jueves, 24 de agosto de 2023

Ganitas de tema (y 2)

El otro día pretendí provocaros un poco criticando (apenas nada) a Le Corbusier y a Gaudí y hoy voy a terminar de resultaros un patán por decir que el concepto estructural y espacial de las Bodegas Ysios de Santiago Calatrava, básicamente el mismo que el de las escuelas de la Sagrada Familia que vimos el otro día, es mucho más coherente y limpio que el del maestro catalán.


La idea es la misma: unas vigas que van formando un conoide manteniendo una generatriz recta horizontal en el centro del alabeo.


En este caso las vigas van juntas, adosadas una al lado de otra, sin espacio de entrevigado. Son vigas anchas de sección rectangular y su yuxtaposición no forma una cubierta de superficie alabeada continua, sino escalonada o estriada. (Esto es un capricho de diseño, porque se podían haber hecho de sección tal que dieran continuidad a la superficie, o bien se podrían haber rellenado las estrías). Son de un solo vano de veintitantos metros de luz y se apoyan solo en las fachadas delantera y trasera. De ese modo no hay ninguna viga recta horizontal en el centro ni tampoco pilares.

El espacio que queda es mucho más puro, y de paso le enmienda la plana a Gaudí eliminando la innecesaria viga central y los antipáticos soportes.

Mi entrada con "ganitas de tema" se iba a terminar aquí, dando como ganador por K.O. a Calatrava, pero en el fondo me remuerde la conciencia y no puedo dejar las cosas así.

Podríamos señalar en principio dos aspectos obvios, que son el tiempo transcurrido entre ambos proyectos, con el enorme avance de la tecnología constructiva mientras tanto, y el muy distinto poderío económico de ambos encargos: aquí una empresa muy fuerte que quiere echar el resto y allí unas escuelas de caridad. No podemos recriminar a Gaudí ser más tímido (y estructuralmente más cobarde) que Calatrava, puesto que no puede contar con los medios que tiene este.

Pero creo que esas dos cosas (tecnología y dinero) no son en absoluto las más importantes. La más importante es que Gaudí sabe las limitaciones que tiene y no se atreve a ir más allá, y Calatrava, a pesar de tener muchas menos cortapisas, desprecia olímpicamente las pocas que tiene. Calatrava es capaz de dormir a pierna suelta pase lo que pase, cosa que Gaudí no se puede permitir. A ese concepto podemos llamarlo responsabilidad.

Pero antes de rematar esa idea dejadme hacer un inciso: Repito que creo que Gaudí pudo diseñar la estructura con algo más de lógica, ajustando la distribución de los soportes, y que, ya que me entra por ahí la carcoma de la desconfianza, doy en pensar que la cubierta de esas escuelas, en conoide, es un capricho que cada vez me hace menos gracia. Creo que en definitiva se queda en un "quiero y no puedo", resulta un pelín triste y escaso e incluso a mi juicio puede rozar casi un cierto ridículo de plantear eso sin necesidad, sin justificación y sin demasiada adecuación. Pero, claro, si me permito esa (tímida) crítica a Gaudí es que lo de Calatrava ya entra en el puro delirio. Veamos la planta:

Exceptuando el énfasis del gajo central, toda la cubierta es una secuencia indiferenciada y continua, pero vemos que lo que pasa en la planta no tiene nada que ver con todo eso. Este caso es mucho peor que el de Gaudí. Es demencial.

A la izquierda están las grandes cubas en las que se elabora el vino (por cierto, en el plano están en vertical y caben muchísimas más que en la realidad, en la que las han tenido que poner horizontales), en el centro un espacio diáfano (con el gajo central protagonista de la cubierta) y una distribución de barricas en arcos concéntricos de circunferencia que en una primera mirada distraída parecerían butacas en un auditorio, pero son barricas puestas ahí estorbándolo todo, y al público, que pulula entre ellas mientras le perpetran una cata y alguna charla, y puede mirar por la gran cristalera de la fachada no sé si de pie derecho o si les colocarán unas mesas y unas sillas plegables entre las barricas. Pero lo peor es el ala derecha, con una distribución de salas y despachos y una entreplanta que ya no tiene nada que ver con las posibilidades que daría el conoide, ni con su geometría ni con su idea generatriz.

Vemos una vez más, como tantas en la historia de la arquitectura, un edificio simétrico en su volumen y composición pero que aloja unos espacios y unas funciones que no son simétricas en absoluto. Vemos, en definitiva, un nuevo fraude arquitectónico, una mera idea formal y "escultórica" (y como escultores prefiero a cien antes que a él), pero que no tiene nada de "chicha arquitectónica", porque ni resuelve la función ni siquiera hace verdaderamente agradable y fruitivo el espacio interior. Si rascamos tres segundos después del "oooh" inicial vemos una vez más que no hay nada. El mago lo ha vuelto a hacer.

