Acabamos de tener noticia de que cinco mujeres han denunciado al gran arquitecto -sí, gran arquitecto- Richard Meier por acoso sexual.
Son cinco mujeres con distintas circunstancias, y denuncian separadamente cinco acciones diferentes en distintas épocas. Todo hace pensar, en principio, por lo tanto, que dicen la verdad. Incluso el estudio de Meier ya indemnizó a una de ellas y le pagó por su silencio parcial y ha pedido disculpas, farfullando tan solo (ay, qué vergüenza) que algunas cosas que las víctimas han dicho no fueron exactamente así. O sea. Ya te digo. Y el cerdo ha dicho que se toma seis meses de vacaciones para esconderse y esperar que pase el chaparrón.
Son cinco mujeres con distintas circunstancias, y denuncian separadamente cinco acciones diferentes en distintas épocas. Todo hace pensar, en principio, por lo tanto, que dicen la verdad. Incluso el estudio de Meier ya indemnizó a una de ellas y le pagó por su silencio parcial y ha pedido disculpas, farfullando tan solo (ay, qué vergüenza) que algunas cosas que las víctimas han dicho no fueron exactamente así. O sea. Ya te digo. Y el cerdo ha dicho que se toma seis meses de vacaciones para esconderse y esperar que pase el chaparrón.
Nos hemos quedado todos perplejos porque admirábamos al tío asqueroso.
Un cerdo, un abusador, un acosador, un cobarde, un mierda. Y un gran arquitecto.
Nos quedamos sin palabras, porque es algo horrible. Y además yo no le veo el sentido. No lo puedo entender. Se supone que un arquitecto brillante, con mucho talento, y bien plantado (ahora es un viejo hinchado, pero hay denuncias de hechos ocurridos hace treinta años), debería tener recursos, cultura, simpatía, atractivo y personalidad suficientes como para ligar limpiamente y para actuar como un hombre. Pero se ve que es más directo y más cómodo abusar del poder, de la posición. ¿Hay algo más asqueroso que el jefe acosando a una empleada y abusando de ella? ¿Qué piensa ese miserable que es una mujer? ¿Qué se imagina que es una mujer?
Qué bazofia. Qué prepotencia y qué atropello. ¿Cómo alguien tan sutil y tan sofisticado, puede pensar que una mujer es tan solo un objeto para su uso y disfrute? Y al revés: ¿Cómo alguien tan zafio, tan repugnante, tan plano, tan saco de carne, grasa y pus puede crear unas obras tan extraordinarias?
Me da asco solo pensarlo. Y qué ridículos los numeritos que al parecer se montaba. Qué patético monigote. Qué cerdo.
Nos quedamos sin palabras, porque es algo horrible. Y además yo no le veo el sentido. No lo puedo entender. Se supone que un arquitecto brillante, con mucho talento, y bien plantado (ahora es un viejo hinchado, pero hay denuncias de hechos ocurridos hace treinta años), debería tener recursos, cultura, simpatía, atractivo y personalidad suficientes como para ligar limpiamente y para actuar como un hombre. Pero se ve que es más directo y más cómodo abusar del poder, de la posición. ¿Hay algo más asqueroso que el jefe acosando a una empleada y abusando de ella? ¿Qué piensa ese miserable que es una mujer? ¿Qué se imagina que es una mujer?
Qué bazofia. Qué prepotencia y qué atropello. ¿Cómo alguien tan sutil y tan sofisticado, puede pensar que una mujer es tan solo un objeto para su uso y disfrute? Y al revés: ¿Cómo alguien tan zafio, tan repugnante, tan plano, tan saco de carne, grasa y pus puede crear unas obras tan extraordinarias?
Me da asco solo pensarlo. Y qué ridículos los numeritos que al parecer se montaba. Qué patético monigote. Qué cerdo.
Y sin embargo el otro día en twitter alguien puso fotos de la casa Douglas, fantástica obra, y nos deshicimos en elogios. Yo recordé que me tocó en Dibujo Técnico de primero y que, dada mi pasmosa incultura arquitectónica de entonces, gracias a ese ejercicio esta fue la primera obra que conocí de Meier y una de las primeras de toda la arquitectura contemporánea.
Una casa fantástica. Una maravilla. Y el admirable arquitecto que la diseñó no solo no es una admirable persona, sino que es una persona repugnante.
