lunes, 29 de abril de 2019

El noble valor de la arquitectura

En la antepenúltima entrada de este blog escribí sobre el dudoso valor de la arquitectura a raíz de que un amigo mío no encontrara demasiado consuelo espiritual en una magnífica iglesia.

El episodio quedó abierto: "¿Para qué sirve la arquitectura?"

Anuncié que continuaría y matizaría lo que allí dije, pero primero se me cruzó Peter Ensaimad y después el incendio de Notre-Dame, así que -de nuevo- me fui por los cerros de Úbeda. Continúo ahora lo que dejé pendiente, ya que estoy recibiendo un auténtico clamor de voces (es que ni una, tú) para que lo remate.

Lo primero (y tal vez lo único) que puedo decir al respecto es que no se le pueden pedir peras al olmo. No se le puede exigir a la arquitectura que resuelva los problemas de sus usuarios y que llegue más allá de donde puede llegar.

Por ejemplo, la casa Robie, del arquitecto Frank Lloyd Wright, siendo una de las mejores viviendas de la historia de la arquitectura, no pudo evitar que sus encargantes solo vivieran en ella poco más de un año, mientras atravesaban todo tipo de problemas económicos, personales y matrimoniales.

La arquitectura no pudo hacer nada para paliar esos problemas, ni siquiera para brindar algún apoyo o algún consuelo. ¿Para qué sirve entonces la arquitectura?

Los arquitectos queremos creer que la arquitectura sirve para vivir mejor, para trabajar mejor, para rezar mejor... Pero no es así.

Entonces, ¿para qué sirve la arquitectura?

Hace dos años y medio me operaron del colon, y, como podéis comprender, di y sigo dando muchísimo más valor a que el equipo médico fuera muy eficaz y competente que a que el hospital fuera arquitectónicamente interesante(1). ¿Para qué sirve la arquitectura?

Sí, vale. Ya sé: No se puede dar a elegir entre buen equipo médico con mala arquitectura y buena arquitectura con mal equipo médico. Es una falacia de primero de goebbelismo. Pero sí me atrevería a deciros (no me peguéis), que entre dos hospitales igualmente válidos y eficaces en los aspectos médicos, administrativos y de gestión, pero uno arquitectónicamente bueno y otro malo, la gente no distingue. Les da igual mientras les traten bien.

¿Para qué sirve la arquitectura?

Conozco de cerca y desde hace tiempo una residencia de ancianos provista de propíleos toscanos y de otras cuantas delicatessen arquitectónicas, y por otra parte hace poco he descubierto una de las más hermosas de las que tengo noticia.


En esta imagen doble las vemos. La de arriba es un edificio de planta rectangular, compacto, que ocupa una manzana entera. Es un concepto de edificación de alta densidad y concentración. Su esquema me parece correcto dentro de los de ese tipo.
Arquitectónicamente lo peor, a mi juicio, son todos los detalles que tiene para intentar quedar bien, para ser solemne e importante; para ser bella. Creo que no merece un comentario pormenorizado. Solo mencionaré el pórtico toscano de piezas prefabricadas de hormigón blanco y que los paños de ladrillo visto estén salpicados por doquier de pequeños rectángulos chapados de mampostería irregular que le dan no sé si pintoresquismo o un falso caché. En mi opinión todo eso está de alguna forma en el acervo común y en el desiderátum de los residentes y de sus familias.

La residencia de abajo, situada en Aldeamayor de San Martín (Valladolid), del arquitecto Óscar Miguel Ares, es todo lo contrario: Una construcción de baja densidad que busca espacios de intimidad para cada residente. Arquitectónicamente no necesita órdenes clásicos ni piedra postiza porque es buena, porque es como debe ser y no viene a cuento falsear nada ni pedir aplauso ni ostentar una representatividad ni una dignidad impostadas.

