Hoy se cumplen cincuenta años. Yo tenía quince. Qué de cosas han pasado desde entonces.
En estos días hay mucha rememoración, y entre el material con el que he sido bombardeado ha estado esta imagen:
La cortinilla del NO-DO. Un diseño que quería ser grandioso, imperial, pero que se queda un poco (o bastante) pobre. Y eso que es solo la imagen, y os he ahorrado la sintonía (tiii, tiririti riti riti riti tááá. Titiri titiri ráá) y la voz aflautada del personajillo locutor. Qué ridículo parece ahora todo, pero qué importante era. Uf.
Esa portada palidece ante la de cualquier película de Hollywood. Qué esplendor tenía la Metro, la Columbia, la Paramount, la Universal... Esas sí eran formas impresionantes de empezar películas, y no esta tan triste.
De entre todo el impacto cutre de esa imagen no puedo evitar fijarme en lo que me parece más obvio: la cinta ondeando y enroscándose a las dos columnas. ¿Que hay en esa cinta entre "EL" y "MUNDO", pero, sobre todo, entre "ESPAÑO-" y "LES"? ¿Qué mensaje o qué universo paralelo se nos oculta en los pequeños tramos que quedan detrás de los fustes?
¿Quién diseñó eso? ¿Cómo se puede ser tan zafio y tan paleto? ¿"ESPAÑO-", metro y medio de cinta y "LES"? ¿Qué hay en ese metro y medio?
Me parece un símbolo de todo aquel mundo: Su Excelencia inaugurando un pantano; unos baturros bailando una jota; los nuevos camiones Barreiros. Todo contado con una insufrible voz declamatoria pero de pito, con un afán heroico pero con los calcetines llenos de tomates. Esa ansia de grandiosidad pero esa caspa insoslayable, esa chapuza.
Ese era el mundo que recuerdo y en el que fui educado. Había mucha más pobreza y más atraso que en los países vecinos, pero esta gente proclamaba sin pudor que éramos una "unidad de destino en lo universal", el "faro de occidente" y yo qué sé cuántas cosas más.
Yo era un niño, y como además de esos temas no se hablaba, pues más niño todavía; así que si recuerdo la FEN (Formación del Espíritu Nacional) como una asignatura insufrible no era por ninguna ideología mía, que ni tenía ni sabía lo que era, sino por su parloteo incomprensible, por su faramalla vacía. No nos quedaba ni una sola idea en la cabeza porque no había ni una sola idea detrás de aquel decorado de cartón. Todo eran ejemplos heroicos: el alcázar de Toledo, el Cid Campeador, Bahamontes, Santana, Diego Velazquez y el orgullo de ser español. Yo envolvía los títulos de mis redacciones en una especie de nubecita, y eso para mí era el summum de la elegancia, equiparable a lo de la cinta del NO-DO.
La cinta del NO-DO sigue siendo nuestra guía. De alguna forma todos seguimos rodeando nuestros títulos con una nubecita o insertándolos en una cinta ondeante.
Ese "mundo nubecita" o "mundo cinta ondeante" es nuestra patria más íntima, y mucho de lo que hacemos responde a esa forma de ver la vida. Y, desde luego, entre todo ello, mucha de la arquitectura que padecemos a diario, pretenciosa y carente de toda sensatez.
El misterio reside en ese espacio mágico entre "ESPAÑO-" y "LES". Mucha rimbombancia, pero a la vez graves errores de funcionalidad y lógica. Así es la "harquitectura" (o ya tal vez tendría que llamarla "ARQUITECTU- espacioabsurdotararítararí RA") a la que la sociedad sucumbe. Y nosotros también lo hacemos: al menor descuido.
Qué difícil es ser sencillo, ético, no pretender ninguna notoriedad y ningún pasmo y hacer las cosas bien. Cuánto más tentador es el premioplanetismo en la arquitectura y en todo. Imágenes poderosas pero vacías. Propuestas grandilocuentes pero absurdas. Alardes impresionantes pero incómodos. Y todo carísimo.
Hay un juego de palabras, bastante sencillo pero muy eficaz, entre "estética" y "ética". El arquitecto Miguel Fisac lo utilizó como título de un libro suyo:
Es un concepto que yo siempre relaciono con mi definición favorita de belleza: "el resplandor de la verdad", y que me moriré sin saber si es de Platón o de Santo Tomás de Aquino(1). El petardeo diseñador, la pomposidad, la altanería, la petulancia y la ostentación no solo son ridículas, sino que sobre todo son falsas, son kitsch. La piedra de toque para comprobarlo es siempre la parte de cinta oculta detrás de las columnas entre "EL" y "MUNDO" y entre "ESPAÑO-" y "LES". Ahí solo se puede alojar la falsedad de todo, la trampa, la mentira. Ahí es donde se pilla al mentiroso y al traidor.
Y toda esa mentira y esa traición (y me refiero a todo, incluso a las arquitecturas estúpidas que nos cuelan en las revistas glamurosas) siempre trata de decirnos que ese mundo sórdido es maravilloso y que somos unos afortunados por poder ver la bruñida y brillante parte de cinta que nos dejan ver.



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