El otro día Anatxu Zabalbeascoa publicó en el diario El País una lista con los veinte mejores edificios del siglo XX (Aquí la tienes) glosando el libro Cien edificios del siglo XX que acaba de traducir al castellano la editorial Gustavo Gili, que consta de listas elaboradas por muy conocidos y muy buenos arquitectos.
Para qué queremos más. Twitter se volvió loco. Empezamos a despotricar de las listas en general y de esta en particular... de que saliera antes el Guggenheim de Bilbao que el de Nueva York... de la frivolidad que suponía todo esto...
La muy sufrida y paciente Anatxu entró en el debate, explicó su labor, glosó el libro... Ciertamente acabamos reconociendo que si para nosotros, sesudos, listos (pero que muy listos), rimbombantes (pero que muy rimbombantes) arquitectos, todo eso era una frivolité, para un lector no especializado que lee prensa generalista podía estar muy bien; porque la lista, en definitiva, no estaba tan mal, y si servía para despertar la curiosidad de algunos, pues bienvenida fuera.
Así las cosas, yo, que siempre estoy pensando en este blog, vi el cielo abierto. Me iba a salir una entrada con la gorra. Me la iban a dar hecha: Convoqué por Facebook y por Twitter a todo el que quisiera para que me mandara por mensaje privado su lista de los veinte mejores edificios del siglo XX. Mi primera idea fue que si pasaba de cinco listas haría el ranking, pero según estaba escribiendo la convocatoria puse que lo haría si pasaba de diez.
También prometí que después de hacer el ranking con los veinte edificios más votados publicaría todas las listas recibidas, que también tienen su gracia: Esos edificios recónditos y "raritos" de los que solo se ha acordado uno tienen tanto interés como los ganadores que tenemos todos en la cabeza y en el corazón, y bastante más morbo.
En menudo lío me metí yo solo y sin ayuda de nadie: Mi convocatoria tuvo un éxito inesperado. Tanto que en un solo día tuve que cerrar el plazo abruptamente. (Yo había pensado dar una semana, más o menos). En ese único día me entraron cincuenta y tres listas, casi todas con veinte obras (algunas, muy pocas, con menos).
Casi todas están hechas por arquitectos, pero algunas no, y no desmerecen en nada. Son muy buenas listas, y señalan edificios muy interesantes. Los más votados son bastante previsibles, pero hay muchas sorpresas escondidas. Son listas de muchísimo nivel.
Y ha votado quien ha querido. No se ha pedido curriculum. (¿Que hay votos de doctores arquitectos y votos de simples aficionados? Pues sí. Podéis llamarme demagogo. Pero en general quien se presta a este juego es porque le gusta y le interesa mucho la arquitectura, y se nota).
Casi todas están hechas por arquitectos, pero algunas no, y no desmerecen en nada. Son muy buenas listas, y señalan edificios muy interesantes. Los más votados son bastante previsibles, pero hay muchas sorpresas escondidas. Son listas de muchísimo nivel.
Y ha votado quien ha querido. No se ha pedido curriculum. (¿Que hay votos de doctores arquitectos y votos de simples aficionados? Pues sí. Podéis llamarme demagogo. Pero en general quien se presta a este juego es porque le gusta y le interesa mucho la arquitectura, y se nota).
A ver cómo proceso ahora toda esa información. No os preocupéis si veis que este blog no se actualiza durante una temporada: Es que estoy rebasado y agobiado por las listas.
Listas, listas, listas. Fragmento del cartel
de la película La lista de Schindler.
De las cincuenta y tres me llegaron cincuenta y una por Twitter y dos por Facebook.
Aún no he hecho las sumas para establecer el ranking, pero os adelanto que tampoco nos hemos descaminado tanto de la de El País.
En la próxima entrada de este blog pondré los veinte edificios ganadores (y seguramente haga después otra entrada con otros tantos que se hayan quedado a las puertas, y ya veré cómo hacer un enlace para que os descarguéis las cincuenta y tres listas completas, porque si las pusiera en el blog tendría que hacer muchas entradas y me pondría muy pesado), pero antes quiero contar esto que estoy diciendo porque ahí no va a caber.
Lo primero: Se trata de listas hechas a sentimiento, a bote pronto, sin mayor reflexión. Ya digo que la respuesta se produjo en un solo día, e incluso la mayor parte en las primeras horas de ese día. La gente respondió con pasión y soltó lo primero que se le ocurrió. Así lo quería yo. Seguro que si las hacemos en cualquier otro momento mantenemos algunos edificios, pero cambiamos otros.