Sin embargo, hace poco he visto en la residencia de arriba un gesto insignificante, cotidiano, que me ha hecho saltar las lágrimas de emoción. Seguro que en la de abajo hay gestos similares. Seguro que en ambas el personal es formidable. Y seguro que la diferente calidad arquitectónica no le interesa a casi nadie. (Creo que soy la única persona de la zona que ha hecho alguna vez alguna observación sobre la no "maravillosidad" arquitectónica de la de arriba, ante la consabida incomprensión de todos los presentes).

¿Para qué sirve la arquitectura?

He hecho ya unas cuantas veces la pregunta: ¿Para qué sirve la arquitectura?, como si fuera retórica. Pero no lo es. La voy a contestar.

-¿Para qué sirve la arquitectura?
-Para nada.

Ya, ya sé que esperabais que la contestara con voz trémula, grave y heroica mientras sonaba una música de fondo, y que dijera algo grandioso y muy sentido. Pues no.
La arquitectura no sirve para nada. (Como la poesía, la música y tantas otras cosas).

La ingeniería sí sirve: Que los edificios sean sólidos, que no entre agua, que haya buena temperatura, etcétera... (Sí, eso también lo hacemos los arquitectos, y en eso sí somos útiles, y esa sí es la faceta que se busca en nosotros, y es muy necesaria). ¿Pero eso tan sutil y difícil de explicar como "la arquitectura"?  ¿Eso qué es? ¿Eso para qué sirve?

La arquitectura es autorreferente. Nos gusta a quienes nos gusta, que formamos una especie de secta y que morimos derretidos por ella. ¿Pero para qué sirve? ¿Para qué les sirve a quienes están fuera de esa secta?

Un cristiano de verdad, un auténtico creyente, oye con unción una misa improvisada en el cuarto de estar o en el sótano de un chalé adosado. No  necesita más. No necesita "arquitectura".
Yo, por mi parte, y ya lo he contado más veces, fui enormemente feliz viviendo durante ocho años y medio en un piso arquitectónicamente demencial.

Por otra parte, se puede ser infeliz en una casa estupendamente diseñada. ¿Para qué sirve la arquitectura?

Ya. Ya sé que ahora sí que esperáis la brillante resolución de este hilo, una inesperada loa a la arquitectura que nos inunde a todos de entusiasmo. Pues lo siento, pero no me sale. Y es una pena, porque os aseguro que he dedicado toda mi vida estudiantil, toda mi vida profesional y buena parte de mi vida afectiva a la arquitectura para, llegados a este punto, no ser capaz de romper una lanza por ella, ni siquiera de alzar mi copa. Vaya fracaso.

Sí que necesito agradecer a Óscar Miguel Ares sus explicaciones sobre su residencia, merecedora de alguna entrada en este blog en un próximo futuro.
Como gran arquitecto que es, capaz de controlar con su batuta el aire, el color, el espacio... me dice que la arquitectura es un soporte para la vida. Es decir, que si uno es capaz de matizarla y tratarla, eso puede tener consecuencias para quienes la van a habitar.
Critica, como yo, los "proyectos-instagram", las fotos resultonas, y se pringa hasta los codos por defender justo lo contrario que lo que llevo dicho en esta entrada. Me cuenta que para diseñar la residencia que os he mostrado fugazmente (repito que merece mayor exposición) visitó bastantes, vio cómo estaban organizadas espacialmente, se escandalizó con algunas...
Quiso mejorar el confort psíquico del residente, preservar la identidad personal, la intimidad, frente al colectivo, y recuperar ciertos paisajes culturales como la calle, el pasillo, la plaza...
Me dice que está convencido de que la arquitectura sí ayuda. (Por supuesto que no lo resuelve todo, y que, obviamente, el centro tiene que estar bien gestionado y atendido. Pero la arquitectura tiene su papel, que no es nada desdeñable).
Dice que la idea de "pueblo" funciona, la posibilidad de que cada residente saque una silla a su puerta, de que se formen tertulias espontáneas... Dice que, en definitiva, la arquitectura ayuda a mejorar la vida de las personas.

