sábado, 30 de enero de 2021

A cabezazos

He visto esta curiosa foto de 1912 en la que un "voluntario" se estampa de un cabezazo contra una pared para probar el casco de fútbol americano que han perpetrado quienes le miran desde el fondo, en sitio seguro y sin correr riesgos. "Pruébate este casco que hemos diseñado y sáltate tú los sesos, hermoso, que a nosotros no nos viene bien en este momento". Y va el intrépido y embiste con toda su alma.

El impetuoso, homérico joven, confiado y optimista, se lanza de cabeza contra la pared. Qué fe en la técnica, qué confianza en los sonrientes artífices del cacharro supuestamente protector.

(Por los atuendos capitales de los personajes que aparecen -nadie lleva la cabeza desnuda- aventuro que el del sombrero es el diseñador, los dos de las gorras los fabricantes, y desde luego el del casco es el del casco).

No puedo evitar la comparación de esta foto con el ejercicio de la arquitectura: El del sombrero es el arquitecto, los de las gorras son el constructor y el promotor y el del casco el usuario. (A menudo el usuario es también el promotor de su propia casa o de su propia nave, o restaurante, o lo que sea, y se genera una doble y compleja filiación de la que también hablaré).

El arquitecto piensa: "Aquí haré un gran ventanal. ¿Tal vez algo frío en invierno? No, seguro que no". "Este salón grande y diáfano quedará estupendo. ¿Quizá demasiada luz para esa viga? No; la calcularé bien y limitaré su flecha". "Esta meseta compensada se ajusta estupendamente a este rincón. ¿No es incómoda con tantos peldaños en cuña? No; en absoluto: Es puro Neufert".

Y después, durante años, durante siempre ya, los habitantes tendrán frío en invierno ante ese ventanal cuya pretendida paz y alegría visual jamás se ha dado, soportarán con paciencia las fisuras del techo del salón, no ruinógenas, pero sí molestísimas, y que por más que se arreglan y repintan vuelven a aparecer, y se caerán de vez en cuando por la escalera, sobre todo cuando vayan cargados de cajas o paquetes.

Y si protestan ante el arquitecto, este les contestará: "No puede ser. Estaba todo bien calculado". Y si es concienzudo exhibirá los cálculos que hizo en su día sobre la transmitancia térmica del vidrio, la flecha activa a plazo infinito de la viga y la huella del pie en cada peldaño compensado. "¿Veis? Está todo bien. No puede ser. Eso que decís que os sucede es porque no usáis bien vuestra casa. No la mantenéis bien ni la tenéis en buen estado de uso".

Y, mientras tanto, seguid dándoos cabezazos contra la pared, que no os va a pasar nada. ¿No veis que está todo calculado?

lunes, 25 de enero de 2021

Mantenimiento

Aunque las entradas de este blog no tienen una periodicidad exacta ni constante, más o menos escribo una cada semana, y más o menos ya iba tocando.

Hoy escribo apresuradamente para deciros que esta semana no va a poder ser. (Bueno, valga esta entrada como tapahuecos y cubreexpedientes, y si cuenta como tal ya me hace el quite).

Las webs importantes, complejas, avanzadas, se toman de vez en cuando un respiro para labores de mantenimiento. Pero este blog es tan simple que no necesita esas cosas. Quien sí las necesita es el bloguero.

Me marcho ahora mismo a que me den un repaso. A que me mantengan. A seguir manteniéndome.

Voy a estar unos días fuera de juego. Espero retomar el blog en una semana más o menos. O antes.

Todo va a salir bien y me recuperaré muy pronto. Nos vemos.

sábado, 16 de enero de 2021

Año de nieves

"Año de nieves, año de bienes", dice el refrán. Lo que pasa es que los refranes, si alguna vez fueron verdad, desde luego ya no lo son. Y menos los climáticos y los agrícolas, que abarcan una buena parte del repertorio sentencioso.

Por una vez pongo una foto mía. Seseña Nuevo (Toledo).
Arquitectura de Regiones Devastadas.
Y esta vez vuelven a estar devastadas.

Por donde yo vivo nieva muy poco. La última buena nevada que yo recuerde, de las de agarrar puñados de nieve, hacer bolas con ellos y lanzárselos a tus hijos, fue hacia 1996 o 1997, no lo sé con exactitud, pero recuerdo que bajé a la plaza con el mayor a jugar con la nieve mientras mi mujer nos miraba desde detrás del cristal, en el salón de casa, con el pequeño en brazos. En estos veintitantos años no recuerdo que haya nevado en serio(1). Tan solo alguna nevadita de esas de cuatro copillos que se derriten nada más tocar el suelo o que a lo sumo forman una ridícula cáscara durante pocas horas.

En mi vida he visto muy pocas nevadas, y nunca de más de quince o veinte centímetros de espesor(otra vez 1). Lo de este año ha sido inaudito.

Al principio estuvo muy bien. Era un espectáculo, una fantasía de la Naturaleza, un regalo de los Reyes Magos. Pero cuando tras estar nevando todo el jueves 7 de enero siguió durante todo el viernes 8 y durante casi todo el sábado 9, la cosa empezó a preocuparnos a todos. Y cuando, además, tras esta inconcebible borrasca de nieve ha venido una ola de frío salvaje que nos tiene toda la semana y nos va a tener la mitad de la que viene bajo cero, la situación se ha vuelto insostenible. La nieve se ha hecho hielo y no hay manera de quitárnosla de encima. Hacemos esfuerzos con palas, con azadas, con todo lo que tenemos a mano. Pero no desaparecerá hasta que este miércoles que viene, según parece, ya esté todo el día sobre cero y siga así los siguientes.

