miércoles, 21 de febrero de 2024

El tercer hombre

A Carlos Bento Company, que lo
mencionó en Facebook.


Renzo Piano (Génova, 1937) y Gianfranco Franchini (Génova, 1938 - Génova, 2009), paisanos, se conocieron muy jovencitos estudiando arquitectura en el Politécnico de Milán e incluso compartieron habitación. Con el tiempo, y ya titulados, trabajaron juntos y se les unió Richard Rogers (Florencia, 1933 - Londres, 2021).

Los tres jóvenes talentosos dieron la campanada cuando ganaron uno de los concursos de arquitectura más importantes de la segunda mitad del siglo XX: el Centro Georges Pompidou en el centro histórico de París. Tocaron el cielo y, de rebote, el infierno.

Piano, Franchini y Rogers.
Única foto conocida en la que salen los tres.

El cielo porque saltaron al estrellato y a la fama mundial de la noche a la mañana, y el infierno porque en medio de los edificios góticos y al lado de la isla del Sena diseñaron un edificio de metal y vidrio con las tripas por fuera. Decir escándalo es muy poco. Fue la ignominia, la maldición, el anatema.

De repente todos los ciudadanos del mundo interesados más o menos vagamente por la arquitectura (y menos o más por el petardeo) conocieron el proyecto, y tuvieron una opinión muy rotunda sobre él.

Parecía que el mundo se hundía ante semejante salvajada, y sin embargo también existía la certeza de que esta era una gran obra.

La gestión de todo el proceso ante las diferentes autoridades fue terrible y laboriosísima, y de los tres arquitectos el único que sabía francés era Gianfranco, así que él llevó el peso de tantísimas negociaciones ante tantísimos informes y requerimientos. Por lo tanto puede decirse que durante el proceso de la pre-construcción y de la construcción del edificio (y también en toda la gestión con la comunicación y la coordinación con todos los intervinientes, con la prensa, con la opinión pública...) él fue el arquitecto más importante de los tres. 

Al final todo salió bien y aquí los vemos a los tres tan contentos subiendo por la famosa escalera-gusano panorámica del Pompidou ya terminado:

¿Eh? ¿Cómo? Solo están dos. ¿Qué ha pasado con Gianfranco Franchini?

Gianfranco desapareció. Desapareció hasta tal punto que en casi todas las publicaciones solo se menciona a Piano y a Rogers como autores del proyecto, y quienes citan al tercer hombre parece que se refieren a un ayudante muy subalterno, y no a uno de los autores con el mismo peso que los otros dos.

Y no: detrás de esto no hay ninguna sucia traición, ninguna lucha de egos ni ninguna bajeza. Los dos "vencedores" no eliminaron al "perdedor" de las glorias de la fama. Fue Franchini quien no quiso.

Como ya hemos dicho, tan grande como el desconcierto mundial ante este monstruo fue finalmente el éxito y el reconocimiento. El mundo se rindió a los pies de los autores y las oportunidades de gloria fueron infinitas. De las trayectorias de Renzo Piano y de Richard Rogers a partir de ese momento no hay que decir nada. Todo el mundo las conoce. ¿Pero qué pasó con Gianfranco Franchini?

Lo que pasó fue que vio el panorama internacional, el éxito, la fama, los proyectos importantísimos, el triunfo, se asomó a todo eso,

miró aquel fantástico circo, se imaginó a sí mismo dentro de él,

y no quiso pertenecer a aquello.

Así que se dio la vuelta y se fue.

Discreto y silencioso se retiró.

Sin pedir nada. Sin querer nada. Sin llamar la atención.

Él no era de allí. Sobraba allí. Tenía que hacer su propia vida, buscar su camino.

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Franchini se instaló en Génova, su ciudad, y ejerció de arquitecto en ella. Hizo colegios y bibliotecas, y proyectos de escala media y pequeña. Una arquitectura de ciudad y, aún más, de barrio. Y podía visitar las obras andando desde su casa, su casa de siempre.

Conocía los emplazamientos, los tenía vividos. Sabía los problemas y las circunstancias, y conocía a sus clientes y a sus usuarios. No era hoy un teatro de ópera en una ciudad americana y mañana un museo en una asiática. Eran edificios en su ciudad, en su entorno vivido y querido.

No fue ninguna especie de héroe. No se sacrificó en nada. Al revés: hizo lo que quería y vivió muy a gusto y muy feliz así. Ganó dinero, disfrutó de la vida y ejerció su profesión con gran placer.

Seguramente fue el más sabio de los tres, aunque esto nunca se sabe.


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(1).- Creía que el título "el tercer hombre" (como guiño a la película, y por eso abro con el cartel) se me había ocurrido a mí para esta ocasión, pero lo dicen al final de este artículo (aquí) y me doy cuenta ahora. Lo siento, pero ya no lo cambio. Creo que es muy apropiado. Y tampoco me enfado porque me lo hayan pisado in advance (antes de que se me ocurriera).

(2).- El legendario dúo "Faemino y Cansado" está virtualmente retirado desde hace años. Javier Cansado sigue apareciendo profusamente en la tele y en la radio, pero su compañero Carlos Faemino apenas actúa. No ha pasado nada malo entre ellos (siempre salen este tipo de suposiciones). Es, sencillamente, como ha aclarado Cansado unas cuantas veces, que a su compañero Faemino le gusta cenar en casa. A veces (muy pocas ya) actúan en alguna sala o teatro de Madrid, pero de tal manera que Faemino pueda cenar en casa. Si no no va. A estas alturas de la vida esa es su prioridad. Pues bien, yo veo a Gianfranco Franchini muy en esa línea.



Addenda de 22 de febrero de 2024

Resulta que el arquitecto Luis Cercós, Chef de projects bâtimentaires de la Bpi du Centre Pompidou, Paris, es seguidor de este blog y ha leído esta entrada, y me dice lo siguiente:

Hola José Ramón, el Centro Pompidou, con motivo del próximo 50 aniversario de la inauguración ha reabierto sus archivos y se está recuperando la historia de los olvidados, no sólo Franchini, también Susan Rogers, primera esposa de Rogers y la participación inolvidable de los ingenieros de Ove Arup, en especial Peter Rice. Aprovecho esta entrada de tu magnífico blog para invitar a tus seguidores que me contacten si pasan por París y les enseñaré el edificio con sumo gusto, así como la importante participación de Franchini en el diseño de los equipamientos, y sobre todo en el mobiliario de la Bpi, segunda biblioteca nacional de Francia y que ocupa las plantas 1, 2 y 3 del edificio.

Me parece una oportunidad excelente, y le agradezco mucho su ofrecimiento a Luis Cercós, que os transmito por si estáis interesados. (Clicando su nombre -la primera vez que lo he puesto- os saldrá su perfil de Linkedin, que a su vez os dará sus otros datos de contacto).

3 comentarios:

  1. No conocía la historia de Franchini, y me ha encantado. Me declaró admirador de las personas que hacen lo que les gusta cuando les gusta y como les gusta. Es el caso que comentas de Faemino, por ejemplo, y supongo sin saberlo a ciencia cierta que el de Erice. Personas que viven de su vocación sin importarles otra cosa. Bellísima entrada

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  2. Bonita historia, para muchos, y también me incluyo, la felicidad hay que buscarla en el día a día

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  3. Que historia tan bonita. Un buen ejemplo de vida ...

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