Bueno. Voy a dejarlo ahí por el momento. No solo no he sabido escribir una entrada convincente sobre el tema que prometí -es decir, no solo no he sabido cumplir mi promesa de que continuaría aquella entrada de la iglesia rara(2)-, ni tampoco me he quedado en un discreto silencio, sino que, además de naufragar ahora, estoy pensando que la próxima entrada -si mientras tanto no se quema ningún edificio, medieval o no- va a tratar sobre una novela que acabo de leer y que tiene que ver con esto, con el noble valor de la arquitectura.

A ver si esa me sale mejor que esta.

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(1).- Reconozco que las habitaciones eran cómodas y, sobre todo, que cuando ya me fui recuperando y pude empezar a dar algún paseo por el corredor acristalado, del brazo de mi mujer, y rodeábamos un tranquilo y hermoso patio ajardinado me sentía muy a gusto. Sí; la arquitectura me hizo bien.

(2).- Creo que no dije, y hay que decirlo, que el párroco de esa iglesia está, al parecer, muy contento con ella. En las hojas parroquiales y comunicados varios se utiliza como cabecera la silueta de la iglesia, como imagen "de marca" e incluso de prestigio. Y del mismo modo, el horario de misas estaba escrito sobre una imagen del retablo. Las líneas geométricas abstractas de aquel servían como guías y maqueta para componerlo sobre el papel. Todo ello demuestra la satisfacción de la parroquia por su emblemático edificio, y el gusto en exhibirlo y enarbolarlo como símbolo.

6 comentarios:

  1. O sea que en las 2 notas al pie (que por cierto casi no se pueden leer de chica que es la letra) te has respondido tu mismo ¿no?

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    1. Lo primero, muchas gracias por tu observación. Cambio ahora mismo el tamaño de letra en las notas, y ya lo dejaré grande de ahora en adelante. Es cierto que en el ordenador son pequeñas, pero en un teléfono son ya casi imposibles de leer.
      Gracias por el esfuerzo de leer las notas.
      Sí, me contradigo constantemente porque quiero sentir el valor de la arquitectura, y lo siento, pero al mismo tiempo me desanimo pensando que no sirve para nada y que a nadie le importa.
      Esta entrada me ha salido especialmente mal, contradiciéndome todo el rato y liándome demasiado. Es todo bastante confuso.
      Muchas gracias de nuevo por tu paciencia.

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  2. Que a nadie le importe no quiere decir que no importe. A nadie le importan lo más mínimo la ingeniería y las matemáticas que hacen posible el funcionamiento de los teléfonos, y sin embargo nadie puede vivir sin ellos.
    Sinceramente cansa mucho esta postura de arquitecto pobrecito incomprendido. Me parece que caes en un terrible cliché con esto, y eso que a priori parece que quieras ir por el camino contrario con un poquito de humildad y modestia, pero al final es lo mismo.
    Por la misma regla de tres tendrían que estar los matemáticos, físicos e ingenieros del ejemplo de arriba lamentándose de la poca apreciación del público por las bases teóricas y las cuestiones técnicas que inundan sus vidas a diario, y en lugar de eso, siguen a lo suyo porque les trae sin cuidado lo que diga la gente; ellos saben que la resolución del 5º teorema multiparamétrico de Faraday elevado al cubo y multiplicado por dos, va a serle de utilidad a alguien que va a construir el futuro con él.

    La arquitectura importa, claro que importa, pero lo que tú reclamas, o de lo que te lamentas, es de su falta de reconocimiento por el público general (cosa que ni siquiera es cierta porque extrapolas de gente que tienes por ahí a mano, en una apreciación muy poco científica).
    Lo que no importa es lo que le parezca la arquitectura a la gente a la que no le importa la arquitectura (toma galimatías). El arquitecto construye cosas y ya está, esa es su función. Y como esos matemáticos, físicos, y demás, lo hace en base a una cultura adquirida y unos criterios técnicos que sabe que son correctos, porque para algo dedica su vida a estudiarlos y practicarlos, y por tanto no tiene porqué andarse preocupando de lo que le parezca a nadie.

