viva imagen del Rey Desnudo...

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    1. Sí, pero aquí el que hace el tolay de la manera mas patética es el arquitecto. Viendo estos ejemplos es lógico que la gente piense que no tenemos nada que aportar. Salvo para pintar puntos en un cristal.

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  3. Da vergüenza ajena ver a este señor haciendo puntos y diciendo paridas para explicar un proyecto "tócame, tócame...". No se quien está peor si él o el cliente que viendo el video lo contrata para su proyecto. Es para hacérselo mirar.

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