miércoles, 24 de julio de 2024

Nadie es perfecto

No me gusta destripar los finales de las películas, pero si aún no habéis visto esta no tenéis perdón.

Billy Wilder e I. A. L. Diamond sabían que estaban escribiendo un guion brillante y divertidísimo. Tan seguros estaban de ello que en  la escena en la que Daphne (Jack Lemmon) le cuenta a Josephine (Tony Curtis) que el millonario Osgood Fielding III (Joe E. Brown) le ha pedido que se case con él introdujeron acotaciones indicando que tocara unas maracas después de cada descacharrante frase, para darle tiempo al público de reír sin tapar la siguiente réplica.

Es una película que va como un cañón todo el tiempo, y que termina con lo que tiene ser la gran traca final:

DAPHNE: [...] Osgood, he de ser sincera contigo. Tú y yo no podemos casarnos.
OSGOOD: ¿Por qué no?
D: Pues primero porque no soy rubia natural.
O: No me importa.
D: Y fumo. ¡Fumo muchísimo!
O: Me es igual.
D: ¡Tengo un horrible pasado! Desde hace tres años estoy viviendo con un saxofonista.
O: Te lo perdono.
D: Nunca podré tener hijos.
O: Los adoptaremos.
D: No me comprendes, Osgood. (Se quita la peluca y habla con su voz normal). Soy un hombre.
O: ...

¿Qué puede contestar a eso Osgood Fielding III? Con esa frase terminará la película, y ha de quedar claro que también eso le da igual. Está tan enamorado (y tan excitado ya a estas alturas) que todo le vale. Diga lo que diga Daphne él tiene que seguir convencido e inamovible. La cosa ha empezado con algo muy leve ("no soy rubia natural"), y ha ido subiendo progresivamente ("fumo muchísimo", "estoy viviendo con un saxofonista" y "nunca podré tener hijos") hasta llegar a algo brutal, límite, que debería ser absolutamente intolerable por Osgood ("soy un hombre"). Pero ante esa confesión definitiva él tiene que decir algo rotundo y muy divertido que cierre la película con una verdadera explosión. Y a Wilder y a Diamond no se les ocurre nada. Tan solo: "Bueno, nadie es perfecto".

Vaya tontería. Acabar toda esa historia, en el punto culminante, con una frase trivial que no dice nada.

Le dieron cien vueltas, pero no se les ocurría nada (lo que era muy sorprendente, porque eran los guionistas más ocurrentes que ha habido). "Nadie es perfecto". Vaya idiotez. Vaya sosería manida. (Para el caso es como si Osgood contestara: "No, si eso es como todo").

Era una de esas cosas que cuanto más la piensas menos resultados te da y más te desespera. Así que decidieron dejarlo así en el guion confiando en que ya se les ocurriría algo durante la preparación o incluso durante el rodaje de la película. 

Pero no hubo forma. Y finalmente se rodó así. Incluso en el montaje se les podría haber ocurrido algo in extremis y haber redoblado esa frase final, pero nada. Afortunadamente la maravillosa frase de cierre ya no se les ocurrió jamás. Imaginaos que uno de ellos hubiera encontrado algo fantástico cinco o diez años después. O, peor, que se le hubiera ocurrido a algún admirador y se lo hubiera hecho llegar cuando ya no había remedio. Pues no; por suerte la brillante frase quedó en el limbo, desconocida para siempre.

Esto pasa mucho: Buscamos la perfección, pero no la encontramos. (Y a lo mejor no existe). Buscamos lo perfecto y a veces (solo los privilegiados) hay que conformarse con algo solamente muy bueno, o (los demás) con algo corriente. Así que les digo a los perfeccionistas: "relajaos un poquito"; que el perfeccionismo no os bloquee y no os impida hacer. Hacerlo, aunque sea solo bien. Y ojalá lo sea. 

Añadamos a esto lo fantásticamente bien que dice Osgood la frase: "Bueno, nadie es perfecto" ("Well, nobody's perfect!"), sonriendo y manejando la lancha como si nada.

