martes, 28 de julio de 2020

Manifiestamente arquitectónico (y aristotélico)

He recibido el esperadísimo libro Manifiesto arquitectónico paso a paso, de David García-Asenjo Llana y me he lanzado a devorarlo.


El libro debía de haber salido en abril. Ya estaba todo listo, y hasta la presentación preparada, cuando la pandemia lo aplazó todo. Pero da igual: Nunca es tarde si la dicha es buena, y esta sí que lo es.

David García-Asenjo leyó su brillante tesis doctoral en octubre de 2016, y uno de los miembros del tribunal, el autor del prólogo de este libro, Eduardo Delgado Orusco, le aconsejó que publicara, si no toda ella (las tesis son muy ásperas y muy difíciles de publicar fuera de los ámbitos académicos), al menos una de sus partes, que es la que, reconstruida, redactada de nuevo y completamente reconfigurada para ser leída por un público más amplio, tenemos en la mano.

La tesis iba de "estrategias de proyecto" en la arquitectura sacra contemporánea, y de esto va este libro, pero me atrevo a decir que va de mucho más, como voy a intentar explicar.

En primer lugar quiero señalar por qué es un "manifiesto". Según el DRAE, un manifiesto es un "escrito en que se hace pública declaración de doctrinas, propósitos y programas", y yo me atrevo a añadir que suele hacerse en un tono autoritario y perentorio. Los manifiestos suelen tener bastante de ladrido e incluso de arrogancia, descaro y desabrimiento. Pero este tono le es completamente ajeno a García-Asenjo. Esa gesticulación rabiosa y seca no es propia de él. A él le va más un tono aristotélico, como luego diré.

Este es un manifiesto (intentaba decir) porque en efecto es una declaración pública de propósitos y de programas (las dos últimas facetas de la definición de la academia). En cuanto a la doctrina (la primera de las tres facetas), ya la lleva incorporada el tema elegido: las iglesias. (Es broma: No va de doctrina religiosa, sino arquitectónica).

¿Por qué precisamente iglesias? El tema es perfecto para hablar de arquitectura por -al menos- tres razones:
La primera, como señala el autor, es que en cualquier barrio que elijamos es muy probable que el edificio más provocador, más evocador, más moderno y más interesante sea la iglesia; y si no es el más será sin duda de los que más.
La segunda, también señalada por García-Asenjo como frontispicio de su libro, es una cita de Bolaño según la cual parecería que la historia de la literatura no es solo la de sus obras maestras, sino también la de los libros "menores", pero eso no es cierto porque toda obra "menor" tiene un autor secreto, que es, por definición, autor de obras maestras, y así David García-Asenjo se entrega con pasión tanto a los edificios que todos veneramos como a algunos otros de "segunda fila", que o bien ignorábamos o bien no habíamos sabido apreciar hasta que él nos los ha mostrado y ponderado, y con todos ellos hace un discurso coherente y aleccionador, y de todos ellos fabrica una "trama de iglesias" (el tema lo permite e incluso lo pide estratégica y programáticamente) que configuran una obra maestra total, continua y ubicua.
Y la tercera es que, al ser el programa de necesidades y usos siempre el mismo, y relativamente sencillo, al cotejarlo con las tan diferentes soluciones en los ejemplos seleccionados nos hace reflexionar mucho sobre la enorme importancia que tienen los condicionantes externos (topografía del solar, limitaciones del entorno, condiciones económicas...) y los deseos e intenciones de los autores, que son muy elocuentes porque nos muestran las diversas estrategias de la arquitectura.

Contaba una vez el autor que uno de sus hijos, comprendiendo finalmente su profesión, le dijo: "Papá, pero entonces tú no haces casas. Tú haces libros de instrucciones sobre cómo hacer casas". Fantástica definición del oficio de arquitecto.
Tan en serio se tomó David García-Asenjo esta lúcida visión de su hijo que se ha concentrado en hacer libros de instrucciones. Libros de instrucciones son sus proyectos de edificación, pero también sus artículos, sus clases, sus charlas, sus intervenciones en la radio y este manifiesto. Desde luego, si alguno de ustedes tiene el encargo de proyectar una iglesia debería leerlo y estudiarlo. Pero si no lo tiene también le interesará.

