lunes, 12 de agosto de 2024

Nina, reina

Estoy de vacaciones, roto por el calor, vago y flojito, y hace muchísimo tiempo que no hablo de jazz. Así que hoy vamos con ello. Además la arquitectura es un rollo.

Bueno, de jazz tampoco voy a hablar, porque os quiero poner una canción de una reina que no es propiamente una jazz-woman, pero le anda cerca. Lo suyo es más el soul y un montón de estilos más o menos próximos. Yo diría que en definitiva su verdadero estilo, su verdadera esencia vital, es la negritud.

Nina Simone, cuyo nombre auténtico fue Eunice Kathleen Waymon, nació en el año 1933, pobre y negra, sexta de ocho hermanos, hija de un obrero manual y una sirvienta doméstica, en el estado de Carolina del Norte, de los Estados Unidos de América.

Con solo dos años empezó a tocar el piano, y progresó muy deprisa. Con diez o doce (según dos fuentes diferentes) estaba ya lista ante el piano para dar su primer concierto cuando los encargados de la sala hicieron levantarse a sus padres de la primera fila porque ahí no podían estar los negros. Obviamente Nina se negó a tocar. A la mierda.

Todo el mundo menciona que desde muy niña fue una activista por los derechos civiles y contra el racismo. ¿Y qué queréis que hiciera, con ese panorama?

Su antigua profesora de música y otra gente buena la ayudaron a estudiar piano en la prestigiosa Escuela Juilliard, de Nueva York. Fue una alumna excelente, dotadísima, y todos (incluida ella misma) pensaban que iba a ser la primera concertista de piano clásico de raza negra. No pudo ser porque ni ella ni sus benefactores tenían recursos para recorrer todo el camino hasta la meta. Se quedó en puertas.

Su familia se trasladó a Filadelfia, donde intentó matricularse en el también muy prestigioso Instituto Curtis, pero no la admitieron. Ella estuvo siempre convencida de que fue por su color, aunque el instituto desmintió esto y alegó que había muchas solicitudes y muy pocas plazas.

Con esas circunstancias vitales y la ruina definitiva de su familia tuvo que dejar de pensar en seguir formándose y necesitó trabajar inmediatamente. Una pianista como ella solo podía tocar en un club nocturno, y se dedicó a ello. La hicieron cantar también, y el jazz, el blues y el soul fueron definitivamente sus estilos posibles. (La música clásica le cerró sus puertas para siempre).

¿Se podía estropear aún más esta situación? Bueno, pongamos a un policía violándola y ya tenemos el cuadro completito.

Ese policía se casó con ella y fue su manager. La dominó completamente y consiguió para ella el éxito (siempre esclavo) y la fama (siempre amarga). La única perspectiva de Nina Simone fue ya escapar. No cabía otra.

La rabia de Nina Simone, su impotencia vital, su desgarro, su virtuosismo con el piano (y sus conocimientos clásicos metidos inesperadamente en temas "negros") produjeron algunas obras maestras mientras ella rabiaba de dolor y de desesperanza.

Por eso hoy os traigo esta pequeña canción que me hace llorar. Este canto de esperanza, de victoria final, de empoderamiento y de verdad. Nina, eres una reina.


Pájaros volando alto, sabéis cómo me siento.
Sol en el cielo, sabes cómo me siento.
Brisa acariciándome, sabes cómo me siento.
Es un nuevo amanecer.
Es un nuevo día.
Es una nueva vida para mí, sí.
Y ME SIENTO BIEN.

¡Nina! ¡Reina! ¡Viva la madre que te parió! Cuando los metales presentan ese PÓ, POPÓ, POPÓ, POPÓ... sabemos que Nina ha ganado. Sabemos que todos hemos ganado. Y nos sentimos estupendamente bien.

Gracias, Nina Simone. Gracias en nombre de todos y en nombre de la dignidad y los derechos.

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Y, si me permitís, añado una canción que me emociona. Por una vez celebro no saber inglés, porque aunque la letra es buena, la primera vez que la escuché, hace unos treinta y cinco años, no tenía ni idea de lo que decía y me inventé un mensaje que me gusta mucho más. No os lo digo; es cosa mía y me hace pensar en mi madre. Que cada uno le ponga el mensaje que quiera.

Pero signifiquen lo que signifiquen, ese arranque tímido y delicado del piano y esa voz deliciosa que poco a poco va tomando cuerpo me envuelven, me acarician y me sacuden, me transportan y me llenan de las mejores sensaciones.

Os deseo buen verano y buena felicidad y alegría. Un abrazo.

 

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