La frase trivial, anodina y tonta se hizo famosa y prácticamente pasó a caracterizar la película. E incluso un libro biográfico sobre Billy Wilder se titula así:

Se pasa del error a la excelencia. O, mejor dicho, lo que no nos pareció bueno porque buscábamos lo sublime resulta ser estupendo, y probablemente lo mejor entre lo posible. No somos dioses. ¿Por qué algunos pretenden serlo? Solo somos personas que hacemos lo que podemos, que a veces es muy bueno.

¿Y qué hay de lo perfecto? Lo perfecto es inhumano y antivital. Lo perfecto es la muerte. Me explico: Perfecto quiere decir terminado, completado, y que por lo tanto ya no necesita más y tampoco se puede mejorar (ni empeorar). Yo recuerdo cuando estudiaba lengua y veía el pretérito perfecto (ah, un pretérito estupendo, maravilloso, buenísimo, pensaba yo) y el imperfecto (lleno de defectos, chapucero, mal hecho, y no entendía por qué).  Y ya no digamos el pluscuamperfecto (más que perfecto): el recopetín. No lo comprendía, y tardé años en enterarme de que querían decir, respectivamente, el que muestra una acción terminada (he comido), no terminada en el momento al que nos referimos (comía) o requeteterminada (había comido). Es decir: perfecto = terminado.

Pues si lo entendemos así, perfecto quiere decir por una parte que ya está, que no necesita más, que "no la toques ya más, que así es la rosa" (no repases más ese artículo, o ese dibujo, o ese trabajo, déjalo ya, que está perfecto, y dalo ya por terminado). Pero por otra quiere decir solo que está acabado y ya no se puede modificar. La solicitud que envié para pedir plaza y que ahora veo que le falta un dato importante, pero ya está enviada y no se puede cambiar; o ya ha cumplido el plazo y así se tiene que quedar: Está perfecta. En este último sentido es en el que digo que lo perfecto es la muerte.

No sé si en mi caso (arquitecto chapucero donde los haya) la frasecita es una excusa y un argumento para escurrir el bulto, pero qué bien me viene: "Nadie es perfecto".


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Quizá sea interesante mencionar que cuando un edificio es una obra maestra "perfecta" es un gran problema, y a veces una imposibilidad, mantenerlo en uso (ir adaptándolo a las nuevas normativas de accesibilidad, de protección contra incendios, de acondicionamiento térmico...). A menudo el edificio, por no perder su esencia, su diseño, su aspecto precioso, tiene que ver restringido su uso e incluso a veces anulado. En ese sentido se unen los dos significados de la palabra "perfecto": Es algo sublime, divino, y por eso mismo acabado, intocable, muerto.
(Se me ocurre algún ejemplo, pero esto ya queda muy largo y me salgo del objetivo de esta entrada. Probablemente haré alguna específica para comentar esta situación).

1 comentario:

  1. Luis Cercós, amigo y seguidor de este blog, hace un comentario a esta entrada en Linkedin. Le pido permiso para transcribirlo aquí y me lo da. Es este:

    Como sabes hago restauración de arquitectura y mis obras nunca están completamente finalizadas. A ojos de un recién llegado, podría parecer que hay cosas que no han sido restauradas. Pero la realidad es que las hemos dejado, a propósito, así. Como dijo en una ocasión Alvaro Siza, no siempre es necesario terminar completamente las cosas: "Un aspecto que me impresiona mucho en la arquitectura y en la ciudad de nuestro tiempo es el empeño en llevarlo todo a su acabamiento, a su final, a su finalización. Esta tensión hacia una solución definitiva impide la complementariedad entre las varias escalas, entre el tejido humano y el monumento, entre el espacio abierto y el construido. Hoy cualquier intervención, aunque sea pequeña y fragmentaria, se obstina en conseguir una imagen final. Así se explica la dificultad de la compenetración entre las distintas partes de la ciudad". En la vida ocurre lo mismo, solo estaremos verdaderamente terminados como hombres o mujeres, el día en que nos despidamos de aquí, como muy bien dices. Mientras tanto, seguimos terminando, casi permanentemente, la obra de nuestra propia vida.

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