Qué rara jugada para nuestro cerebro. ¿Somos capaces de separar lo uno de lo otro? ¿Tiro estos libros a la basura?
No. Claro que no. No los voy a tirar. Tengo otros libros de grandes arquitectos cuya obra admiro y muchas de cuyas circunstancias vitales me repugnan.
Escribo estas líneas con pena, porque a uno le gustaría que los grandes creadores y grandes profesionales fueran también personas dignas, y no unos pellejos aversivos, pero las cosas son así, y el lamentable hecho de que Richard Meier sea un bicho vomitivo no impide que haya hecho edificios estupendos.
El título de esta entrada es "Defensa del asqueroso". Me ha parecido un título atractivo, pero no es correcto porque no pretendo decir nada en su apoyo. Lo único que quería era distinguir y separar al autor y a su obra. Hay cientos de obras de arte que nos apasionan y no nos ponemos a estudiar la biografía de sus autores. Si lo hiciéramos nos llevaríamos más de un chasco. Hay muchos escritores, pintores, escultores, arquitectos, músicos, cuya obra es admirable y cuya vida da mucha vergüenza ajena y a veces mucho asco.
Pero aun así deberíamos ser capaces de seguir valorando sus obras y de pensar que esos acúmulos de mierda han tenido, incomprensiblemente, una faceta exquisita. Y esa faceta exquisita sigue y seguirá mereciendo nuestra atención, nuestro estudio e incluso nuestra admiración.
Pero aun así deberíamos ser capaces de seguir valorando sus obras y de pensar que esos acúmulos de mierda han tenido, incomprensiblemente, una faceta exquisita. Y esa faceta exquisita sigue y seguirá mereciendo nuestra atención, nuestro estudio e incluso nuestra admiración.
-No; es que yo quería defender un poco a los acosadores porque también pueden hacer obras positivas.
-Vete a la mierda, hombre.
Desmontando la historia,y dandole un cauce de autenticidad es lo mas valioso de este blog,aparte de esa informacion y de exposicion tan singular.
ResponderEliminarEnhorabuena compañero.
Mucho me temo que esas actitudes en tíos con cualquier tipo de poder han sido mucho más habituales de lo que nos queramos imaginar a lo largo de la historia, desgraciadamente. A ver si esta sociedad es de verdad capaz de ir acabando con ellas, que ya va siendo hora.
ResponderEliminarNo estoy seguro de que esta sociedad tenga poder para acabar con la sexualidad ni con la libido de este y otros creadores que son lo que siempre fueron: voyeurs. No creo que podamos separar a Picasso de sus mujeres, ni a Gustav Klimt de sus dibujos eróticos ni a Egon Schile de sus explícitos, sexuales y maravillosos momentos cargados de erotismo (ahora se llamarían pornografía). Tampoco creo que podamos terminar con el uso descarado y explícito que algunas mujeres hacen de su cuerpo, os recuerdo que, incluso en los medios más circunspectos, publican todos los años los momentos mas estelares del desfile anual de Victoria´s Secret (mujeres desfilando en bragas, sin más...). Tampoco creo que toda la culpa sea de Berlusconi cuando reunía chicas en su casa de vacaciones, al fin y al cabo, si se mira fríamente, él es un putero, pero estaba rodeado de treinta putas; 1:30 es la escala...)
ResponderEliminarNo estoy nada seguro de que esas mujeres que fueron a su apartamento "a repasar proyectos" hubiesen ido a casa del tendero de la esquina si este se lo hubiese pedido ni que ahora lo hiciesen público al únísono. Tampoco creo que las acticres que ahora denuncian al productor de turno no fuesen conscientes de cómo usar sus encantos de una manera premeditada. Lo siento amigos, ya he vivido lo suficiente para ver todo tipo de cosas. Nada es negro o blanco, solo hay grises.
No estoy nada de acuerdo con este comentario. (Pero aun así agradezco el esfuerzo de escribirlo y la confianza en este sitio para dejarlo).
EliminarLos genios a menudo nos decepcionan como seres humanos. No sé si eso tendrá que ver con el funcionamiento singular de sus extraordinarios cerebros o sólo es fruto de una educación como personas deficiente. El caso es que suelen tratar a los demás como seres inferiores y puede que, en realidad y comparados con ellos, sea así pero, de todos modos, no tienen excusa.
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