domingo, 21 de abril de 2019

Lo de Notre-Dame

Sabréis todos que el pasado lunes un pavoroso incendio arrasó la techumbre de madera y la aguja de la catedral de Notre-Dame de París.
El templo estaba en obras de restauración, y fue un accidente en estas lo que provocó el fuego.



Los noticiarios de todo el mundo se hicieron eco y lo contaron con la consabida y esperable consternación.
Vi las noticias del telediario de la primera cadena (TVE-1) de las nueve de la noche, y en él dijeron dos cosas que me parecen la clave de todo lo que sigue:

1.- Era un ESPECTACULAR incendio.
2.- Notre-Dame recibe doce millones de TURISTAS al año.

De ello hay que inferir que: 1) El incendio ha sido un show, una atracción, una cosa digna de ver, admirable y excitante; y 2) El edificio es muy importante por el turismo, y por lo tanto es necesaria su reconstrucción para que sigan viniendo turistas.

Con estas premisas un arquitecto no tiene nada que decir, ya que ni el problema es arquitectónico ni por lo tanto su solución tendrá nada que ver con la arquitectura. Estamos hablando de otras cosas.

Vemos también, sobre todo, el orgullo francés, su grandeur y su chauvinismo. "¿Cómo que se ha quemado la catedral? ¿Y nos vamos a quedar con los barzos cruzados y la cara de bobos? ¡De eso nada! ¡VIV LA FRANS!"

El presidente de la república, Emmanuel Macron, salió a los medios muy emocionado, e hizo de la reconstrucción de Notre-Dame una cuestión de estado, un símbolo del orgullo nacional.


Y las grandes empresas, las grandes fortunas y la "gente de a pie" empezaron a soltar dinero, incluso algunos lo soltaron en el recipiente que no era.

Resultado: En tres o cuatro días ya hay mil millones de euros disponibles. Lo que no se ha recaudado ni se recaudará jamás contra el hambre se recauda para esto, porque en esto sí está implicada la gente, porque en esto sí ha puesto sus gónadas y su corazón y toda su rabia.

Y, naturalmente, se convoca a toda prisa un concurso internacional de arquitectura para proponer ideas brillantes que consuelen el ánimo del pueblo francés y aun mundial.

Y, mientras tanto, arquitectos, arqueólogos e historiadores debaten sus chorradas que no interesan a nadie, porque ya queda dicho que no estamos ante un problema arquitectónico, ni, por supuesto, arqueológico, sino ante un alonsanfantsdelapatrí-ie, y eso tiene su propio negociado aparte y va por su propio conducto reglamentario, que no tiene nada que ver con problemas que a nosotros nos parecen importantes.

Lo primero que decimos arquitectos e historiadores es que la catedral de Nôtre Dame se construyó entre 1163 y 1345, pero que lo que se ha quemado, la techumbre y la aguja, se lo sacó de la manga Eugène Viollet-le-Duc a mediados del siglo XIX; es decir, antesdeayer. Y le ponemos a parir a Don Eugenio, porque lo que hizo es un "falso histórico" de libro, y querer imitar el estilo gótico estaría muy bien en el diecinueve (que no lo estaba: se le criticó mucho ya entonces, aunque por otras razones), pero hoy ya no es de recibo.

Unos dicen que la aguja es un invento, otros que vino a evocar la que había habido siglos antes... Unos piden que no se reconstruya y que se aproveche el incendio para corregir los desmanes de Don Eugenio, otros opinan que sí se debe reconstruir, porque es lo que hay en nuestra memoria colectiva... En fin, las discusiones bizantinas de siempre, en las que queda claro, más claro que nunca, que un edificio no es solo un edificio. Es más, que uno como Notre-Dame lo que menos es es un edificio.

Un texto aleccionador y lúcido sobre este problema es el del eximio Barroquista de twitter. Leedlo clicando aquí. Pero me temo que el Barroquista se va a quedar con las ganas de que Notre-Dame no recupere la aguja.

Por el contrario, yo creo que el concurso convocado lo que pide es aguja, más aguja, muy aguja y mucho aguja.

Algunos ya han empezado a hacer bromas (que no lo son tanto) tales como estas:






Recordad: Espectacularidad y turismo. ¿Por qué no una aguja mirador? ¿Por qué no ascensores? ¿Por qué no restaurantes en cubierta? Espectacularidad y turismo.

Y prisa. Mucha prisa. Mucha prisa por aportar dinero y mucha por pedir soluciones. Antes de estudiar cómo está la catedral, cómo han quedado las bóvedas, cómo consolidar lo que hay.
No. Nada de eso. Queremos soluciones ya; soluciones que nos llenen de optimismo y de orgullo.
Todo esto quedará como un abanico de ideas para encender el debate. Supongo que este será el primero de unos cuantos concursos.