    En cuanto a lo de que a nadie le hace falta arquitectura porque la emoción es independiente del entorno, pues es simplemente una falacia que usas para reforzar tu argumento.
    Claro que cualquiera puede tener una epifanía en el lugar más inhóspito y menos pensado, independientemente de la arquitectura que tenga alrededor, y puede ser feliz también en mala arquitectura, e infeliz en buena arquitectura.
    Pero todo el mundo sabe que cenar viendo el sol ponerse en un horizonte marino enmarcado por una hermosa ventana bien puesta, es mucho mejor que cenar con una ventana que da al deslunado de tu finca. Y vamos, encuéntrame tú a alguien que diga que eso no es así. ¿Y eso qué es? Pues eso es arquitectura, otra cosa es que no se quiera ver o se le llame de otra forma.

    Y por cierto, que te leo todo lo que publicas, y me gusta todo, osea que sirva esta línea de disculpa por mi crudeza, puesto que digitalmente te aprecio, pero es que estoy cansadísimo de esta idea del arquitecto que tiene algo por lo que pedir perdón o que se lamenta de su irrelevancia, etc etc. También se estila mucho eso de hablar del ego del arquitecto y demás tonterías. ¿Te imaginas que hablasemos del ego del panadero? Absurdo.
    Hasta el gorro de todo esto. Los arquitectos somos unos señores que hacemos edificios o lo que sea que involucre construcción, y lo hacemos como cualquier otra persona hace su trabajo, como mejor podemos y sabemos, lo demás que quiera verse detrás de esto son imaginaciones mejor o peor intencionadas.

    Ya está bien.

    Muchos besos y abrazos :)

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    1. Muchas gracias por seguir mi blog, y por tus palabras.
      No he pretendido ir de pobrecito incomprendido (aunque tal vez haya usado ese tono y me haya ido a esa pose sin darme cuenta). No estoy quejándome de por qué hago las obras que hago, ni mucho menos de que mi "talento" no sea usado ni comprendido en lo que merece. Por el contrario, hablo de que alguna buena obra, mucho mejor de las que yo sería capaz de hacer, no sirva tampoco para mucho. Es decir, de que sirva lo mismo que las que hago yo.
      Creo que los valores de la ingeniería y de las matemáticas sí se aprecian. Desde luego mucho más que los de la arquitectura.
      En todo caso, es más que posible que sea yo quien está cerrado en banda y no quiera reconocer lo que dices.
      Por cierto: Creo que podría estar bien hacer una entrada optimista y positiva sobre el tipo de arquitectura que he hecho durante tantos años, y de sacar pecho y presumir de ella. Ya veremos si me atrevo.
      Un cordial saludo. Y de nuevo muchas gracias.

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  3. Ando ahora con más tiempo leyendo entradas atrasadas.
    En esta siento discrepar. Me explico. He tenido la suerte de proyectar una iglesia. Se bendijo en 2014. La verdad es que desde entonces no han cesado de felicitarme por el resultado. Y ello desde los más próximos hasta gente desconocida y, desde personas sin un mínimo conocimiento arquitectónico hasta compañeros sin compromiso alguno.
    Pues bien, lo que más me ha valido de todo es lo que me han comentado bastantes usuarios: "qué bien se reza aquí".
    Y eso desmonta tu tesis de que la arquitectura no sirve para nada.
    Desde la humildad y el aprecio.

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    1. Hola, Alberto.
      Tu comentario me produce mucha alegría.
      Aunque yo sea ya a estas alturas un viejo descreído cargado de decepciones y desilusiones celebro que algunos sigáis luchando y trabajando por la causa de la arquitectura y logrando vencer alguna batalla.
      Enhorabuena.
      Un abrazo.

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