de la anterior: "No te mueras")
Tuve unos días de pánico. Bueno, decir "de pánico" es muy exagerado, pero sí de intranquilidad. El proyecto que llevaba tanto tiempo acariciando se desviaba, y no sabía si para bien o para mal. Nada era como había previsto.
Lo primero había sido cuadrar las vacaciones de todos. Lo segundo, y mucho más importante, era asegurarme de que lo que para mí era un sueño para los demás no fuera una pesadilla. No los podía tener esos pocos días de acá para allá viendo arquitectura, pero por otra parte mi única condición inicial de ver Ronchamp y dejarles mandar durante todo el resto del tiempo se contaminó con que ya que estábamos en Suiza e íbamos a alquilar un coche podríamos ver la Villa Le Lac, primera obra moderna de Le Corbusier (tras los chalecitos suizos que tanto le gustan a Colin Rowe), destinada nada menos que a sus padres y ubicada nada menos que en la orilla del lago Leman.
Otro pie forzado para mi familia. Me sentía bastante culpable y a la vez profundamente egoísta. Todos se portaron muy bien conmigo. Me dijeron que ese viaje era por mí y para mí y que iban a disfrutar mucho viéndolo todo, incluso arquitectura.