miércoles, 12 de julio de 2023

Arquitectura con clac (1)

En algunas obras "narrativas" (cine, novela, teatro...) hay un clac que articula la historia, un chispazo que o bien le da un giro a todo o bien lo hace avanzar definitivamente hacia la resolución. Es un clac lúcido, en el que el lector o espectador es sacudido por una sorpresa o por un relámpago de lucidez que de pronto lo explica todo.

(A veces este ya lo sabe, y ese clac a quien sacude es a uno de los personajes, que entonces reacciona de una forma que desencadena toda la trama).

Pongo algunos ejemplos: Empiezo por el que creo que es uno de los planos más prodigiosos de la historia del cine, en el que salta un clac gigantesco.

Se trata de El Apartamento, de Billy Wilder. El protagonista, C.C. "Bud" Baxter, asciende en su empresa (una compañía de seguros), pero no por trabajar mucho y eficientemente, como hace y merece, sino por un motivo vergonzante. Sea como sea lo consigue. Entra en el Olimpo de los directivos, y para celebrarlo se compra un sombrero hongo muy elegante. En seguida se lo muestra muy satisfecho a la ascensorista de la empresa, Fran Kubelik, de la que está secretamente enamorado. Ella se lo ladea un poco y le presta su espejito para que vea el efecto, y lo que él ve es que el espejo está roto.

Todo lo que ha pasado en la película hasta ese momento se ha contado de tal manera que confluya eficazmente en ese punto, y todo lo que sigue, todo lo que va a hacer el protagonista a partir de entonces, nace de ese mismo punto. Es, por lo tanto, un clac, una articulación, una clave.

Creo que en todas las escuelas de cine debería haber una asignatura que estudiara exclusivamente esa escena, con sus antecedentes y consecuentes. Qué manera más fantástica de contar una historia.

Otro clac muy llamativo es el de Rollo Tomasi:


En L.A. Confidencial, de Curtis Hanson, el sargento de la policía Jack Vincennes es asesinado. Quien lo mata le mira agonizar y le pregunta: "¿Unas últimas palabras, muchacho?" El moribundo, muy sorprendido por el disparo de quien menos se lo esperaba, consigue encontrar serenidad y lucidez en su último minuto de vida y le contesta: "Rollo Tomasi". Ha perdido, sabe que está acabado, pero al mismo tiempo sabe que con eso gana y se venga. Y nosotros nos damos cuenta en ese mismo momento y casi saltamos de alegría, viendo ya claramente cómo esas dos palabras, ese nombre que no viene a cuento, van a hundir al criminal.

Un clac; una sorpresa que lo aclara todo, una circunstancia que ordena toda la trama y la prepara para llegar a puerto.

Otro clac impesionante, fresco, lúcido y feliz, se da en la novela Paradero desconocido, de Kathrine Kressmann Taylor.


Los dos ejemplos que he puesto antes son muy conocidos. Este lo es mucho menos, lo que es muy injusto, porque es tan bueno como aquellos. (Ni siquiera he puesto el enlace de la wikipedia a la novela, porque aunque no se destripa se explica demasiado. No quiero desvelar nada; solo os pido que la leáis).

Es una muy corta novela epistolar entre dos socios comerciantes de arte, y pasada la mitad del libro una de las cartas empieza raro. Por unos segundos el lector se pregunta: "¿Y esto?" No sabe ni a qué viene ni qué significa. Pero en seguida se abre el velo, entra la luz y la sensación de gozo por entenderlo todo y anticipar lo que va a pasar es de las más grandes que he tenido en mi vida.

Leí ese libro en mi casa, y cuando llegué a ese clac di un salto. Anduve por el pasillo diciendo, casi gritando: "¡Sí, claro que sí! ¡Qué tío!" Se lo dije a mi mujer y a mis hijos: "Estoy leyendo esto... Tenéis que leerlo. Es buenísimo. Tiene un momento en el que... Pero no os lo cuento. Tenéis que leerlo".

Tampoco os cuento nada. Solo os pido que leáis esa novela. Yo, que soy un lector lento, la leí en un día, primero porque es bastante corta, y segundo porque te mete en un torbellino vertiginoso.

Podríamos encontrar muchos otros clacs impresionantes. Pero el motivo por el que he empezado a escribir esto (y que ya veo que no me cabe tras esta larga introducción) es el de pensar si hay alguna arquitectura con clac; quiero decir algún edificio o espacio que de repente, sorpresiva y rotundamente, haga saltar la chispa, haga comprender el conjunto, articule y le dé sentido a todo.

Este aparentemente inane pasatiempo nos lleva a pensar en si la arquitectura podría considerarse "narrativa" de alguna manera. ¿Nos cuenta una historia? En principio no. Pero sí que parece que nos cuenta algo. O si no queréis que emplee el verbo "contar" puedo decir que nos transmite algo con cierta intención y con orden, y que nos lo presenta y nos lo muestra, por lo que en algunos casos la manifestación de ese orden o su subversión nos puede comunicar intenciones, desafíos, desenlaces... quién sabe. ¿Hay en algún edificio un clac que lo explique súbitamente? Yo digo sí. Vamos, que lo he visto.

Os anticipo para la segunda parte que he viajado muy poco para lo que podría y debería haber hecho, pero que a pesar de mis limitaciones voy a escribir exclusivamente sobre edificios que he visitado y cuya experiencia espacial he vivido. Sé que eso limitará mucho los ejemplos que puedo comentar, pero sí que puedo demostrar que existe arquitectura con clac. Por supuesto que os invitaré a que comentéis ejemplos que hayáis experimentado, y con ello ampliéis mi muy exiguo muestrario. Pero todo eso será en la segunda parte. (Si en esta queréis comentar clacs cinematográficos, teatrales, novelísticos... animaos, por favor).

1 comentario:

  1. A bote pronto, me viene a la cabeza la película Memento, de Christopher Nolan. Está llena de pequeños 'clacs' que van rompiendo poco a poco hasta reventar todo y provocar UN GRAN CLAC.

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