domingo, 15 de julio de 2012

El arquitecto Curro Inza

Francisco de Inza nació en Madrid en 1929 y murió en Mahón en 1976, con cuarenta y siete años recién cumplidos. Fue profesor de proyectos en la escuela de Navarra, y en sus alumnos y compañeros dejó una huella imborrable, pero, la verdad, en el resto de España su recuerdo duró poco. (Yo empecé la carrera de arquitectura en Madrid, en 1977, solo un año después de su muerte, y jamás nadie me habló de él. Sic transit gloria mundi. Y supongo que los jóvenes actuales tampoco habrán oído nunca su nombre).
Esto es lo que suele pasar con los arquitectos que no se encuadran en una categoría fácilmente etiquetable. Si no se les puede entomologizar se les suprime, y así quedan los cuadros sinópticos más limpitos.

Portada del libro colectivo El arquitecto Curro Inza
con un óleo de Manuel Alcorlo

(Y Curro Inza era muchas cosas, pero, desde luego, no un arquitecto "limpito").
Creo que ya habría terminado la carrera cuando vi una vez en la tele un reportaje sobre un edificio muy feo, de los más feos que había visto en mi vida: Una fábrica de embutidos en Segovia. No podía apartar los ojos de la pantalla. Era como un sueño, como una pesadilla. Eran espacios sorprendentes, magníficos. Era un complejo fantástico. Emocionante. Me quedé fuera de juego, y me aprendí el nombre de su arquitecto: Francisco de Inza Campos, Curro Inza.
Años después, entrando a Segovia desde San Rafael, me di de sopetón con la Fábrica de Embutidos "El Acueducto". "¡Mírala, mírala! ¡Esa es!" La impresión fue tan fuerte que merece una entrada aparte. Hoy me abstendré de hablar de esa obra.


Al poco de morir, sus alumnos y sus amigos organizaron una exposición de su obra en la Escuela de Arquitectura de Navarra, y publicaron el libro cuya portada he puesto más arriba. Que yo sepa, no hay ninguna otra monografía sobre este arquitecto olvidado.
No falta en las listas: Todos los libros sobre arquitectura española contemporánea le mencionan, le sitúan en el tiempo y en el contexto de sus coetáneos (que han tenido mucho más éxito que él), pero nada más.
Curro Inza fue un personaje singular, un arquitecto expresionista, feroz, desaforado y brutal, pero también fue pintor, escritor, músico... Parecía tener prisa por plasmar su expresividad por todas partes. Parecía darse cuenta de que no iba a tener tiempo suficiente.
Igual de excesivo que en su obra lo fue en su vida: Tuvo diez hijos, (la última póstuma), incontables amigos, alumnos entregados... Porque él se entregaba con pasión a la arquitectura, al arte, a la vida, a todo. No tenía nunca suficiente. Para él, menos era menos, y había que aspirar a más.
Citaba a sus alumnos en su estudio de Pamplona, y allí trabajaba con ellos y les ayudaba a plantear los ejercicios. El estudio estaba debajo de su casa, y continuamente bajaban los hijos o subían los alumnos, y también a veces había clientes. Todo ello formaba una amalgama caótica e indiferenciada entre familia, escuela y profesión.

Sótano del Café Gijón, en Madrid

A sus alumnos les proponía ejercicios realistas e incluso triviales, alejados de lo que se solía hacer -y se sigue haciendo- en las escuelas. Les contaba la historia de un cliente, sus necesidades, sus aspiraciones, y con ello les pedía que diseñaran su casa, o su taller, o lo que fuera, atendiendo a planteamientos muy concretos y prosaicos. Y de ahí tenía que surgir "ese algo", "esa aspiración".
Por su parte, él hacía eso con su arquitectura. Tenía una enorme ansiedad expresiva, pero la ceñía a los requerimientos más "cutres" del encargo, y con todo ello producía obras tremendas.

Tienda de tapicerías Álvarez Alba, en Madrid


Casa en Rascafría (Madrid)

Restaurante Libanios, en Madrid

Hotel en Alfaro (Logroño)

Hay que decir también que esta fuerza proyectual un tanto desbocada y falta de control seguramente se habría ido organizando y habría madurado con el tiempo. Esta obra tan singular y tan potente fue, en definitiva, una obra de juventud. La arquitectura es un oficio que necesita tiempo para madurar, y yo estoy seguro de que unas cuantas décadas más de vida habrían logrado que la potencia de Curro Inza cristalizara en acto maduro y, seguramente, en arquitectura portentosa y magistral.


Vivienda en Calamocha (Teruel)

Curro Inza era un hombre muy simpático y muy ingenioso. Fernando Higueras debió de llevarse algún revolcón, porque siempre decía que con Curro no se podía discutir en público. No tenía mala leche, pero era tan buen polemista y tan agudo que te contradecía con mucha gracia, generando risas en el público, y quedabas fatal.
Un detalle que me gusta mucho de Inza es su seguridad, que se puede relacionar no sé si con una gran modestia o, por el contrario, con una soberbia infinita. Se burlaba amistosamente de sus compañeros "exquisitos" cuando se quejaban con razón de que alguien había chafado alguna obra suya con algún detalle "de esos". Todos me entendéis: Esas obras magníficas cuyo arquitecto tiene que fotografiar a toda prisa antes de que le pongan un farolillo, una reja de forja o un enanito de jardín. Él les decía: "¿Y esa tontería va a arruinar tu obra? Pues sí que es frágil tu obra, entonces. A mí eso me da igual. Mis obras lo aguantan todo".
Es una buenísima actitud. Los arquitectos nos pasamos la vida quejándonos de cómo adulteran nuestras obras, y precisamente deberíamos hacerlas para eso, para que las usen, las adapten y las "vivan" día a día.
-Claro -le contestaban-. Tú las haces ya tan feas desde el principio que nadie se las puede cargar.
Pues sí. Pues es una actitud.