Me encanta el tono educado, comedido y tranquilo del autor, que no se alza dominante desde el púlpito, sino que discurre a nuestro lado, acompañándonos suave y elocuentemente. No es un discurso rimbombante y no se dedica a los grandes gritos de entusiasmo, sino que explica los valores, las intenciones y las estrategias de cada proyecto con precisión y limpieza, y también con mucha elegancia. Tampoco es aficionado a los denuestos ni a los exabruptos, pero cuando dice que tal espacio o tal tratamiento "no es lo más afortunado del proyecto" una inmensa losa tiembla y se desploma sobre el lector y el edificio que esté comentando. Una larga ristra de improperios no habría tenido esa eficacia.

Y es que David García-Asenjo nos acompaña con voz sabia y generosa en varios paseos por Madrid enseñándonos y comentándonos las iglesias que vamos encontrando. (La inmensa mayoría de ellas son madrileñas, y solo aparecen unas pocas de otros sitios para aclarar o comparar algo que se esté diciendo de las analizadas).
El autor ha diseñado varias caminatas largas, muy largas, que van enlazando iglesias por temas: su emplazamiento, su estructura, su imagen exterior, su espacio de relación... Son unos cuantos paseos temáticos y de golpe creo entender la eficaz polisemia del título: Este manifiesto paso a paso se refiere a que desmenuza uno por uno todos los elementos y procesos de los proyectos (paso a paso), pero también a que vamos viendo las iglesias engarzadas en unos recorridos urbanos (paso a paso).

(El libro se puede y se debe leer haciendo todos esos recorridos físicamente por Madrid o, en caso de no vivir por esa zona, virtualmente con Google Street View).

Y de ahí me viene la idea de llamar aristotélico a este manifiesto. No es una mera humorada. Aristóteles creó la escuela peripatética, llamada así porque aleccionaba a sus discípulos paseando. (Paseando no se puede uno prevaler de la tribuna ni proclamar solemnidades. Paseando se es amigo y compañero, y maestro en el mejor sentido). Y David García-Asenjo nos lleva de la mano a ver iglesias y a explicárnoslas.  Por otra parte, esta capacidad de desarrollar los temas, de agruparlos, de clasificarlos y de valorarlos me recuerdan también el Órganon del filósofo estagirita: Manifiesto, herramienta, argumento.

A Aristóteles se le lee con gusto porque es muy claro y muy limpio. No suele andarse por las ramas ni se regodea en una retórica oscura y retorcida. Por el contrario, sus textos son elocuentes, nítidos y de una concisa inteligencia. Por eso digo que este manifiesto me parece aristotélico. (Los pedantes confunden rigor con alambicamiento y dificultad, y así no pueden ser nada rigurosos. No es este caso. En absoluto).

Por si fuera poco, el libro aporta también placer visual. Tan directo y penetrante como es el autor escribiendo lo es dibujando. Hay unos cuantos croquis muy sencillos y muy esclarecedores, y unos pocos (ay, demasiado pocos) fotomontajes que son una delicia.


En una primera impresión parecería que este libro es una suerte de guía turística. Tiene algunas cosas de guía: Una indicación de recorridos, con la ubicación de cada iglesia y una explicación pormenorizada de una detrás de otra. Solo por eso ya merecería un buen lugar y una buena crítica: Un libro de bolsillo para llevar paseando por Madrid. Pero es mucho más. Como dije, las iglesias son solo una muy buena excusa. Podría haber estudiado cines, hoteles o viviendas unifamiliares, porque de lo que más profundamente va el libro es de qué es un proyecto arquitectónico, cómo surge una idea espacial, estructural, constructiva, por qué unas son más eficaces que otras, qué consigue un arquitecto cuando toma tal decisión o enfoca tal elemento de tal manera. Es un apasionante manual de instrucciones de qué cosa puede llegar a ser la arquitectura y qué extraordinaria profesión puede ser la de los arquitectos.

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