¿Qué hacer? ¿Una intervención que devuelva el aspecto que todos conocemos, el que tenía la catedral hace una semana? ¿Una intervención moderna, que manifieste un estilo actual? ¿Una intervención que aproveche para eliminar el Violletleduquismo y limpiar la catedral de concreciones y pegotes?

No tengo la menor idea, pero sospecho que quienes han corrido a poner pasta lo que quieren es que todo quede como estaba. Lo que quieren, con su orgullo patrio y su amor a su París y a su Francia, es reponer lo que había y reconstruir al pie de la letra lo abrasado, y no hacer el primo ni el payaso.

No estamos hablando de arquitectura, ni va a ser una cuestión arquitectónica. No puede serlo. Es un amínometosenadie y un somoslosmejores. Los arquitectos ya podemos estarnos calladitos y no hablar de lo que a nadie importa.

Alonsan fans de la pa trí ie
le yur de gluare tarribé.


7 comentarios:

  1. Esperaba esta entrada en tu blog y no decepciona, eso sí, en los "fotomon" te ha faltado uno que vi de las torres de la Sagrada Familia en Notre Dame. Muy buen post!

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    1. Muchas gracias, Víctor.
      Sí: Vi en su día la broma de poner las torres de la Sagrada Familia como remate de Notre-Dame, pero ahora no lo encuentro. También vi propuestas calatravianas y tampoco las veo ahora.

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    2. Bueno, visto el concurso que parece que se nos viene encima, puede que el calatravesco lo veamos pero ya sin jajas.

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  2. La estructura, sabemos, es un logro de equilibrio. No entiendo cómo se menciona siquiera llevar a 12 millones de turistas al mirador para "ver la ciudad". Son 46 personas por minuto. ¿Dejamos de ver Notre-Dame para ver la Eiffel desde ahí? La van a demoler, paso a paso. Ni museo, ni mirador, ni nada más que la techumbre para defenderla de los eventos atmosféricos. Como estaba y sin "La Flèche".

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  3. Con el turismo hemos topado, Sancho.
    Me temo que ya no estamos a tiempo de ser capaces de comprender que la movilidad salvaje de personas y mercancías a lo largo y ancho del mundo no es sostenible en absoluto. Mejor dicho, no es que no seamos capaces, es que no queremos serlo.
    El turismo y la distribución de mercancías son burbujas que traerán peores consecuencias que la del ladrillo. Pero no queremos verlas. Quizás lo hagamos cuando tengamos que comer fuselajes de aviones, autopistas y vías de AVE, camas de hoteles, contenedores, barcos, camiones y grúas.

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  4. Hoy a las 12:28 h un lector anónimo ha escrito un comentario en la entrada de Peter Ensaimad. He visto que se refería obviamente a esta entrada, así que la he borrado y la transcribo aquí íntegramente:

    Anónimo 6 de mayo de 2019, 12:28

    La aguja y las intervenciones de Le Duc no son ninguna impostura, ni ningún "falso histórico" ( criterio este muy endeble filosóficamente) porque en ningún momento se ha hecho pasar por lo que no es, ni hay ninguna imposibilidad espacio temporal ( anacronismo) que impidiera su ejecución. Lo que hizo Le Duc fue embellecer el monumento, con unas intervenciones de notable valor artístico, igual que se han embellecido otros monumentos a lo largo de su historia recibiendo nuevas aportaciones. Y lo hace respetando la armonía del monumento en todos sus órdenes, material, cromático,dimensiones y por supuesto estilo. Además que el historicismo es una corriente arquitectónica igual que cualquier otra con sus fundamentos y sus seguidores que nos ha legado grandes obras. Además Le Duc hace una tan buena intervención que esta queda ya como un hito indisociable del monumento en el imaginario colectivo. La propuesta de reconstrucción, que va sin duda contra el enorme ego de muchos de los arquitectos contemporáneos que no se resisten a dejar su cagadita, es la mejor y la más respetuosa con el monumento, dado que el principal valor del monumento está en su valor artístico, conceptual, que es lo que más debe preservarse, por encima de su materialidad que es efímera. Es la paradoja del barco de Teseo o el río de Heráclito, cuya idea permanece aunque sus aguas nunca sean las mismas. Porque nada es igual así mismo en el tiempo. Pero sacrificar esos valores estéticos, artísticos, por criterios tan flojos y tan pobres filosóficamente como evitar el "falso histórico" o supuestas imposturas ¿ Qué imposturas, las que pretenden algunos arquitectos interviniendo en un monumento con un estilo y materialidad que rompen ontológicamente con el estilo y materialidad de este? En las películas de romanos, el falso histórico, el anacronismo, se daba si por ejemplo, aparecía un legionario con un reloj digital en la muñeca, pero no al revés, como pretenden algunos. En fin de esta pobre base filosófica y estos malos diagnósticos se llega a nefastas prescripciones arquitectónicas.

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