Yo mismo, que hice mi lista el primero para no verme influido por las de mis compañeros, cuando iba recibiendo una detrás de otra me tiraba de los pelos ante tantos fantásticos edificios que no se me habían ocurrido y que seguramente son mucho mejores que algunos de los que había elegido. Pero eso nos pasa a todos.
Por lo tanto, la principal advertencia es esa: que se trata de un juego, de una chorradilla sin mayor importancia, pero que refleja lo que tenemos más íntimamente acuñado en nuestros corazones y en nuestras molleras.
Para elaborar el ranking no voy a tener en cuenta el orden en que aparece cada edificio en cada lista. Voy a contar en cuántas listas aparece, sin tener en cuenta a qué altura está en cada una. Sí que usaré el orden como criterio de desempate en los edificios que salgan el mismo número de veces, porque aunque algunos participantes sí han seguido una clara gradación de preferencia en sus listas, otros no lo han hecho; pero en todo caso entiendo que casi todos han ido poniendo los edificios empezando por los que tenían más seguros, y diciendo después: "¿Cuántos llevo? ¿Catorce? A ver otros seis..."; lo que indica que el orden sí significa algo.
Que conste que los resultados no implican "calidad arquitectónica", signifique eso lo que signifique, sino más bien cualidades de fama, de fruición, icónicas, sentimentales, etc. Como digo, en las elecciones no se ha hecho crítica sesuda, sino que nos hemos dejado seducir por el flechazo de Eros.
(Para que se note que soy culto diré que hemos sido más dionisíacos que apolíneos).
Pero ya os adelanto que los edificios son muy buenos, y os anuncio que os los daré a conocer cuando pueda. Me sumerjo en las listas. Apiadaos de mí. Sabed que siempre os quise.
Aún no he hecho las sumas para establecer el ranking, pero os adelanto que tampoco nos hemos descaminado tanto de la de El País.
En la próxima entrada de este blog pondré los veinte edificios ganadores (y seguramente haga después otra entrada con otros tantos que se hayan quedado a las puertas, y ya veré cómo hacer un enlace para que os descarguéis las cincuenta y tres listas completas, porque si las pusiera en el blog tendría que hacer muchas entradas y me pondría muy pesado), pero antes quiero contar esto que estoy diciendo porque ahí no va a caber.
Lo primero: Se trata de listas hechas a sentimiento, a bote pronto, sin mayor reflexión. Ya digo que la respuesta se produjo en un solo día, e incluso la mayor parte en las primeras horas de ese día. La gente respondió con pasión y soltó lo primero que se le ocurrió. Así lo quería yo. Seguro que si las hacemos en cualquier otro momento mantenemos algunos edificios, pero cambiamos otros.
Yo mismo, que hice mi lista el primero para no verme influido por las de mis compañeros, cuando iba recibiendo una detrás de otra me tiraba de los pelos ante tantos fantásticos edificios que no se me habían ocurrido y que seguramente son mucho mejores que algunos de los que había elegido. Pero eso nos pasa a todos.
Por lo tanto, la principal advertencia es esa: que se trata de un juego, de una chorradilla sin mayor importancia, pero que refleja lo que tenemos más íntimamente acuñado en nuestros corazones y en nuestras molleras.
Para elaborar el ranking no voy a tener en cuenta el orden en que aparece cada edificio en cada lista. Voy a contar en cuántas listas aparece, sin tener en cuenta a qué altura está en cada una. Sí que usaré el orden como criterio de desempate en los edificios que salgan el mismo número de veces, porque aunque algunos participantes sí han seguido una clara gradación de preferencia en sus listas, otros no lo han hecho; pero en todo caso entiendo que casi todos han ido poniendo los edificios empezando por los que tenían más seguros, y diciendo después: "¿Cuántos llevo? ¿Catorce? A ver otros seis..."; lo que indica que el orden sí significa algo.
Que conste que los resultados no implican "calidad arquitectónica", signifique eso lo que signifique, sino más bien cualidades de fama, de fruición, icónicas, sentimentales, etc. Como digo, en las elecciones no se ha hecho crítica sesuda, sino que nos hemos dejado seducir por el flechazo de Eros.
(Para que se note que soy culto diré que hemos sido más dionisíacos que apolíneos).
Pero ya os adelanto que los edificios son muy buenos, y os anuncio que os los daré a conocer cuando pueda. Me sumerjo en las listas. Apiadaos de mí. Sabed que siempre os quise.
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