sábado, 7 de septiembre de 2019

Pocos amigos

Hace mucho que no hablo de jazz, cosa que me suele pedir el cuerpo durante las vacaciones de verano. Pero aunque ya se me han terminado voy a ponerme hoy con ello. Sírvame como excusa que esta vez no voy a hablar de música amable, sentimental, "bonita", "vacacional", sino de un teorema frío, muy inteligente, muy complejo y extraño.

Voy a hablar nada menos que de la pieza que abre uno de los discos imprescindibles de jazz, de los que salen en todas las listas de los cien mejores, de los diez mejores, de los cinco mejores de la historia: Kind of Blue. (Para algunos, directamente el mejor disco de jazz de todos los tiempos).


La pieza a la que me refiero se titula So What, que significa más o menos "Y qué", y además aquí parece dicho con un tono y un gesto de desplante, casi como diciendo: "¿Y a ti qué te importa, imbécil?"


Aparte de la propia evolución del jazz hay también una evolución social e ideológica del músico de jazz: Del negrito bueno y simpático que alegraba las fiestas y hacía bailar a todos, siempre riendo y bastante servil por la cuenta que le tenía (muy similar al flamenco que tocaba y cantaba para las juergas de los señoritos), pasamos al músico más digno, más consciente de su valor cultural, pero aún amable y sonriente, y de ahí al músico cada vez más exigente contra las injusticias y los abusos, más intelectual y más dispuesto a que su música respondiera a su investigación y no a los gustos del público.

Valga esta rápida caricatura, que me sirve para entender cómo se pasa de la adorable y franca risa de Louis Armstrong a la sonrisa elegante de Duke Ellington y a la cara de asco de Miles Davis(1).

Miles Davis, a partir de una inicial técnica muy limitada y pobre que casi le puso en ridículo cuando tocó con el gran malabarista Charlie Parker, hizo de la necesidad virtud y descubrió el "jazz modal" con una improvisación basada en los modos (modo dórico) en vez de en la progresión de acordes.

El pianista Bill Evans (otro frigidísimo intelectual, y además de raza blanca)(2) en esta pieza toca de manera "impresionista" librando al resto de sus compañeros de las ataduras del acorde. El contrabajista Paul Chambers hace la melodía -cosa más que insólita-, una melodía que no puede ser más sencilla y mínima: una sola escala (Re dórico), y la toca de una manera elemental: Preguntando a los vientos, exigiéndoles una respuesta:

Contrabajo: -¿Tacum tacum taúm umtá?
Vientos: -SOOO WHAT.
Contrabajo: -¿Tacum tacum taúm umtá?
Vientos: -SOOO WHAT.
Contrabajo: -¿Tacum tacum taúm umtá?
Vientos: -SOOO WHAT.
(Y así insistente, machacona, monótonamente).

Los solistas de viento, los que responden a Chambers con solo dos notas, son el saxo alto Julian "Cannonball" Adderley, al saxo tenor John Coltrane y a la trompeta el jefe: Miles Davis.

Completaba el sexteto el batería Jimmy Cobb.

En la segunda parte, Davis pasa de la escala de Re dórico a la de Mi bemol dórico. ¡Oh, cielos! ¡Ha subido medio tono(3)! Y ya. Ese es todo el cambio armónico que hay. En pleno bebop el solista cambiaba continuamente de tonalidad y de escala, pero aquí todo se hace con una durante un buen rato y luego con la otra. Se restringen las notas hasta lo mínimo posible. La paleta de colores para elegir y pintar con ellos es reducidísima.


Antes he dicho que esta pieza, So What, es fría, muy inteligente, compleja y extraña. Otros autores dicen lo contrario: que es muy sencilla. Sí, lo es en cuanto a su limitación de escala, a su minimalismo. Pero por eso mismo me parece muy difícil de apreciar y de "cuadrar". (Además, a mí el minimalismo siempre me ha parecido de lo más difícil).

Bueno, lo mejor es que la oigamos de una vez:


¿Qué os ha parecido? A mí eso que vengo diciendo: Por una parte muy sencilla, pero por otra muy intelectual y muy dura.

Escuchar esta obra le hace a uno sentirse más inteligente. Al menos a mí me pasa: Cuando la escucho me siento penetrante, agudo, profundo... Por eso la oigo muy poco. En el fondo uno busca música más "caliente" y más sentimental. Uno busca disfrutar y ser feliz, o incluso ponerse un poco triste a veces, pero no ser listo. Esto es demasiado ascético, ¿no?

Cuando otros músicos tocaron esta pieza, incluso acompañando al propio Miles Davis, añadieron muchas notas cromáticas a las escalas que tenían asignadas. Necesitaban darle chispa, adornarla, enriquecerla. Era superior a sus fuerzas. Era su oficio. Siempre había sido así. ¿A qué esa restricción tan férrea? ¿A qué esa austeridad?

Curiosamente, esta canción So What es una de las más admiradas e interpretadas de la historia del jazz por todo tipo de músicos, pero la mayoría de las nuevas versiones tienden al camino opuesto al de su creador. Entonces, ¿por qué la admiran tanto?

Os pongo ahora una versión muy similar a la anterior, pero ya sin Bill Evans y sin Cannonball Adderley. Lo hago para que veáis la cara de Miles Davis. ¿Qué piensa mientras toca? Y cuando termina su solo se va a fumar y a charlar, como si el resto no le importara (aunque hace gestos de aquiescencia al solo de Coltrane).

Siempre que lo veo pienso que era hombre de pocos amigos. O de ninguno.


Ya sé que muchos de vosotros no sois particularmente amantes del jazz, y supongo que aún menos de este tan exquisito y adusto, pero es que, terminadas mis vacaciones, emprendo una nueva aventura de la que quizá os cuente algo algún día de estos (¿Quizá? ¡Pero si no sé tener la boca cerrada!), y necesito sentirme inteligente, o al menos parecerlo, aunque solo sea por esta vez.


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(1).- La wikipedia se ha empeñado en dejarme mal y ha puesto en su entrada sobre Miles Davis una de las pocas fotos que tiene riendo.
Había titulado esta entrada "Cara de asco", que me sigue pareciendo un título bastante bueno. Pero no es cierto. Miles era una persona reconcentrada, obsesiva, solitaria, pero lo de cara de asco es demasiado fuerte y además no es cierto.
He modificado el título por "Cara de pocos amigos", que me ha parecido más exacto, pero mucho peor título. Así que lo dejo así: "Pocos amigos", que me parece mejor y además es cierto.

(2).- Esto de la raza no es ninguna fruslería. Se inscribe en ese ambiente de reivindicación y de dignidad inmersas en la marginación racial. Forma parte de la cara de asco.

(3).- Subir solo medio tono es de las cosas más ingratas que hay en la música. Hay que cambiar todas o casi todas las alteraciones de la armadura para que apenas se note la diferencia.
La escala dórica más sencilla es la de Re, porque no tiene alteraciones: Re - Mi - Fa - Sol - La - Si - Do - Re. La escala dórica de Mib, solo medio tono más alta, es: Mib - Fa - Solb - Lab - Sib - Do - Reb - Mib. Fijaos en el estropicio.

3 comentarios:

  1. Magnífico artículo. es mi disco favorito.

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  2. Enhorabuena por tu post jazzístico sobre el gran Miles, a quien tuve la suerte de ver en directo 2 o 3 años antes de morir.
    Veo que eres muy versado en jazz, me alegro porque a me encanta y seguro que tienes muchas cosas que enseñarme.
    Un abrazo,
    Carlos Balbás

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