martes, 20 de octubre de 2015

Melocotonazo en toda la boca

Dedicado de nuevo a mi amigo Javier García, por
el "zas, en toda la boca" que me soltó.

El otro día escribí una entrada sobre Cicerón y un melocotonero que sembró al final de su vida. Al parecer os gustó bastante, y algunos me mandasteis mensajes muy amistosos y simpáticos.
Pero un buen amigo me escribió: "Yo no siembro más, que soy especialista en hacerlo en campos estériles".
Ciertamente es todo muy difícil, y sé que a mi amigo le está costando despegar. No obstante, seguí con la alegoría y le dije que no se desanimara jamás y que se echara un hueso de melocotón al bolsillo.
Yo mismo lo hice, pero en sentido literal. De verdad. Como un amuleto. Una tontería: Me comí un melocotón, limpié bien el hueso y me lo guardé en el bolsillo.
Me anclaba a la bella imagen ciceroniana, y pensaba que llevar un hueso de melocotón en el bolsillo era un gesto elevado.
(Qué bonito es todo. Qué simpáticas son las alegorías y qué fácil es sentirse bien y ser un poco bobo y un bastante bocazas).

Pero Javier (a quien, con nuestro amigo común Miguel Ángel, le había dedicado esa entrada del melocotonero ciceroniano) me dio un zas en toda la boca. Vamos, un melocotonazo en toda la boca.
Me mandó un mensaje por guasap (otros dicen WhatsApp) que dio origen a esta conversación:


JAVIER.- Gracias por la dedicatoria, Mon. Muy buena reflexión.
YO.- Gracias.
JAVIER.- Sin embargo, es curioso, pero para que los niños puedan coger melocotones dentro de unos años, hay que sembrar un hueso de ciruela. [Risas]
YO.- Coño. Explícame eso.
JAVIER.- Es posible que en época romana sembraras un hueso de melocotón y el árbol diera melocotones, pero ahora las variedades son tan artificiales que no daría fruto.
"Para plantar un melocotonero, primero hay que plantar el portainjerto. El mejor es el ciruelo Santa Lucía (ciruelo silvestre). Al año siguiente se injerta con una ramita que tenga por lo menos una yema del melocotonero que se quiere conseguir.
"Actualmente, el hueso no contiene las características del frutal, ni de hueso, ni de pepita.
YO.- Me has hundido la moraleja de la historia. Tengo que escribir la siguiente entrada contando esto. "No llevéis huesos de melocotón en el bolsillo, niños, que no funciona".

Y en seguida he añadido: "Muchas gracias. Creo que ya lo tengo. Te citaré la semana que viene".

(Y aquí le acabo de citar. Y aquel "ya lo tengo" no es cierto: No lo tengo. Creía que tenía algo, una idea para una nueva entrada, pero se me ha escapado. Se me pasan por la mente varias opciones que se ramifican y no concreto ninguna ni resuelvo la historia).

A pesar de todo, no podemos abandonarnos al pesimismo ni a la inacción. Nunca nos debemos cansar de llevar un hueso de melocotón en el bolsillo para plantarlo a la menor ocasión. Nunca debemos renunciar a aprender, a enseñar, a trabajar, a esforzarnos.
Vale: En el mejor de los casos, es decir, aunque finalmente nazca el árbol y crezca, será estéril y no habrá melocotones.
¿Merece la pena entonces plantar el árbol? Pues sí. Aunque sólo sea por la sombra. Aunque sólo sea por el verdor. Aunque sólo sea por ganarle la puñetera batalla a la aridez y a la muerte.

Sin embargo, algo en nosotros detecta el tufo a voluntarismo sin base de toda esta tontería. Nos rendimos pues. Nada merece la pena. A la porra.

Pero en el fondo no cambia el mensaje de la anterior entrada. (O soy yo quien no está dispuesto a que cambie, quien me propongo obstinadamente salvar todos los muebles salvables). El procedimiento es algo más difícil y más largo, pero se puede (y se debe) hacer.

Espero de corazón que aparezcan unos cuantos lectores diciendo que ellos plantaron un hueso de melocotón y les ha salido un melocotonero que da cientos de melocotones riquísimos. (Salid, por favor).
Pero si no fuera así, no por ello vamos a rendirnos ni a suicidarnos en masa.


Plantemos un ciruelo Santa Lucía y reguémoslo, abonémoslo, cuidémoslo. Y a su debido tiempo injertémosle un brote de melocotonero. No es tan difícil. (Yo no tengo ni idea, pero estoy dispuesto a aprender).
De acuerdo: No basta con hundir el hueso de melocotón en la tierra, regarlo y esperar que salga el árbol y se llene de melocotones. Hay que ser más insistente y pesado. Pues bueno. Pues se es.

En todo caso, el afán por ser cívico y por dotar de melocotones al mundo tiene que imponerse a las circunstancias, por adversas y exigentes que sean.
Desde luego no hemos llegado hasta aquí para rendirnos.

Se hace urgente constituir un "Comando M" (M de melocotón) con voluntarios que planten estos bichos por doquier. Que lleven los bolsillos llenos de huesos de ciruelas Santa Lucía, que los planten en todos los sitios posibles. Que esperen a que crezcan los arbolitos. Que los injerten. Y, sobre todo, que sean muy cansinos. Muy cansinos y pertinaces. Pero mucho.

3 comentarios:

  1. Un familiar tiene un par de melocotoneros que dan mucho y bueno. Él no hizo injerto alguno, pero el hueso que plantó no era de un melocotón comprado en ninguna tienda, sino de otro melocotonero natural. El problema de los huesos de melocotones de las tiendas, es que están modificados genéticamente. Te puedo decir, que los melocotones de ese árbol, son mucho más sabrosos que cualquier otro comprado.

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  2. Hace años hubo un incendio en el monte que rodea mi ciudad, yo era muy pequeña, pero recuerdo perfectamente cómo mis padres y yo que nos encanta ir al monte, recogimos bellotas de otro monte y fuimos a plantarlas en lo quemado, te aseguro que plantaríamos unas 100, quizá más. Echamos una mañana magnífica plantando bellotas. No tengo no idea si alguna de todas las que plantamos llegó a prosperar, sólo sé que ese monte se ha regenerado, y yo me siento partícipe. Hay que plantar, y ahora hablo también metafóricamente, porque sólo plantando podemos esperar algo, si no formamos parte de la ceniza del incendio.

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  3. Muchísimas gracias, Ernesto y Cristina. Me habéis alegrado el día. Ante esta entrada pesimista (voluntariosa y forzadamente optimista, pero pesimista en el fondo) habéis aportado una luz y una esperanza estupendas.
    Muchas gracias. Abrazos.

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