Algún día tengo que hacer una lista de personajes de cine y literatura a quienes envidio profundamente. En esa lista tiene que estar Norm Gunderson, el marido de la policía protagonista de la película Fargo. En una película tan cruel y tan dolorosa, ella, embarazada y todo, inmersa en el sórdido ambiente de crimen, consigue mantenerse dentro de la cordura y de la sensatez, y vive en paz, pero consciente de toda la crueldad salvaje que hay en el mundo. Sin embargo su marido está completamente ajeno a todo eso. No tiene noticia de la maldad. Vive en una burbuja de inocencia. Se dedica a pintar aves.
Una noche, en la cama, le da una noticia a su mujer: El servicio de Correos ha seleccionado un dibujo suyo de un ánade para hacer un sello. Su esposa lo felicita con entusiasmo, pero él rebaja un poco la alegría porque va a ser un sello de solo tres centavos, que es muy poca cosa, y va a tener muy poca relevancia.
La mujer le consuela diciéndole que cuando cambian las tarifas y pillan a la gente con acopio de sellos que de repente resultan insuficientes, tienen que comprar otros de valores bajos para completar, y entonces los de tres centavos son fundamentales.
El marido le dice que sí y le da la razón, pero es más bien para no seguir mareando a su esposa con su problemilla. Ella los tiene mucho mayores. En todo caso es un éxito que su dibujo circule por todas partes y sea incluso objeto de colección. (Aunque solo sea un miserable sello de tres centavos).