Colegio Antonio Machado en El Pinarillo (Segovia)

 Estudio de Curro Inza en Pamplona, en la Torre de Erroz.

Curro Inza en clase

Pero, con todo lo que llevo dicho, hay una cosa de Curro Inza que me emociona profundamente. Y es que, de alguna manera que no sé explicar, con su familia numerosa, sus alumnos, sus clientes, sus compañeros y amigos, su actitud vital, su muerte tan temprana y tan cruel, me hace pensar en que la humanidad ha hecho algo muy mal, y es que en tantos milenios de historia y de experiencia no hemos sido capaces de vivir la infancia con facilidad y con alegría elemental, y de pasar con naturalidad de la infancia a la adolescencia, y de esta a la juventud, formándonos y educándonos, labrando amigos y experiencias, y con todo ello llegar a la edad adulta con un horizonte (un horizonte, sí; lo digo ahora, en julio de 2012, en España). Un horizonte de trabajo duro y apasionante con el que ganarnos honradamente la vida y formar y educar a nuestros hijos, en la rueda infinita de las generaciones, con una vida honrada y decente, y alegre y optimista, como fue la vida de Curro Inza, a juzgar por cuánto le quisieron y por los recuerdos que dejó.
¿Frente a todo esto, quien quiere arquitectura exquisita y mojigata?

 Lápìz y acuarela de Curro Inza

16 comentarios:

  1. José Ramón, con tus entradas siempre aprendemos algo nuevo e interesante y eso hace de tu blog un gran blog. Siempre hacemos Rt aunque aún no las hayamos leído porque sabemos qué de alguna forma u otra nosotros, estudiantes (y profesionales seguro qué también) aprenderemos algo.

    Gracias y un saludo!
    Planta o sección

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  2. No lo conocía, un arquitecto interesante sin duda. Gracias por descubrirmelo. Son una delicia tus entradas.

    Saludos,

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  3. De su hija Belén de Inza y su nieta Paula:

    ¡Mil gracias! Nos ha encantado.

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    1. Me han emocionado sus palabras, y que se hayan tomado la molestia de dejar un comentario, que atesoraré.

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    2. Yo también soy un seguidor de Curro Inza. Un arquitecto importante y padre de una gran familia. Saludos desde Guatiza!

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    3. Encantado de saludarte desde el Charco de San Gines. Carlos Inza

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  4. Mi padre fue compañero suyo en la Escuela de arquitectura de Madrid, y además su amigo. Siempre me contaba cosas de sus genialidades y tenemos algunos dibujos suyos que son francamente fenomenales. Siento no haberle conocido, por su genialidad y simpatía. De cualquier modo, gracias por la información y tan bella minibiografia.

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  5. yo fui alumna de Curro en proyectos 1de la etsa de Pamplona en 1974-75..han pasado ya casi 40 años y todavia pienso en el cuando me enfrento a un nuevo proyecto..

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    1. Yo también fui alumno de Curro en la ETSAN... y tengo un buen recuerdo de sus propuestas y didácticas que se curraba... Salgo en la foto que ilustra este artículo un poco mas arriba "Curro en clase". Salud... Mikel Alonso

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  6. Mil gracias de corazon por la semblanza, departe de su hijo Carlos Inza es un honor

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    1. Muchas gracias a vosotros. El honor es mío. Yo sí que me siento muy honrado por vuestras palabras. (Hace tiempo también hicieron un comentario muy amable tu hermana Belén y tu sobrina Paula).
      Un abrazo.

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  7. Felicidades por el artículo José Ramón. Eféctivamente, yo fui uno de esos incautos que fue ridiculizado en público por Curro Inza de forma inmisericorde. Corría el curso 74-75 y fue mi primer profesor de proyectos. Unos años más tarde caería en la cuenta de que también había sido el único. Lo poco que sé de arquitectura se lo debo a él.

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  8. ¡Qué persona más polifacética y qué brillante!
    Una verdader pena para todos.

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  9. Yo tampoco conocía a Curro Inza. Gracias por mostrarnos un pedacito de su historia y de su obra, que para nada me parece fea.

    Un saludo.

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  10. Muchisimas gracias Jose Ramón, por dar luz al genial arquitecto Francisco Inza.
    Mi madre, Mª Elena de Cárdenas, siempre que pasaba por "La choricera" de Segovia me decía: pero que simpático era Inza y que edificio tan bueno!, tu padre era muy amigo suyo!
    Mi padre, Fernando Higueras, el arquitecto.

    Un saludo

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    1. Muchísimas gracias a ti, Paloma.
      En este blog he mencionado varias veces a tu padre. Es cierto que no he entrado a fondo y tan solo lo he llamado "cabra" y poco más.
      http://arquitectamoslocos.blogspot.com/2013/05/el-exterminio-de-la-cabra.html
      Juan Daniel Fullaondo, mi maestro, siempre lo apreció y admiró, y siempre hablaba muy bien de él.
      A ver si me animo y me lanzo a escribir alguna cosa.
      Un saludo.

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