Pero vuelvo a lo que dije antes sobre la responsabilidad. Gaudí necesitaba vigas de 10 m y no se atrevió. Sospechaba que eso no quedaría bien y daría muchos problemas. Calatrava se atreve a hacerlas de más del doble y, efectivamente, el espacio resultante es mucho más potente y, en los gajos centrales, no destruidos por la inadecuada distribución, mucho más limpio. Pero a costa de asumir un riesgo que parece no importarle y que lo ha abocado de nuevo a las broncas, a las demandas y a los líos jurídicos. (Gaudí asume su problema de diez metros, lo hace suyo y responde lo mejor que puede. Calatrava no asume nada y no responde por nada).

A Calatrava no le importa que la cubierta tenga goteras, que la solución de vigas escalonadas discontinuas le dé muchos fallos (perdón, a él no; a los propietarios), que el presupuesto se dispare porque las soluciones que se le han ocurrido son casi inviables. Le da igual. Persigue un icono, una imagen, unas cuantas fotos espectaculares para su próxima monografía, y si tiene que estar siendo demandado durante años, para eso tiene a sus abogados. A él no parece importarle porque lo hace una y otra vez.

Creo que si algo tenemos que tener los profesionales es responsabilidad, desde la más alta hasta la más baja interpretación de este concepto. Esa responsabilidad llega a ser agobiante, y carga cualquier decisión que tomemos. De alguna cruel y retorcida manera nos exigimos a nosotros mismos ser infalibles, porque el más mínimo error mina nuestra salud y desde luego destruye nuestro sueño. (Ah, esas estupendas madrugadas en que, en la cama y con los ojos abiertos como platos, nos recriminamos mil veces haber optado por esto en vez de por aquello otro).

Sin embargo nadie es infalible y todos cometemos errores, a veces muy dolorosos. Al fin y al cabo la responsabilidad es la capacidad de responder. Responder de nuestros actos, dar la cara. Los que nos echamos a temblar por cada canalón no resuelto nos quedamos pasmados ante la gente que no se inmuta, y que por muchos errores que cometa sigue tan pancha, tan satisfecha de sí misma, tan estirada y petulante, tan audaz. ¿Pero cómo no les dará miedo seguir actuando así?

¿Podría haberse arriesgado Gaudí a hacer viguetas de un solo tramo de diez metros, con mayor sección, y eliminar la viga central para que el espacio le quedara más limpio? No, no podía. (Eso de que las luces penalicen al cuadrado es una gaita). No se atrevió porque era consciente del peligro que corría bordeando la insensatez, y se tuvo que resignar a no permitirse esa estructura tan expresiva y poderosa. Sin embargo Calatrava se atreve con vigas mucho mayores (vale, son laminadas y de gran canto) porque solo piensa en el dibujo, y espera que venga alguien que las sepa calcular y fabricar. Al fin y al cabo eso no es cosa suya.


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Nota. Después de demandas, disgustos y peloteras de todo tipo, las Bodegas Ysios muestran orgullosas en su web sus fantásticas instalaciones, mascarón de proa o buque insignia de su empresa. A lo hecho pecho: les ha salido carísimo, pero qué bonito ha quedado, aunque el interior sea un puñetero desorden y un disparate más. El mal siempre triunfa.

4 comentarios:

  1. Me declaro absoluto fan de la frase final, apoteósica. Enhorabuena una vez más!

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  2. Siempre recordaré una conferencia de Hugo Corres, de Fhecor, empresa encargada de la ingeniería del Pabellón Puente para la Expo de Zaragoza diseñado por el estudio de Zaha Hadid. La primera cuestión fue preguntar al equipo de Zaha ¿en qué material habéis pensado hacerlo?, ¿hormigón?, ¿acero?, porque no está indicado en ningún plano ni texto. La respuesta, no literal pero aproximada y que viene muy bien en esta entrada fue: "Ahí tienen los dibujos. Se les ha contratado para que lo calculen y fabriquen. Al fin y al cabo eso no es cosa nuestra"..

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    1. Qué barbaridad. Yo creo que desde el primer boceto tiene que haber una intuición de la estructura y de la construcción. Luego te la podrá calcular un estudio de arquitectura o de ingeniería experto en estructuras, pero el concepto arquitectónico ha de ser estructural y constructivo. Si no no es arquitectura, sino ilustración, póster, cómic,.etc.

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