Ya sé que la gente de Ávila, de Burgos o de Rovaniemi (en Rovaniemi siguen mucho este blog) me dirá que soy un llorón por cuatro copitos que han caído. Pero es que en cada zona se vive como corresponde a la costumbre, y se tienen los medios y las cosas que hay que tener. Por ejemplo, me han dicho que la Marina Suiza (un país tan organizado y competente) es un desastre, y la División de Alta Montaña del ejército holandés (perdón, paisbajiano) es ridícula.

Pues en Toledo no nieva. Es así. No estamos acostumbrados, ni tenemos las casas preparadas, ni las herramientas adecuadas, ni los coches protegidos. No hace falta. Igual que tampoco tenemos embarcadero en casa, ni arpones de pesca.

Ahora en muchas casas, en barrios y en pueblos enteros, se ha ido la luz. Con este frío terrible se han quedado sin calefacción. En otros muchos sitios se han congelado las tuberías y han reventado. Pero, por encima de ello, muchas estructuras ligeras (cubiertas de naves industriales, polideportivos, marquesinas de aparcamiento...) han colapasado.

martes, 5 de enero de 2021

Saitniroc, porches, pérgolas y piscinas

A Carlos Bento, que cuando tuvo estas fotos se
acordó de mí, y que acuñó la palabra saitniroc.


Mi amigo virtual de Facebook, Carlos Bento, como sabe que me va la marcha, publica este par de fotos en su muro para toda su numerosa audiencia, pero además me las pone en el mío con dedicatoria especial y sandunguera. ¿Qué voy a decir? Pues que me emociono. A ver. Es que son fotos preciosas.



Es él mismo quien las titula SAITNIROC, y yo no caigo al principio: Pienso en un váter de esos que trituran; qué asco, y solo al cabo de un rato me doy cuenta de que es "corintias" al revés.

En efecto: Los ¿capiteles? son corintios.

La casa lo tiene todo: Unas columnas descentradas en un pórtico saliente dentro de un entrante (cosa que habría vuelto locos a Ictino y a Calícrates, pero no a quien ha tenido tal audacia para perpetrar semejante alarde), una cubierta que desafía a la geometría descriptiva, un estorbo de pasos y vistas... Es una cosa verdaderamente delirante. Y ya de guasa las columnas cabeza abajo.

La inversión de las columnas me sugiere un desafío pop y postmoderno, un gesto irónico, burlón y crítico del arquitecto que lo ha concebido. Y hablo del arquitecto en sentido amplio: quien ha diseñado y calculado o previsto todo eso, tenga o no tenga título académico.

Y a eso quería ir: A la arquitectura espontánea, también llamada "arquitectura sin arquitectos". (Repito que toda arquitectura los tiene, pero la expresión se refiere a quienes no han estudiado, no se dedican a ello profesionalmente -apenas una vez en su vida para hacer su casa, o su nave, o lo que sea- y crean la arquitectura que verdaderamente ha configurado siempre el mundo).

Esta casa, por lo que me cuentan, está cerca de Londres, y no sé si allí exigen que un arquitecto titulado la suscriba y se responsabilice de ella o si en determinadas condiciones de escaso tamaño, medio rural, alejamiento o quién sabe qué, le eximirán a uno de contratar a tan molesto tábano.

Aquí en España te exigen el tábano. Somos así: Si no hay tábano no hay licencia. Y en definitiva tanto da que actuemos a priori como a posteriori. Lo que importa es que firmemos y nos hagamos responsables por si pasa algo. (Me refiero a algo más que tener las columnas boca abajo y tapando ventanas y puertas).

En definitiva, para muchas obras pequeñas (y para algunas grandes) la idea de que las diseñe un técnico competente se ha dado la vuelta y más bien las acaba tragando a posteriori. Lo de exigir la firma para garantizar con ello un adecuado diseño y una correcta ejecución se ha convertido en que alguien dé la cara por el desaguisado y se haga responsable de él a toro pasado y con los hechos consumados. Que existan suficientes técnicos como para tragar tal estado de cosas y encima pelear por las bajas de honorarios demuestra el grado de oprobio y de infamia al que hemos llegado todos.

La mayor parte de las veces los interesados no sabían que había que pedir licencia de obras, o bien sí lo sabían pero pensaban que con pasarse por el ayuntamiento y pagarla ya era suficiente. No se huelen la tostada cuando les dicen que tienen que presentar un proyecto y un compromiso de dirección de la obra por un técnico competente.

Alguno balbucea: "Pero si es solo una piscina prefabricada. Pero si vienen, me hacen el hoyo y me la colocan. Y ya está. ¿Hace falta un arquitecto para eso?". (Y, lo que es aún peor: "Pero si vienen el jueves a ponérmela").

Yo lo entiendo. Te han dicho los de la casa de las piscinas que vienen el jueves y tú has ido el martes a decir que vas a hacer esa obra y que cuánto se debe. Has hecho lo que has creído correcto, pero, como se dice cada vez más por internet, "lo que viene después te sorprenderá".