viernes, 27 de julio de 2018

El espacio no cuenta

Se me ocurrió este tema para el blog y se me había olvidado.
Carla Arnal y Manuel Baena me ayudaron a recordarlo.
Por ello les dedico esta entrada.


Hace unas semanas he estado en Salamanca y he vuelto a disfrutar de sus dos catedrales. Se entra por la fachada norte (plaza de Anaya) de la catedral nueva y se pasa de esta a la vieja y después al claustro.
El claustro es, pues, la guinda final de un fantástico recorrido, la despedida, y tiene este magnífico aspecto:


Sí, bueno, claro. Le han plantado esas cabinas. Hay que entenderlo: Hay muchos turistas viendo la catedral, y han pagado -lo que les hace poseedores de derechos-, y algunos tienen que dar rienda suelta a sus apretones.
El punto rojo, en el centro del claustro, señala el emplazamiento de los urinarios.

Dejo esto aquí un ratito. Voy a perderme y a contradecirme un poco por ahí y ahora vuelvo.

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Cuando entras en la catedral con la insana pretensión de verla te cobran una entrada y te prestan un cacharro parlante que te va explicando cosas acompañándote durante todo el recorrido.

Las catedrales me entusiasman. El espacio arquitectónico en ellas es fascinante. Pero poco me importa si la tercera capilla de la izquierda tiene una talla de San Juan Nepomuceno hecha en 1432 por Mateo de Porras por encargo de la cofradía del Santo Ayuno. Tampoco me suele importar si la sillería es de madera de roble, de haya o de cerezo. Así que a la tercera o cuarta explicación del cacharro -ya digo que venía incluido con la entrada y no era cosa de mirarle los dientes, así que había empezado a escucharlo- lo apagué y me dediqué a mirar hacia arriba, hacia el frente, hacia el suelo poblado de lápidas mortuorias, hacia la cúpula, hacia la luz, sin importarme si esa moldura era de Diego de Sahagún o si ese capitel era de Andrés Bermúdez.

Porque (y a menudo se nos escapa ese detalle) la arquitectura es el espacio.
Y aquí viene una contradicción que espero que me perdonéis. Os pido paciencia hasta que termine:

La arquitectura es espacio. Todo lo demás es arte aplicado y ornamento.
Ahora bien: Espacio no es volumen. Si las columnas y la bóveda de la nave central son azules o son blancas el volumen es el mismo, pero el espacio no. El espacio no tiene nada que ver en uno y otro caso.
Incluso, según la luz que entra, el espacio no es el mismo un día soleado y uno lluvioso, por la mañana o por la tarde. Y eso es la arquitectura.

Por lo tanto, me importan un pito todos esos detalles que vuelven locos a los historiadores del arte. Entiendo que son muy importantes en muchos aspectos, y que sirven para entender la gestión y el desarrollo de la catedral, y que la misión de los historiadores es fundamental para conocer y hacernos conocer. Pero a mí, para apreciar el espacio (que es lo que es la arquitectura) me dan igual.

Los guías turísticos y los libros inciden demasiado en quién talló la mano de tal imagen, y en qué año, y qué leyenda se asocia a ello porque contar historias es muy socorrido mientras que el espacio es inefable, porque hablar y discutir de espacio es casi imposible, porque el espacio no se puede medir ni pesar, porque lo que a mí me emociona a ti te deja indiferente(*), y porque todos explicamos y entendemos los relatos mucho mejor que los espacios, e incluso los esfuerzos y desafíos técnicos mucho mejor que las sombras.

Sin embargo, aunque digo (exagerando) que me interesa el espacio y no me interesan las tallas, las figuras, las sillerías... todo eso configura el espacio. Antes he dicho que no es lo mismo espacio que volumen. Por lo tanto no es lo mismo la nave con paños lisos que con paños llenos de molduras, relieves, tallas... ni que estas sean de una manera o de otra. Y ahí es donde me contradigo, porque si hacen espacio deberían interesarme.

Vale: Quedemos en que me interesa todo ese ornamento solamente como matizador de elementos que matizan los espacios.

(No sé si se me entiende o si todo esto es mera cháchara de arquitecto).

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Dicho lo cual volvemos a los aseos del centro del claustro. ¿Por qué los han puesto precisamente ahí?

(Yo diría más: ¿Por qué los han puesto? Jolín: Si vas a ver la catedral ve ya servido y desahogado, o aguántate un poquito, o escápate a un bar y luego vuelves. Seguro que se podría ir uno a la salida y decir a los porteros: "Salgo un momento, que me estoy meando", y después le dejarían volver a entrar sin obligarlo a volver a pagar).

Pero supongamos que sí, que hay que instalar unos urinarios porque la gente ha pagado y exige servicios. ¿No se podrían haber habilitado en cualquier rincón?(**)

Pero, ¿dónde ponerlos? Si van allí tapan el mural de San Boniato. Si se adosan a esa pared tocan la imagen de Cristo Redentor. Si se sitúan en aquel rincón incomodan la visión de las cenefas del maestro Joaquín Sánchez... ¡Pues al centro del claustro! Allí no tocan nada, no estropean nada, no rompen nada.

Solo rompen el espacio del claustro, pero el espacio no cuenta.




(*) Por ejemplo, es muy difícil que alguien no demasiado versado en arquitectura aprecie en Roma el Panteón por encima del Coliseo. Este tiene los gladiadores, la épica, las películas de romanos, el tamaño... y aquel solo tiene una expresión sofisticada de espacio y un chorro de luz. Incluso si les pedimos el esfuerzo de que los intenten considerar por sus exclusivos valores arquitectónicos la mayoría elegirá el Coliseo.

(**) Coño, que menuda tienda de souvenirs y paponadas varias han habilitado junto a la salida. Y hay que salir atravesando la tienda por obligación. 

5 comentarios:

  1. Que pedazo de mier.. Todo lo que se ve importa, o será que solo nos importa a los arquitectos? Excelente articulo! Saludos.

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  2. Muy bueno! Creo que estas cosas se podrían evitar muy fácilmente ... seguro que hay mil sitios mejores para colocar los baños, seguro que hay mil formas de materializarlos mejor ... pero seguro que esta era la más fácil ...

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  3. Para esto los italianos son bastante más hábiles. Recuerdo que en Venecia los baños públicos estaban en un edificio aledaño a la catedral y ya todo el mundo entrada servido como tú dices.
    Lo peor de todo esto es que da igual lo maravillosa que sea la Catedral que ya solo te acordarás de los horrendos baños que había en el centro del claustro. Malditas normas!

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  4. Hombre, sin conocer el Claustro (que vergüenza si soy de Zamora) me quiero imaginar que allí en el centro habría un fuentecilla del cantero mas humilde de Villamayor y !!mira¡¡ hay tona de agua y evacuación, joder pues es el sitio, no hay que hacer mucha obra.

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